miércoles, 4 de noviembre de 2015

Salida al mar de Bolivia, perspectivas de solución por J.C. Cartagena et Nadine Briatte

La última batalla de Bolivia para reencontrar una salida soberana hacia el océano Pacífico ha comenzado ya. Esta se desarrollará no sobre el terreno de las armas sino sobre los terrenos jurídico, diplomático y político en los que Bolivia está mejor posicionada. Este conflicto no será resuelto, como lo pretende el escudo chileno, por la fuerza, sino por la razón, y únicamente por ella.

Desde el fin de la Guerra del Pacífico (1879-1883), Bolivia, que perdió su litoral en beneficio de Chile, no ha cesado de reclamar la recuperación de una salida soberana al mar. En ese conflicto, Perú también perdió territorios : la provincia de Tarapacá, hoy al extremo norte de Chile.

La revendicación boliviana nunca se ha debilitado con el tiempo. Desde hace diez años se ha, incluso, intensificado, proporcionalmente con el creciente prestigio de ese país gracias a una estabilidad política y un crecimiento económico sostenido, ganado después de la elección del presidente indigena Evo Morales.

Habiendo fracasado todas las negociaciones emprendidas en diferentes épocas, Bolivia interpuso en 2013 un recurso ante la Corte Internacional de la Haya para obligar Chile a comenzar negociaciones serias y encontrar una solución.

Históricamente Chile se ha sentido superior al vecino del noreste, de suerte que el problema de la salida boliviana al mar no ha sido tratada de manera seria por las autoridades chilenas. Dado el volumen enorme de textos jurídicos a los que referirse, parece paradojal que Chile no haya, hasta ahora, sido capaz de resolver este diferendo satisfaciendo todos los implicados.

La diplomacia chilena no ha estado tampoco a la altura de las exigencias de la situación. Desde que la reivindicación boliviana se ha hecho insistente, Chile ha sistemáticamente desarrollado razonamientos que más parecen a frutos de la improvisación y, a fuerza de ser repetidos, a "mantras" invocatorios, que a verdaderos argumentos.

Primero, y durante años, los chilenos han proclamado que se trataba de una cuestión exclusivamente bilateral. Sin embargo, toda negociación incluyendo los territorios del norte de Chile -antiguas posesiones del Perú-, deben contar con su aval. El problema no es evidentemente exclusivamente bilateral. Ya en 1978, la solución de un corredor pegado a la frontera peruana no pudo concretarse pues el vecino del norte se opuso.

Enseguida la cancillería chilena no ha cesado de repetir que los acuerdos y tratados son intangibles y que están firmados de una vez y para siempre. Una especie de « fin de la historia » a la chilena. Aquí tampoco, la posición chilena, convence. Los protocolos, acuerdos y tratados sobre el asunto, entre los dos países, son numerosos (una lista somera podría incluir los de 1886, 1874, 1895 et 1904), cada uno remplazando, o complementando el precedente.


Por último, los responsables chilenos han repetido sin cesar que no habría más problemas con Bolivia, pues Chile garantiza, según el acuerdo de 1904, un acceso permanente a las costas chilenas. Olvidan, sin embargo, en qué condiciones de inferioridad Bolivia tuvo que negociar este tratado y que el acceso a los puertos chilenos (de las mercaderías bolivianas) está lejos de ser garantizado. El tráfico sobre la línea ferroviaria entre Arica y La Paz efectivamente está interrumpido desde 1977. Y ha bastado una huelga de los estibadores chilenos, en los puertos privatizados chilenos, por las políticas neoliberales conducidas hasta ahora, para que la « garantía » chilena sea suspendida como ocurrió en diciembre de 2013. Y esto sin mencionar la prohibición pura y simple de hacer transitar armas en los años 1932-1935 o el embargo sobre las mercaderías en los años 1952-1953, prohibición y embargo decretados por las autoridades chilenas.

