Por Alexander Dugin
La razón de escribir este texto está en el discurso de Vladimir Putin a la Asamblea Federal de Rusia y la sincronizada aprobación de la resolución anti-rusa 758 por parte del Congreso de Estados Unidos. Al comentar sobre este última, el congresista Eliot Engel afirmó: “Es hora de reconocer el hecho de que Rusia, bajo la dirección de Vladimir Putin es una amenaza para la seguridad europea y para los intereses estadounidenses en la región” [1]. Ya en 2011, Hillary Clinton proclamó algo similar: “Estamos en una guerra de información” [2]. En su discurso, Putin declaró: “Crimea, la antigua Korsun o Quersoneso, y Sebastopol tienen una importancia civilizacional e incluso sagrada incalculable para Rusia, al igual que el Monte del Templo en Jerusalén para los seguidores del Islam y el judaísmo. Y así es como siempre vamos a considerarlo” [3]. En otras palabras, él declaró un curso difícil para el renacimiento de la soberanía y el poder continental de Rusia, así como de su sagrada identidad Ortodoxa. En respuesta, los Estados Unidos declararon públicamente su guerra informativa contra Rusia:
(20) [La Cámara de Representantes] llama al Presidente y al Departamento de Estado de los Estados Unidos a desarrollar una estrategia de coordinación multilateral para producir o de otro modo adquirir y distribuir noticias e información en idioma ruso para los países con importantes poblaciones de habla rusa, maximizar el uso de las plataformas existentes para la distribución de contenidos tales como la Voz de América y Radio Europa Libre / Radio Liberty (RFE / RL), Incorporated, aprovechar las asociaciones público-privadas nativas para la producción de contenidos, y procurar obtener contribuciones en especie de los gobiernos estatales de la región;
(21) Llama al Departamento de Estado de los Estados Unidos a identificar posiciones en los puestos diplomáticos clave en Europa para evaluar la influencia política, económica y cultural de Rusia y de los medios de comunicación patrocinados por el Estado ruso y para coordinar con los gobiernos anfitriones las respuestas apropiadas [4].
En realidad, han estado llevando a cabo esta guerra contra nosotros desde hace bastante tiempo. Pero ahora se ha llegado a un nuevo nivel.
Paralelamente a estos acontecimientos, he notado un aumento en los ataques directos contra los eurasianistas y contra mí, personalmente, así como contra la amplia red de los que interactúan conmigo en Rusia y en todo el mundo en los últimos meses. El colmo fue el pirateo de la cuenta de correo electrónico de un miembro del Movimiento Euroasiático, que fue seguida por una oleada de publicaciones en los medios de comunicación occidentales sobre la supuesta red de agentes de Rusia alrededor del mundo. Estos supuestos agentes son denominados la “Internacional Negra” con el propósito de desacreditarlos. Creo que ha llegado el momento de hacer algunas aclaraciones y, al mismo tiempo, identificar la próxima trayectoria de nuestra estrategia euroasiánista.
El eurasianismo como ideología antioccidental
Permítanme recordarles la prehistoria.
Desde el momento de su creación en la década de 1920, el eurasianismo siempre se ha opuesto a la dominación global de Occidente, al universalismo europeo, y ha apoyado la singularidad de la civilización rusa. Por lo tanto, el eurasianismo es, de hecho, una ideología anti-occidental en el sentido de que rechaza el derecho de la sociedad occidental a imponer sus criterios del bien y del mal como norma universal. Rusia es una civilización ortodoxa y euroasiática independiente en lugar de la periferia de Europa, insisten los eurasianistas siguiendo a sus predecesores ideológicos, los eslavófilos, junto con otros conservadores rusos.
Gradualmente, el eurasianismo se enriqueció con los métodos de la geopolítica clásicos que se basaban en el dualismo de las civilizaciones terrestres y marítimas. El inglés Halford Mackinder introdujo este concepto en la primera mitad del siglo XX, que fue desarrollado por los estrategas estadounidenses, como Nicholas Spykman y Zbigniew Brzezinski. Aquí, Rusia sirve como el núcleo de la civilización de la Tierra, el Heartland de Eurasia, y por lo tanto está condenado a librar una batalla centenaria contra el mundo anglosajón. En el pasado, su núcleo era el Imperio Británico y, a partir de la segunda mitad del siglo XX en adelante, lo han sido los Estados Unidos. Por lo tanto, los eurasianistas se oponen a la hegemonía occidental, al
expansionismo norteamericano y a los valores liberales, y apoyan la distinta civilización, religión y tradición rusa. Es más, los eurasianistas no sólo se oponen a Occidente, sino también a los propios occidentalistas y moderados de Rusia: los liberales, en primer lugar y principalmente.
