5 octubre, 2015 Sofia Bianchini
¿Qué es el TTIP?
Las negociaciones entre EEUU y la UE para forjar el ambicioso TTIP empezaron en julio de 2013. Implementado, el tratado tendrá un impacto en los 28 países de la UE y en los 50 estados norteamericanos para un total de 820 millones de ciudadanos. Afectará a numerosas acciones del comercio internacional y de la inversión extranjera directa, siendo la relación comercial entre las dos potencias la mayor en el mundo: los bienes y los servicios comerciados entre EEUU y UE tienen aproximadamente un valor de 2 mil millones de euros cada día.
En uno de los pocos documentos publicados por la UE, que todavía no corresponde al tratado oficial, se resumen vagamente los elementos claves del TTIP: el acceso al mercado, los obstáculos no-tarifarios y las cuestiones normativas. Estos tres componentes se negociarán paralelamente y formarán parte de un único acuerdo que garantice “un resultado equilibrado entre la eliminación de derechos y de obstáculos reglamentarios innecesarios al comercio, y la mejora de las normas, logrando resultados importantes en cada uno de estos componentes y una apertura efectiva y recíproca de los respectivos mercados”. Sin embargo, los objetivos enumerados en el documento de la UE son todavía demasiado ambiguos. Faltan descripciones claras y concretas de las acciones que vendrán implementadas en caso de suceso de las tratativas.
¿Dónde leerlo?
La información disponible para los ciudadanos europeos está resumida en el sitio web de la Comisión Europea. Estas páginas revelan la idea básica del TTIP: la creación de un mercado único, con las mismas normas y estándares para la UE y los EEUU, para simplificar las relaciones comerciales y potenciar las ocasiones de negocios entre empresas. No obstante, el público no puede acceder a descripciones más detalladas del acuerdo. Para ir contra estas restricciones, algunos sitios y revistas han publicado partes del tratado. El periódico alemán Zeit Online desveló la parte relativa al e-commerce, mientras que el Huffington Post ha publicado un documento sobre la energía y las materias primas.
Si vives en Europa, hay otras pocas maneras para leer el borrador del tratado. Hay reading rooms en Bruselas, a las cuales pueden acceder solamente los miembros del parlamento de la UE. Además, nuevas reading rooms han sido recientemente abiertas en las embajadas estadounidenses en los países miembros de la UE. El acceso es disponible por dos horas, dos días cada semana, para representantes nacionales seleccionados por sus gobiernos. Ellos pueden entrar sólo con un papel y un lápiz. Todavía no es claro lo que pueden hacer con las informaciones clasificadas contenidas en el borrador: el leaking de las informaciones obtenidas en las reading rooms implicaría consecuencias penales.
¿Por qué mantenerlo en secreto?
Una pregunta surge espontánea: ¿Por qué tanta confidencialidad? Emily O’Reilly, Defensor del Pueblo Europeo, explica que “hay una disparidad entre la cultura de transparencia de los EEUU y de la UE”. Los EEUU consideran todos los documentos y acuerdos comerciales ‘clasificados’, mientras la UE tiene estándares menos rígidos. Sin embargo, Bruselas no se ha quejado de la decisión de Washington de mantener el pacto en secreto durante las tratativas. De hecho, como fue comentado por le Monde Diplomatique, la UE cree que para asegurar el éxito de las tratativas del TTIP “es necesario respetar un cierto grado de confidencialidad. De otra manera, sería como mostrar las cartas al oponente durante un partido”.
Por otro lado, hay gente que cree que la confidencialidad del TTIP no es dictada por el deseo de maximizar los éxitos de las negociaciones. Molly Scott Cato, eurodiputada británica, después de su visita a una reading room, expresó sus preocupaciones sobre las razones de tanto secretismo. De hecho, el 92% de los que participan en las consultas están afiliados a corporaciones. De todos los encuentros que la Comisión Europea ha tenido, sólo el 4,6% fue con grupos de interés público, como sindicatos o consumidores. La eurodiputada cree que la confidencialidad que rodea el proceso es una manera para esconder la realidad del TTIP, la cuya discusión es dirigida por las corporaciones, no por los ciudadanos.
