Umit Bektas / Reuters
Después del derribo del bombardero ruso Su-24 por la Fuerza Aérea turca, el presidente de Rusia, Vladímir Putin, anunció que Ankara es cómplice de los terroristas porque compra el petróleo de las zonas controladas por ellos en Siria. El periódico alemán 'Bild' comenta que el líder ruso tenía toda la razón al sacar estas conclusiones.
Turquía se ha convertido en el consumidor principal del petróleo del Estado Islámico. Tras venderlo a los empresarios de este país, los extremistas sirios reciben 10.000.000 de dólares a la semana, publica el diario alemán 'Bild'.
Moscú ya desde hace mucho está informado de que el oro negro del territorio sirio controlado por el EI se dirige a Turquía. Últimamente, la Fuerza Aérea de Rusia ha empezado a atacar de manera más intensiva a la infraestructura petrolera del EI, lo que causó un fuerte resentimiento en Ankara, indica la fuente.
'Bild' destaca que la política de Turquía acerca de los yihadistas sirios es muy ambigua: aunque el país dio a los EE.UU. la oportunidad de bombardear las posiciones del EI desde su base aérea, el presidente Recep Tayyip Erdogan sigue permitiendo a los terroristas entrar libremente a Siria a través del territorio turco.
Por otra parte, además de Turquía, Jordania y Kurdistán, donde el mercado negro está en auge, también se benefician de acuerdos "sucios" con los extremistas comprando ilegalmente petróleo, señala el periódico con referencia a Eckart Woertz, un analista del Barcelona Centre for International Affairs, una institución española dedicada a la investigación y divulgación de diversos ámbitos de las relaciones internacionales.
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