Si el atlantista West es el enemigo de los eurasianistas, los euroasianistas son los enemigos de Occidente y de sus agentes de influencia. Esto es lógico. Los eurasianistas saben quién es su enemigo, y a quién se oponen, y el enemigo sabe quiénes son los eurasianistas. En este caso, sería extraño si los atlantistas, los imperialistas estadounidenses, y los liberales amaran a los eurasianistas y a sus seguidores en todo el mundo. Y viceversa. Por lo tanto la tesis es obvia: estamos bien en el lado de la civilización de la Tierra, bien en el del Mar. La Tierra significa Tradición, Fe (para los rusos, el cristianismo ortodoxo), Imperio, narod (pueblo), lo Sagrado, Historia, Familia, Ética. El Mar es la modernización, el comercio, la tecnología, la democracia liberal, el capitalismo, el parlamentarismo, el individualismo, el materialismo y la política de género. Ambos son mutuamente exclusivos conjuntos de valores.
El Neo-eurasianismo en el período post-soviético
Un grupo de neo-eurasianistas, dirigido por mí, ha estado restaurando y desarrollando todas estas ideas como una cosmovisión integral a partir de finales de 1980. Hemos restablecido una parte importante del patrimonio ideológico dejado por los eurasianistas originales, añadiendo la geopolítica y el Tradicionalismo, y aplicándolo a las realidades políticas de la rápida desintegración soviética. Como los primeros eurasianistas de la década de 1920 -que escribían desde la emigración- apoyamos la transformación de la URSS en un imperio euroasiático. Esta transformación suponía preservar todo el espacio bajo un liderazgo estratégico unificado, pero cambiando la ideología por la Ortodoxia y el eurasianismo. Y al igual que los eurasianistas originales, estábamos convencidos de que los liberales y los occidentalistas son el peor enemigo de la idea de Rusia (peor que los comunistas), y que iban a romper la Gran Rusia (URSS) si llegaban al poder.
Después de todo, eran parte de la red atlantista. Esto fue confirmado plenamente a su debido tiempo: llegaron al poder y la destruyeron. Y luego trataron de romper la Federación Rusa. Por lo tanto, los eurasianistas se levantaron en oposición radical a Yeltsin y a todo el régimen títere democrático-liberal pro-occidental de la década de 1990, que estaba dominado por la burguesía compradora y los agentes rusófobos de los EE.UU. Este período marca la primera demonización de los neo-eurasianistas – la oposición patriota en Rusia – como “chovinistas rusos” en los Estados Unidos y Occidente. Ideólogos occidentales incluso arrastraron a varios líderes patrióticos en esta histeria anti-eurasianista utilizando su ignorancia y su vanidad y, en ocasiones, simplemente sobornándolos.
Todo eso cambió en el año 2000, cuando Putin llegó al poder. Comenzó a transformar el sistema de Yeltsin en sentido patriótico, encarnando una parte importante de ideas conforme a los principios y valores de la ideología eurasianista. Esta y sólo esta es la razón por la cual los eurasianistas han apoyado a Putin y lo apoyan todavía. No hay nada personal aquí: nos oponemos a Yeltsin, un atlantista occidentalista, y comenzamos a apoyar al patriota Putin. Es una elección puramente ideológica, clara, cristalina. Esta es también la razón por la cual el grado de odio hacia los eurasianistas ha aumentado dramáticamente entre los rusos liberales occidentalistas y en el Occidente dominado por Estados Unidos.
Hoy en día, las políticas de Putin se están moviendo cada vez más en la línea de las ideas eurasianistas. Esta es la razón por la cual Occidente, junto con los medios de comunicación liberales rusos, y los liberales en el gobierno que apoyan a Putin pragmáticamente, han comenzado a llevar a cabo un ataque directo contra los eurasianistas. Ellos ven el peligro del apoyo eurasianista a Putin no por su número e influencia, sino por el puro poder de las ideas eurasianistas, basadas en la geopolítica y el método civilizacional, el análisis histórico preciso y una radical orientación anti-liberal, antioccidental, sin dejar espacio para la manipulación, el fraude y el engaño de los occidentalistas. Por esta razón, se ha hecho un esfuerzo exhaustivo para asegurar que Putin no ofrecería el menor apoyo a los eurasianistas. Según los arquitectos del atlantismo, esto conduciría, tarde o temprano, a marginalizar el eurasianismo, empujando su ideología hacia la periferia. Esto requiere un esfuerzo colosal por parte de Occidente y de los liberales rusos. No podemos decir que hemos superado con éxito todas sus tentativas, pero también es obvio lo contrario: Putin marcha con confianza hacia el establecimiento de la Unión Euroasiática. No teme desafiar abiertamente a Occidente y sus valores liberales, dirigiéndose enérgicamente hacia la Fe, la Tradición y los fundamentos conservadores de la sociedad.