La Respuesta de Wikileaks
WikiLeaks quiere publicar un borrador del tratado para que todos los ciudadanos de la UE puedan conocer sus contenidos, participar en el debate e influenciar las decisiones de sus gobiernos. Las opiniones de WikiLeaks son explicadas en un video. No sólo el grupo de Julian Assange cree que el tratado promueve un régimen donde los ciudadanos tendrán menos poder sobre cuestiones como la seguridad laboral, el sistema sanitario y la presencia de organismos genéticamente modificados en los productos alimentarios, sino tiene miedo de que los gobiernos perderán su soberanía sobre estos asuntos también. De hecho, según el investor-state dispute settlement (ISDS), elemento clave del TTIP, las compañías podrán denunciar todo lo que afecta sus lucros e ingresos. Eso podría originar injusticias: un ejemplo es el caso de Veolia, una multinacional francesa que denunció el gobierno egipcio por su decisión de incrementar el sueldo mínimo.
Sin embargo, el grupo de Assange justifica su protesta con preocupaciones no sólo económicas, sino geopolíticas. WikiLeaks considera el TTIP como parte de una gran estrategia geopolítica para contrarrestar el crecimiento de China. La estrategia global iniciada por los EEUU comprende la ratificación de las ‘tres Ts’: el TTIP, el Trans-Pacific Partnership (TTP) y el Trade in Services Agreement (TISA). Estos tres tratados de libre comercio excluyen la participación de China y de los otros países BRICS y son considerados una manera para reafirmar la hegemonía estadounidense en la economía global.
MÁS INFORMACIÓN: Potenciales Socios del TTIP y TTP
La decisión de WikiLeaks de publicar el TTIP marca una nueva etapa para los whistleblowers de Assange. El filósofo Slavoj Žižek ha observado que antes la estrategia de WikiLeaks se centraba en desvelar cómo nuestras vidas son monitoreadas y reguladas por los servicios de inteligencia. Ahora su enfoque ha cambiado: el grupo quiere mostrar cómo el capital controla el mundo. El cambio de estrategia de WikiLeaks es paralelo a la afirmación del capital como fuerza dominante en el orden internacional actual.
¿El fin justifica los medios?
Hay diversos expertos que se oponen a las actividades de WikiLeaks, no por sus objetivos finales, sino por los métodos que utilizan para alcanzarlos. Steven Aftergood, activista estadounidense, a pesar de su apoyo a la libertad de expresión, ya ha criticado el trabajo de WikiLeaks. Él cree que la publicación de documentos clasificados por razones de seguridad, pero no necesariamente corruptos, es un mero ataque al secretismo, no una lucha contra la injusticia y la censura. En el caso del TTIP, la publicación de su borrador podría ser un error: como se ha explicado por diversos representantes de los EEUU y de la UE, la confidencialidad durante las tratativas es legítima y necesaria. Publicando el acuerdo, WikiLeaks no parece intencionado a solucionar el sistema, sino a derrotarlo.
Entonces, ¿el proyecto de WikiLeaks es vandalismo o altruismo? Sin duda, crear una campaña de crowdfunding para compensar un posible whistleblower por cometer un acto oficialmente considerado vandálico es una decisión controversial. ¿El que lo filtre estará inspirado por la recompensa de 100.000 euros o por su deseo de emancipar a los ciudadanos europeos? La recompensa financiera ofrecida por Julian Assange marca la frontera entre criminalidad y filantropía desinteresada. Sin embargo, los 100.000 euros serán difícilmente suficientes para defender el alertador de las consecuencias de su acto, como pagar un buen abogado, afrontar un despido laboral o incluso emigrar.
Quizás la recompensa no pretende despertar el apetito de algunos indecisos, que todavía no saben si vale la pena traicionar la confidencialidad prometida cruzando el umbral de las reading rooms. La razón de ser de la recompensa podría ser otra. De hecho, el dinero prometido es obtenido a través del crowdfunding, o sea una financiación colectiva llevada a cabo para conseguir una causa común. Ya una amplia gama de personajes notorios ha ofrecido soporte económico a este proyecto, como el ex Ministro de Finanzas griego, Yanis Varoufakis, o Vivienne Westwood, fashion designer británica. Quizás los 100.000 euros son una suma simbólica, una manera para demostrar complicidad con la causa de Julian Assange. Con cada donación, la responsabilidad de WikiLeaks viene compartida. Recompensar el whistleblower no significa necesariamente corromper sus ideales, sino distribuir su responsabilidad entre los que apoyan su causa. Así el “chivato” no es uno, sino cientos.
Hasta ahora WikiLeaks ha llegado a la suma de 98.000 euros, faltando poco para alcanzar la cantidad establecida. Sin embargo, ¿desafiará alguien las reglas de los acuerdos y enviará el texto del TTIP a WikiLeaks? ¿Podrán los ciudadanos europeos leer el borrador del acuerdo antes de su implementación?
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