Expertos han descubierto en extensas capas de hielo de cientos de años de antigüedad vestigios que pueden confirmar que a mediados de los siglos VIII y IX la Tierra fue golpeada por dos poderosos rayos cósmicos provenientes, al parecer, del sol. De repetirse este fenómeno en la actualidad, las consecuencias serían catastróficas.
De repetirse una tormenta geomagnética similar, las consecuencias para la Tierra serían "extremadamente destructivas". Lo afirma el investigador del Departamento de Geología de la Universidad sueca de Lund Raimund Muscheler, máximo responsable de un estudio publicado por la revista 'Nature'. Las redes y centrales eléctricas, los sistemas de comunicación e ,incluso, los satélites en órbita, serían los principales afectados.
Muscheler y su equipo basaron su estudio en los hallazgos de un grupo de japoneses quienes analizaron dos árboles de cedro centenarios: los anillos que conforman sus troncos (los cuales permiten determinar sus edad), demostraron que aquellos que correspondían a los años 774 y 775 d.C. poseían cantidades elevadas de Carbono 14 radioactivo en comparación con los demás.
Tales conclusiones permitieron asociar el fenómeno hallado en los cedros con las concentraciones de Berilio 10 (isótopo radioactivo utilizado para medir la edad de los glaciales) y Cloro 36 que se encontraron en las masas de hielo a partir del análisis isotópico y químicos de sus estructuras.
Hasta ese momento se pensaba que el evento solo podía haberse producido por dos razones: una potente explosión en la superficie del Sol o la muerte violenta de una supernova. Sin embargo, la presencia de estos dos elementos simultáneamente, solo podría ser el resultado del 'bombardeo' de protones proveniente del Sol, explica la publicación.
Pese a los hallazgos del profesor Muscheler, aún no puede ratificarse por completo el origen de tal evento. No obstante, y de acuerdo con los expertos, hasta el momento no se ha registrado una tormenta de tal magnitud. Ni siquiera, puede ser comparada con la tormenta solar de 1859, conocida también con el evento Carrington, que provocó cortes y cortocircuitos, numerosos incendios y un sinnúmero de auroras boreales y australes.
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