Redes eurasianistas en el exterior
Ya en la década de 1990 y sobre todo en la década de 2000, los eurasianistas comenzaron a crear una vasta y extensa red confiando en las fuerzas que también rechazan el atlantismo y la hegemonía estadounidense, opuestas al liberalismo y a la política de género, aquellos que están por la Tradición, lo sagrado, el cristianismo y otras creencias tradicionales. Muy a menudo, la red eurasianista ha tendido a incluir a los conservadores que se conocen normalmente como “de derecha”. Con bastante frecuencia, sin embargo, los opositores de la hegemonía estadounidense se encuentran en la “izquierda” también. Algunos de ellos eran rusófilos, mientras que otros se inclinaron hacia el eurasianismo por razones pragmáticas: la sociedad tradicional de Rusia era más fuerte que la de Occidente, y el potencial estratégico de Rusia podría llegar a ser el contrapeso a la dominación estadounidense. Muchos en Europa y más allá de sus fronteras estudiaron geopolítica e identificaron fácilmente en el eurasianismo a los defensores de la civilización de la Tierra – a la que ellos mismos se adscribieron (representando la Tradición versus el liberalismo). Sin embargo, la red eurasianista era incomparablemente más débil y más limitada que la inmensa contraparte atlantista, apoyada por el capital global (por ejemplo, George Soros), por la elite liberal pro-estadounidense (que casi siempre es la clase dominante), por el poder militar y de inteligencia de los EE.UU. y la OTAN, y un segmento cada vez mayor de la juventud apegada a la red occidental, formando una visión cosmopolita de las cosas, el individualismo, la superación de la moral, y una ruptura total con la religión, las tradiciones, el narod (los pueblos), la familia, e incluso el sexo biológico (género). Sin embargo, la red eurasianista se ha venido desarrollando en base a las fuerzas que estaban en desacuerdo con la nueva forma de dominación global, el “tercer totalitarismo” que rechaza los derechos de todas las otras ideologías si no se reconocen los principios básicos del liberalismo. Cualquier alternativa anti-liberal “a la izquierda” fue clasificada como un “estalinismo” y el “GULAG”, mientras que “a la derecha” fue llamada “nazi” y “Auschwitz”. El eurasianismo no era ni comunista ni fascista, es decir, ni de “derecha” ni de “izquierda”. Es por esto que los liberales lo bautizaron como la “International roji-parda”. Dependiendo de las circunstancias, podían declarar que el eurasianismo es “una red de agentes de la KGB” (“estalinismo”) o la “Internacional negra” (“fascismo eurasianista”). Nadie se preocupaba por el hecho de que no era ni lo uno ni lo otro: para los liberales, no hay verdad fuera del liberalismo. Esto explica la campaña sistemática y deliberada de los medios de comunicación occidentales que se inició en la década de 1990 con el fin de desacreditar sistemáticamente el eurasianismo y a los eurasianistas.
Gradualmente, la influencia del eurasianismo y de las redes eurasianistas creció fuera de Rusia (en Europa, Turquía y la ex Unión Soviética, especialmente Crimea y los territorios orientales de la antigua Ucrania), y dentro de la propia Rusia. La respuesta de Putin al golpe de estado en Kiev -la reunificación con Crimea y el inicio de la liberación de Novorossia- ha servido como un momento revelador que demuestra la cada vez mayor importancia del eurasianismo, que a menudo pasa desapercibida para el observador superficial. Describí estos escenarios como inevitables en la década de 1990 (véase A. Dugin, Osnovy Geopolitiki [Fundamentos de la Geopolítica] Moscú, 1997). En aquel entonces, yo los expliqué a través de la inevitabilidad histórica y la necesidad geopolítica: de acuerdo con la lógica de la geopolítica eurasianista, Ucrania debe o unirse a los atlantistas (y entonces el este y el sur se separarán), o a Rusia (y entonces las regiones occidentales se rebelarán). Esto es precisamente lo que ha ocurrido, y Putin actuó como un verdadero patriota ruso y eurasianista en circunstancias difíciles en vez de como un liberal y atlantista. Como resultado, el Occidente oficial junto con los liberales rusos y sus velados cómplices iniciaron una nueva ola de persecuciones contra los eurasianistas, que fueron acusados de interminables y, a veces, completamente absurdas afirmaciones, y culpados de todos los pecados capitales. Cuanto más fuertes se hicieron estas ideas y más clara fue su encarnación en actos políticos reales, más odio se despertó entre los representantes de la civilización del Mar y su red.
