Santiago O'Donnell, autor del libro 'ArgenLeaks', que reproduce y analiza los cables de WikiLeaks –desclasificados por Julian Assange– que hacen referencia a nuestro país, publicó en su blog un artículo referido a los pedidos que Mauricio Macri supo hacer al gobierno de los Estados Unidos.
"Mauricio Macri tenía una costumbre: cuando hablaba con funcionarios del gobierno estadounidense, les pedía que hicieran algo con Néstor Kirchner. Hablando en criollo, que le pararan el carro", asegura el escritor y periodista.
Según los cables divulgados de WikiLeaks, lo hizo "en cinco ocasiones distintas, delante de diferentes funcionarios estadounidenses", lo que revela "un componente gangsteril en la forma de pensar del actual jefe de Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires. Esto es, para frenar a un matón hace falta otro matón más grande que lo ponga en su lugar", dice O'Donnell.
Según el periodista, de los cables se desprende que las tres primeras veces que Macri dijo que los Estados Unidos tenían una responsabilidad por el mal comportamiento de Néstor Kirchner, los funcionarios estadounidenses que lo escuchaban prefirieron callarse o cambiar de tema.
La cuarta vez, sin embargo, la embajadora Vilma Socorro Martínez le contestó sin medias tintas: que el gobierno de los Estados Unidos no tenía ninguna intención de pelearse con el gobierno argentino sino más bien todo lo contrario: querían llevarse lo mejor posible con la Casa Rosada.
En el mismo cable, "la embajada escribió que Macri era un maleducado y que ésta no tenía por qué hacer el trabajo que les corresponde a los políticos de la oposición. Cuando Macri volvió a insistir, por quinta vez, en que los Estados Unidos debían endurecer su postura ante el gobierno nacional, la diplomática volvió a contestarle que la embajada haría todo lo contrario", afirma O'Donnell.
A pesar de las diferencias, el 28 de enero de 2010, la embajadora Martínez agasajó a Macri con un almuerzo en su residencia, y un cable del 5 de febrero de 2010 da cuenta de la nueva “presión” del jefe de Gobierno porteño para que los Estados Unidos se pusieran firmes con los Kirchner.
"El tono seco del despacho firmado por Martínez sugiere que el almuerzo no había mejorado su opinión del jefe de Gobierno", dice el periodista.
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