Estamos en la recta final del gobierno de Cristina Fernández de Kirchner. Doce años donde Argentina fue comandada por la pareja Kirchner. A partir del 11 de Diciembre será otra persona quien ocupe el preciado sillón de la Casa Rosada.
En economía las medidas nunca son lineales a lo largo del tiempo, esto excede si las recetas son ortodoxas o heterodoxas.
Cuando Néstor Kirchner llegó a la presidencia con Lavagna como Ministro de Economía, el país recién estaba empezando a salir de la mayor crisis de su historia provocada por las medidas neoliberales que se impusieron con el Golpe de Estado del ´76.
La industria nacional era casi nula, producto de la apertura comercial vivida en los tres décadas anteriores, el desempleo rozaba los 17,3% puntos porcentuales, la pobreza rondaba el 50%. Era un panorama macabro, un país devastado.
Con la devaluación de la moneda llevada a cabo por el Presidente interino Eduardo Duhalde, los sectores exportadores (básicamente el sector primario relacionado a los cereales) pudieron ver aumentadas sus ganancias en forma exponencial.
Con las divisas que ingresaban vía comercial se aumentaron las reservas del Banco Central. Esto le permitió a Néstor poner punto y final a las relaciones argentinas con el F.M.I. pagándoles con dichos fondos la deuda que el país tenía con el órgano financiero.
Esto sumado a las dos quitas de deuda (mayor al 73% del capital original en la primera quita, según el propio F.M.I.) logradas por el kirchnerismo, del 2005 y posteriormente en el 2010, permitió desahogar las cuentas fiscales del Estado Nacional. El pago de intereses dejaría de ser un quebradero de cabeza de ahora en más. El año 2010 finalizó con una reducción del peso de la deuda externa del 34.7 % del PBI frente al 153.6 % del 2003.
Esto situación de relativa comodidad financiera se modificó el año pasado, cuando el juez Griessa dictó una sentencia favorable a los fondos buitres encabezados por Paul Singer. Que habiendo comprado bonos a un precio muy bajo, lograron una ganancia del 1600%, sin prestarle nada al país, por la cual Argentina debía pagar una tasa usuraria por unos títulos de deuda que los fondos adquirieron durante el default argentino del 2002.
Esta situación sigue pendiente de resolución, pues el gobierno de Cristina no acata la sentencia del juez neoyorquino que dañaría gravemente la estructura crediticia argentina, debido a que si paga lo que el juez dictó, estaría obligado a compensar al 93% de los acreedores que si habían aceptado las reestructuraciones.
En este punto, Daniel Scioli se mantiene cauto. Busca obetener financiación internacional para llevar a cabo un proyecto de mayor desarrollo industrial, por lo cual se ve obligado a cerrar ese conflicto de intereses. En este punto hay una ruptura entre las políticas de Néstor y Cristina de desendeudamiento con la política planteada por Scioli de tomar créditos en el exterior.
En el apartado industrial se creció notablemente. Se le dio un fuerte impulso a la industria sustitutiva. Sectores como el calzado, juguetes o ropa son un claro ejemplo de estos. En ninguno de estos casos la participación nacional en el mercado local representaba más del 35%, mientras que hoy en todos es mayor al 90%.
Otra situación similar ocurre con los electrodomésticos, en telefonía, televisores o vehículos hubo un aumento notorio del sector nacional. Estos sectores los indico a parte debido a que se dedican básicamente al ensamblado de piezas importadas, por lo que genera un déficit comercial. No obstante es una gran fuente de puestos de trabajos bien remunerados.
Scioli no se conforma con los más de 300 parques industriales y tecnológicos creados durante el kirchnerismo y plantea la necesidad de un Banco de Desarrollo Industrial como en su momento supo tener Juan Domingo Perón, para así redirigir los recursos del Estado hacia aquellos sectores claves de la economía. También plantea mantener a las pymes como el puntal del crecimiento industrial, las cuales son las grandes generadoras de puestos de trabajos.
Otra área que se ha visto revitalizada en estos años ha sido la científica, mediante la repatriación de más de 1000 científicos que emigraron del país por la falta de oportunidades laborales. Esto se busca potenciar a partir del 11 de Diciembre mediante más fondos para el desarrollo tecnológico nacional que permitió entre otras cosas, poner en órbita al primer satélite geoestacionario (ARSATA 1) construido íntegramente en el país.
Un punto clave en la historia de la economía Argentina ha sido sin dudas el Dólar.