Así insidiosamente, las alegaciones chilenas se han descalificado a sí mismas, a los ojos de todos, dejando el campo libre a los razonamientos de Bolivia y, de hecho, al consistir en promover su posición en el concierto de naciones, la estrategia boliviana no ha cesado de cosechar frutos (1).

La situacion chilena

Hay que buscar las razones de la desenvoltura del trato de este litigio en la idiosincracia de la nación. Chile está convencido que el recurso argumental último para arreglar este diferendo es la fuerza. En efecto, las fuerzas armadas chilenas (FFAA) se posicionan en tercer lugar en América Latina, de acuerdo a su potencia, su tamaño y su presupuesto (este es equivalente al de Argentina y Perú reunidos), detrás de Brasil y México, países harto más poblados y económicamente importantes (2).

Las FFAA están marcadas por el nacionalismo, el chovinismo y el anticomunismo, de los que la dictadura de Pinochet las ha impregnado desde 1973 adoptando la Doctrina de Seguridad Nacional, forjada en las academias de guerra de los Estados Unidos.

En los regimientos chilenos se enseña que, aparte los marxistas, los tres países limítrofes del subcontinente (Chile posee también una frontera, aunque lejana, con Francia, gracias a la isla de Pascua, a través de la Polinesia francesa (3)), son enemigos que hay que eliminar (4). Esta doctrina, legada por la dictadura cívico-militar de Pinochet, es la que domina actualmente.

La importancia que Chile concede a la fuerza es histórica y su escudo es revelador de esta en la mentalidad chilena : « Por la razón o la fuerza ». Las FFAA chilenas se complacen a repetir que es un « ejército vencedor, jamás vencido ».

Sin embargo, la mayor parte de las batallas, las FFAA las han ganado contra los habitantes de su propio país. Desgraciadamente, la historia chilena está sembrada de convulsiones mas bien provocados por la fuerza que por la razón y acompañadas de su cortejo de masacres perpetradas por las FFAA. Para no señalar que las más importantes : 1884 (pacificación de la Araucanía), 1891 (derrocamiento y suicidio de Balmaceda), 1907 (masacre de Santa María de Iquique) y 1973 (golpe de Estado contra Allende).

La reciente declaración del ex-ministro de la defensa, Jaime Ravinet, replicando después del rechazo a la objección chilena por la corte de La Haya (5), en la cual provocaba Bolivia y la desafiaba a venir a buscar una salida al mar por la fuerza, prueba en que dominio la reacción chilena se encuentra más a gusto (6).

Las recientes maniobras militares programadas cerca de la frontera de Perú y Bolivia contienen sin duda un mensaje subliminal (7)

Las razones bolivianas y los desafíos a vencer

Las aspiraciones que levantó el plan de 13 puntos firmados por los dos países, en el curso del primer mandato de M. Bachelet (2006-2010) y que comprendía un arreglo a la salida al mar de Bolivia, fueron abortadas por decisión del presidente Sebastián Piñera en 2010.

El gobierno boliviano, decepcionado de ver sus demandas rechazadas, tomó la decisión de acudir al Tribunal de La Haya, sin tener en cuenta, tal vez, la dinámica difícil que vive Chile desde 1973. En efecto, la dictadura de Pinochet, que se prolongó durante diecisiete años, modificó profundamente la mentalidad chilena inoculando en el imaginario popular los « valores » más retrógrados de individualismo y de chovinismo. Hasta ahora estas ideas predominan en la sociedad chilena. Los comentarios insólitos, negativos y agresivos, difundidos por las redes sociales, con motivo de la inauguración, por una comuna comunista -Recoleta-, de una farmacia que distribuye remedios a precio de costo en beneficio de todos, corrobora la existencia de una posición ideológica extremista y obstusa, en despecho del buen sentido, en el seno de la población (8).