Red contra Red
Al comienzo del drama de Ucrania, he dividido nominalmente a los atlantistas de Rusia en la “sexta” y la “quinta” columnas. La “quinta” columna representa a los abiertos atlantistas, liberales, y partidarios de la política de Estados Unidos, que se oponen a Putin y al patriotismo ruso. La llamada “sexta” columna se disfraza como burócratas estatales y pragmáticos, apoyando a Putin exteriormente. Al igual que la “quinta” columna, sin embargo, rechaza categóricamente las ideas eurasianistas y trata de restringir o sabotear cualquiera de los esfuerzos patrióticos de Putin, asestando un golpe a la red eurasianista tanto en Rusia como en el extranjero. En Ucrania, el Maidan fue una iniciativa atlantista. Crimea se convirtió en la primera respuesta eurasianista al Maidan. Novorossia habría sido la segunda respuesta eurasianista, pero aquí nuestra ofensiva (hasta ahora) ha sido contenida por los atlantistas en Rusia y más allá. Mucho ha cambiado en el transcurso de los dramáticos acontecimientos en Ucrania durante 2014. Pero la geopolítica eurasianista sigue siendo la misma: la estrategia de Rusia implica soberanía, multipolaridad y la completa independencia de la dominación estadounidense. Putin habla y actúa sobre estas nociones. Por lo tanto, a pesar de todo, los eurasianistas apoyan plenamente a Putin y el rumbo que sigue. Una vez más, esto no es nada personal. En cualquier momento, ciertos aspectos de su política pueden generar pequeños o grandes niveles de entusiasmo, mientras que otros no entusiasman en absoluto. En general, sin embargo, pasadas unas décadas se revelará el hecho de que es a la política eurasianista a la que Putin se adscribió. Y es obvio que se adhiere a esta orientación de aquí en adelante. Su último discurso ante la Asamblea Federal no deja ninguna duda al respecto. Era imposible no entender esto de su discurso. Declarando abiertamente el programa eurasianista, Putin afirmó:
“Si para algunos países europeos el orgullo nacional es un concepto olvidado hace tiempo y la soberanía es un lujo demasiado caro, la verdadera soberanía de Rusia es absolutamente necesaria para la supervivencia. En primer lugar, debemos darnos cuenta de esto como una nación. Me gustaría hacer hincapié en esto: o bien seguimos siendo una nación soberana, o bien nos disolvemos sin dejar rastro y perdemos nuestra identidad. Por supuesto, otros países tienen que entender esto también” [5].
En cuanto a la situación de Ucrania, las redes eurasianistas en Europa demostraron todo su potencial. Casi todas las protestas pro-rusas, los observadores electorales, e incluso los voluntarios franceses en Novorossia, estaban conectados de alguna manera a las redes eurasianistas o a movimientos paralelos estrechamente relacionados. Esto es muy natural. En Europa y en otros lugares, los eurasianistas son muy conscientes de la geopolítica, entendiendo el hecho de que este no es un conflicto entre dos naciones eslavas, Rusia y Ucrania, sino entre la Tierra frente al Mar, entre la hegemonía estadounidense y la unipolaridad contra el mundo multipolar representado por Rusia. Por lo tanto, la red eurasianista no actúa en interés de Rusia, sino más bien por los intereses de Europa y por la idea de la multipolaridad. Una vez más, esto no es nada personal: hay quienes están de acuerdo con el liberalismo y el programa estadounidense y quienes no lo están. Conservadores europeos no están de acuerdo con ser dominados por los EE.UU. En consecuencia, dirigen su mirada hacia un lugar que ofrece una alternativa posible. ¿Y qué es lo que ven? La Rusia de Putin y la ideología eurasianista. Y comprenden una a través de la otra, independientemente del punto de partida.
Esta lógica es obvia para los amigos, pero también es evidente para los enemigos. Putin es el enemigo número uno para el actual Occidente liberal y la civilización marítima, porque defiende consistentemente los intereses de la contraparte terrestre. Cualquier líder construyendo con éxito una Rusia grande e independiente sería un “villano” a los ojos de Occidente, no importa quién sea en realidad. Por lo tanto, Putin simplemente no puede convertirse en un héroe para los EE.UU. y el atlantismo global. Para ello, él tendría que destruir Rusia, como hizo Gorbachov con la Unión Soviética, y por lo que fue aplaudido.