Los Kirchner asumieron con un dólar alto que les permitía exportar a precios relativos altos mientras estaban en default, por lo que pudieron aumentar rápidamente las reservas de divisas. Esto fue cambiando con el tiempo, el tipo de cambio paulatinamente se fue atrasando con respecto a la inflación por lo que la balanza comercial fue disminuyendo pese a que siempre ha sido hasta el día de hoy positiva.
Esto tiene distintas implicancias desde lo comercial, a los sectores exportadores se les hace más difícil sacar sus productos al mercado mundial debido a la pérdida de competitividad, mientras que la industria nacional debe ser protegida mediante aranceles más altos y mayores medidas restrictivas a la importación para no verse avasallada por los productos extranjeros.
La otra cara de la moneda es el poder adquisitivo del sueldo, al tener un dólar atrasado, los sueldos de los trabajadores medidos en dólares fue aumentando. El salario mínimo vital y móvil argentino, así como la jubilación mínima, son los más altos de Latinoamérica con mucha diferencia.
Respecto al dólar, el candidato a Presidente por el Frente Para la Victoria desliza que llevará a cabo una pequeña devaluación para devolver competitividad a los sectores exportadores, pero no en la medida que piden las grandes corporaciones cerealeras. El peligro de una gran devaluación es la inflación que generaría casi en lo inmediato.
La inflación es la otra problemática que se debe resolver. El año pasado llegó a superar el 35% anual, producto de la devaluación del 18% realizada en Enero del 2014 y de la crisis en el sector externo (fondos buitres). Este año la curva inflacionaria será por primera vez en una década descendente, se estima que rozará el 23%.
El punto de discusión es cómo seguir achicando la inflación sin perjudicar a la clase trabajadora, la cual siempre ha pagado los costos sociales del ajuste fiscal.
Para esto, el equipo económico de Scioli, liderado por Miguel Bein y Mario Blejer, busca reducir el déficit fiscal a través de un mejor uso del gasto público. No se propone, como sí lo hace el PRO de Mauricio Macri, privatizar empresas, quitar derechos como la Asignación Universal por Hijo, ProCrear, ProGresar, Fútbol Para Todos, etc. En este caso la propuesta consiste en reducir los subsidios, principalmente los dados a la clase media/media alta.
Hoy día los subsidios en transporte y energía representan poco menos del 4% del PBI, es un número alto y más teniendo en cuenta que gran parte de los usuarios que gozan de esos beneficios no tienen la necesidad imperiosa de recibirlos, por lo que se antoja necesario revisar esas cuentas.
Un ejemplo de cómo supo recomponer las cuentas públicas fue la Provincia de Buenos Aires, donde residen más del 40% de la población nacional. Cuando asumió, la provincia tenía déficit, mientras que el año pasado logró obtener un superávit primario del 1,5%. Esto sin realizar un ajuste mediante, sino con revalúos fiscales, que le permitieron obtener mayores recursos tanto del sector agrario como inmobiliarios.
Siempre la economía se encuentra condicionada por lo que ocurre en el marco internacional. La crisis internacional que afecta a los socios comerciales del país está produciendo estragos. Brasil y Chile este año se espera que contraigan sus economías en más del 2% en ambos casos, China apenas llegará al 6% de crecimiento, frente a los 9% que mostraba en forma constante hasta hace poco tiempo. Todo esto sumando al fortalecimiento del dólar como reserva de divisa, lo cual genera una baja en los precios de los commodities, genera un clima adverso de cara al futuro.
Se espera que Scioli mantenga la alianza tanto comercial como política con el MERCOSUR, con el cual se genera más del 32% de las exportaciones comerciales del país. Pero también hay que notar su mayor sintonía con Estados Unidos, con el cual siempre mantuvo lazos en forma fluida. Esto puede generar un cambio en el tablero internacional. Más aun teniendo en cuenta la crisis que hay en Brasil, donde Dilma Rouseff está cediendo ante las presiones de romper con el MERCOSUR para acercarse a un acuerdo de libre comercio con la Unión Europea.
El modelo económico seguramente sufra retoques, provocadas por el desgaste que provocan 12 años de gobierno. Pero las líneas generales, en materia de defensa de la industria nacional, bajo desempleo y protección a los sectores más vulnerables no parecen estar amenazados hasta ahora por las propuestas que se conocen.
Una vez en el poder se verá realmente qué medidas cumplirá y cuales eran simplemente promesas electorales.
Fuente: Diario de Nuestra América n°7 Investig’Action-Michelcollon.info
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