El recurso hecho al Tribunal de la Haya y la campaña de promoción internacional boliviana han tenido dos efectos. El primero, positivo : el apoyo internacional a la postura boliviana no ha hecho más que aumentar, adicionando apoyos llegados de todos los horizontes. El otro, negativo : aparte las actitudes solidarias, pero minoritarias hacia las aspiraciones bolivianas en el seno de la sociedad chilena, la gran mayoría de los chilenos se replegó en el chovinismo y la xenofobia frente a lo que ellos consideran como una agresión.

La ola chovinista que ha azotado el país después de la decisión, del Tribunal de la Haya, del 24 de septiembre de 2015, de declararse competente sobre este litigio, rechazando la reclamación chilena, muestra el estado de espíritu de la población (9).

Los cambios de mentalidad serán forzosamente lentos y deberán ser acompañados de transformaciones en las instituciones y en la legislación que administran la vida de los chilenos.

Las condiciones y las perspectivas de solución

La última batalla de Bolivia para reencontrar una salida soberana hacia el océano Pacífico ha comenzado ya. Esta se desarrollará no sobre el terreno de las armas sino sobre los terrenos jurídico, diplomático y político en los que Bolivia está mejor posicionada. Este conflicto no será resuelto, como lo pretende el escudo chileno, por la fuerza, sino por la razón, y únicamente por ella.

La condición prealable al arreglo de este diferendo es una transformación de la mentalidad de la gran mayoría del pueblo chileno, una evolución más o menos rápida, de valores individualistas hacia una consciencia más generosa, responsable y colectiva, incluso más allá de de la vida interna del país. Desgraciadamente los cambios de mentalidad no se decretan. Y parecería que en Chile este proceso conduciendo a una toma de consciencia del interés común de poner término a este litigio entre países vecinos, sea facilitado por una acción paralela que consiste en el desmontaje de la armazón pinochetista aún en vigor, lo que requiere tiempo, contrariamente al deseo de numerosos ciudadanos.
Todos aquellos que obran para sustraer al país a la hegemonía reaccionaria impuesta por Pinochet actúan en el sentido correcto y por el momento, las más grandes transformaciones en las instituciones pinochetistas no han sido realizadas, y no pueden provenir en el futuro próximo, más que del gobierno de la Nueva Mayoría, apoyándose sobre las reivindicaciones sociales.

Entonces, atacar al gobierno chileno bajo pretexto que no avanza lo suficientement rápido, revela precipitación, impaciencia y una incomprensión de la dinámica en curso.

Por otro lado, la polémica, a menudo contra-productiva, y desde donde venga, no puede crear un ambiente favorable a la comprensión y en consecuencia a una solución del litigio. Desde 2013, fecha de la remisión a la Haya, la guerrilla de declaraciones de las dos partes no ha amainado. En el estado actual de las cosas podría ser perjudicial la causa boliviana.

J.C. Cartagena y Nadine Briatte

Notas:

(1) http://www.diremar.gob.bo/sites/def...
(2) https://actualidad.rt.com/actualida...
(3) A este propósito una anécdota sabrosa : « En 1990 y en 1991 Francia emitió estampillas conmemorando los logros de la colonización de la islas del Pacífico por los polinesios. El título « Polinesia francesa » acompañando las ilustraciones de la isla de Pascua sur las estampillas creó un malentendido y Chile protestó contra lo que consideró una tentativa de hegemonía sobre la isla de Pascua de la parte de Francia ». http://www.jeanhervedaude.com/Easte...
(4) https://www.youtube.com/watch?v=aA8...
(5) La demanda de Chile, a la corte de la Haya, de que se declare incompetente para juzgar sobre este litigio fue rechazada por el tribunal el 24 de septiembre de 2015. http://www.icj-cij.org/homepage/ind...
(6) http://www.eldinamo.cl/nacional/201...
(7) http://rpp.pe/mundo/latinoamerica/c...
(8) http://www.lanacion.cl/las-insolita...
(9) http://www.elmostrador.cl/noticias/...

Fuente: www.investigaction.net

No hay comentarios:

Publicar un comentario