Lo mismo se aplica al eurasianismo: no importa la ideología, si desafía la hegemonía de Estados Unidos, confiando en un poderoso estado nuclear, no puede ser indiferente o visto de una manera abstracta neutral. Los enemigos entienden todo esto muy bien y utilizarán todos los esfuerzos para demonizar el eurasianismo por cualquier medio que sea necesario. Emplean la denigración, la difamación, la calumnia, las injurias, las falsas etiquetas, la identificación errónea con el “estalinismo” o el “fascismo” (dependiendo del contexto particular), fabricando pruebas, y así sucesivamente.
Bajo Ataque. Preparando una contraofensiva
En algún momento, Putin, como líder de un gran país, y la ideología eurasianista, como aparato conceptual que describe con precisión los retos y objetivos de la actual situación geopolítica -donde ya no funcionan las viejas ideologías (izquierda y derecha)-, serán fundidos en un odiado objeto compartido a los ojos de la entera red atlantista que todo lo abarca. Cualquiera que respalde a Rusia o incluso que critique a Occidente se convierte al mismo tiempo en “agente de Putin”, en “espía ruso”, y en “eurasianista.” Al mismo tiempo, vale la pena señalar que cuando mencionamos a la llamada quinta columna en Rusia y a la red de agentes atlantistas, somos instantáneamente bombardeados con la acusación de paranoia y de teorías de la conspiración.
Pero mira los titulares de los grandes medios en Occidente: la búsqueda de la “quinta columna de Putin” está en pleno apogeo, hay listas de “espías rusos”, y hay una campaña directa para identificar a todos aquellos que simpatizan con Rusia en base a una dirección de correo electrónico eurasianista pirateada. ¿Qué es nuestra heroica pequeña red de aquellos que se oponen al actual orden mundial liberal en comparación con los miles de millones del Sistema de la Reserva Federal, las universidades liberales, la última tecnología, los medios de comunicación mundiales, así como las decenas de miles de ONGs y agentes de influencia dentro de la élites europeas y asiáticas? Pero esta red inspira rabia y furia en el enemigo. Después de todo, Rusia está con nosotros. Y Putin conduce a Rusia. Nuestro pueblo y la historia están detrás de él. Un puñado de entusiastas portando banderas de Novorossia y retratos de Putin en las calles de Europa ya no parece tan patético. Esta es la civilización alternativa -la de la Tierra, la del Heartland- surgiendo de su sueño. Y seguirá surgiendo hasta estar completamente despierta.
Es la calma antes de la tormenta. La situación en Novorossia ha llegado a un callejón sin salida. La presión sobre Rusia está creciendo por momentos. Estamos bajo un poderoso ataque. Cualquier persona que apoya activamente a Putin, enlaza con la red Eurasianista y desafía a la Bestia norteamericana, se encuentra actualmente bajo ataque. Bajo un intenso fuego. Este fuego crece. La presión se hace cada vez más fuerte. La traición es particularmente desagradable en esta situación. Es lamentable cuando el enemigo es muy consciente de lo peligroso que eres para él, mientras que tu amigo potencial parece no ser consciente de tu utilidad. En esto radica la verdadera prueba. Uno puede soportarlo sólo a través de una idea poderosa. A pesar de los trucos psicológicos y los complejos juegos de red que nuestros oponentes utilizan para estrangularnos.
Hemos establecido, y continuaremos estableciendo redes eurasianistas alrededor del mundo. Hemos trabajado y seguiremos trabajando contra la hegemonía estadounidense con el fin de socavarla. Hemos apoyado y seguiremos apoyando a todos los actores alternativos en Europa y Asia que representan la Tradición (para nosotros, los rusos, ésta es el cristianismo ortodoxo, en primer lugar), la justicia, la libertad y un mundo multipolar. A pesar de las aspiraciones del Occidente actual: no hay una, sino muchas civilizaciones; no hay una (la liberal), sino muchas ideologías; no hay una sola humanidad, sino una rica diversidad de culturas que no aceptan la globalización y que lucharán hasta la muerte.
Dios está con nosotros, vosotras, naciones, preparaos para la batalla y para ser destrozadas, ¡porque con nosotros está Dios! (A partir de Isaías 8: 9-10).
[1] http://engel.house.gov/…/engel-remarks-condemning-russian-…/
[2] http://www.wsj.com/…/SB100014240527487044950045762648802312…
[3] http://eng.kremlin.ru/transcripts/23341
[4] https://www.congress.gov/…/113th-…/house-resolution/758/text
[5] http://eng.kremlin.ru/news/23341
(Traducción de La Cuarta Teoría Política en español)
Fuente: The Fourth Political Theory
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