Un
valiente e indignado ganadero japonés ha decidido regresar a la granja cerca de
la planta de Fukushima en la que trabajaba antes de la catástrofe para cuidar y
salvar a las vacas que el Gobierno del país quiere sacrificar.
Masami
Yoshizawa asegura estar indignado con lo que considera un intento por parte de
las autoridades japonesas de eliminar las verdades incómodas de la catástrofe
nuclear de Fukushima, señala un artículo del diario 'The New York Times'.
Este granjero de 59 años, apodado por algunos medios como 'el cowboy de Fukushima', ha tomado la decisión de regresar a su granja pese a estar situada en la denominada zona de exclusión, cerca de la planta accidentada.
En el lugar, bautizado como 'Granja de la esperanza', hay actualmente unas 360 vacas, de las cuales menos de la mitad son suyas. El resto fueron abandonadas por otros ganaderos que fueron evacuados de la zona.
"Estas vacas son el vivo testimonio de la locura humana aquí en Fukushima", explicó Yoshizawa al rotativo.
Este granjero de 59 años, apodado por algunos medios como 'el cowboy de Fukushima', ha tomado la decisión de regresar a su granja pese a estar situada en la denominada zona de exclusión, cerca de la planta accidentada.
En el lugar, bautizado como 'Granja de la esperanza', hay actualmente unas 360 vacas, de las cuales menos de la mitad son suyas. El resto fueron abandonadas por otros ganaderos que fueron evacuados de la zona.
"Estas vacas son el vivo testimonio de la locura humana aquí en Fukushima", explicó Yoshizawa al rotativo.
A pesar de las órdenes del Gobierno, el 'cowboy de Fukushima' se niega a abandonar a su ganado y la tierra de sus antepasados.
El
Gobierno quiere matarlas porque quiere borrar lo que ha pasado aquí
"El Gobierno quiere matarlas porque quiere borrar lo que ha pasado aquí y llevar de nuevo a Japón al statu quo anterior al accidente nuclear. No voy a permitir que lo hagan", asegura el japonés, que ha participado en numerosas protestas antigubernamentales y está decidido a continuar haciéndolo.
En su opinión, al igual que las 83.000 personas que debieron abandonar forzosamente sus hogares hace ya más de dos años y medio, las vacas que ahora protege son también víctimas de aquel desastre, algo que la gente a menudo olvida.
Yoshizawa no niega estar preocupado por su salud. De hecho, un medidor cerca de la 'Granja de la esperanza' le recuerda que la zona registra elevados niveles de radiación. Sin embargo, asegura que, más allá de su salud, lo que realmente le preocupa es el hecho de que la gente olvide lo que sucedió en la central nuclear en marzo de 2011.
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