A 20 años del comienzo de la Revolución Zapatista, hace bien entender sus partes para darnos cuenta que esa patria hermana es la que deseamos Entender su fuerza, su dignidad, su valor es entender por qué existe la esperanza, el futuro, un mundo mejor. Estar sentados viendo como pasa la vida es estar muertos, estar de pie, andando y desandando los tiempos de cambio es vivir intensamente. Ven observa, conoce a un pueblo que dejo la quietud y se transformó en movimiento perpetuo. Hoy, aquí, allí, somo0s parte de Aguas Calientes, somos la democracia en rebeldía profunda, somos quienes derrotaremos al imperialismo construyendo ese nuevo orden social ambiental , más humano, solidario, respetuoso de todas las formas de Vida. Saber de Aguas Calientes es saber del Alma de los miles que son! saber de Aguas Calientes es redescubrir nuestra potencia vital y ser miles de millones empujando la necesaria y definitiva revolución planetaria.
Aquella madrugada era estruendosa; se
trataba de tzotziles, choles, zoques, mames, tojolabales, tzeltales,
todos tras un pasamontañas la madrugada del primero de enero con arma en
mano intentando tomar siete cabeceras municipales. Las imágenes eran
confusas, sin embargo, la Primera Declaración de la Selva Lacandona,
daba la vuelta al mundo.
“Somos producto de 500 años de luchas:
primero contra la esclavitud, en la guerra de Independencia contra
España encabezada por los insurgentes, después por evitar ser absorbidos
por el expansionismo norteamericano, luego por promulgar nuestra
Constitución y expulsar al Imperio Francés de nuestro suelo, después la
dictadura porfirista nos negó la aplicación justa de leyes de Reforma y
el pueblo se rebeló formando sus propios líderes, surgieron Villa y
Zapata, hombres pobres como nosotros a los que se nos ha negado la
preparación elemental para así poder utilizarnos como carne de cañón y
saquear las riquezas de nuestra patria sin importarles que estemos
muriendo de hambre y enfermedades curables, sin inmortales que no
tengamos nada, absolutamente nada, ni un techo digno, ni tierra, ni
trabajo, ni salud, ni alimentación, ni educación, sin tener derecho a
elegir libre y democráticamente a nuestras autoridades, sin
independencia de los extranjeros, sin paz ni justicia para nosotros y
nuestros hijos.”
Mientras entraba en vigor el Tratado de
Libre Comercio de América del Norte, Carlos Salinas de Gortari y el
sistema neoliberal mexicano era cuestionado por indígenas sin rostro que
crearon 38 nuevos municipios de Chiapas, los territorios rebeldes que a
pesar del acoso paramilitar y violencia ejercidos sobre ellos, no sólo
lo han sabido sortear, incluso han hecho que movimientos sociales en
todo el mundo, hagan alusión al levantamiento zapatista como ejemplo de
triunfo social.
Fue desde el 17 de noviembre de 1983
cuando las montañas y la selva se tornaron el lugar propicio para la
preparación de la rebelión y de un nuevo horizonte. Se divisaron los
caracoles, las Juntas de Buen Gobierno como instancias de autogestión
comunitaria, se imaginó otro mundo posible donde se pudiera mandar obedeciendo. El nuevo mundo se quiso hacer posible la madrugada del primero de enero de 1994.
No pedían la presidencia, los encapuchados,-hoy tan criminalizados-, pedían independencia, libertad, justicia, paz. Su “¡YA BASTA!” rezumbó en Chiapas, luego en el país y más tarde en el resto del mundo.
La respuesta gubernamental no se hizo
esperar, el paramilitarismo, la condena mediática, el ofrecimiento de
“pedir perdón a los que depongan las armas” de Carlos Salinas de
Gortari, una comisión de solución del conflicto presidida por Manuel
Camacho Solís, intentos que más tarde serían fallidos a pesar de llegar a
los Acuerdos de San Andrés Larráinzar en que históricamente el Estado
mexicano se sentaba a dialogar temas omitidos, casi censurados como los
derechos de la mujer indígena.
Los acuerdos no sólo no fueron
respetados, la masacre de Acteal irrumpió en la escena, el 22 de
diciembre de 1997 un grupo paramilitar ingresó a la comunidad indígena
de Acteal para asesinar a 45 indígenas tzotziles que oraban al interior
de una iglesia. Durante siete horas se masacró a 16 niños y
adolescentes, 9 hombres y 20 mujeres, de las cuales 7 estaban
embarazadas. El gobierno declaró que se trató de una confrontación
étnica, la Suprema Corte de Justicia de la Nación resolvió que la
Procuraduría había fabricado pruebas en el caso.
La lucha indígena ha tenido
adversidades, pasó de ser una guerrilla a una propuesta también política
como lo reflejo en la Convención Nacional Democrática, el Movimiento de
Liberación Nacional y los mismos Acuerdos de San Andrés, cuyo éxito,
paradójicamente, estribó en el relativo fracaso de los mismos, pues fue
entonces donde aparecieron las Juntas de Gobierno y los Caraclos en
búsqueda de la autosuficiencia en vivienda, salud, alimentación,
educación, hoy objeto de análisis de investigadores de todo el mundo.
A decir del escritor y periodista Herman
Bellinghausen, quien ha estado durante 20 años dando seguimiento a la
situación en Chiapas, las condiciones de las comunidades zapatistas son
mejores de lo que estaban 20 años atrás. Pero también, los mismos
zapatistas lo declararon el pasado 30 de diciembre:
“EN ESTOS AÑOS NOS HEMOS FORTALECIDO Y
HEMOS MEJORADO SIGNIFICATIVAMENTE NUESTRAS CONDICIONES DE VIDA. NUESTRO
NIVEL DE VIDA ES SUPERIOR AL DE LAS COMUNIDADES INDÍGENAS AFINES A LOS
GOBIERNOS EN TURNO, QUE RECIBEN LAS LIMOSNAS Y LAS DERROCHAN EN ALCOHOL Y
ARTÍCULOS INÚTILES.
NUESTRAS VIVIENDAS SE MEJORAN SIN LASTIMAR A LA NATURALEZA IMPONIÉNDOLE CAMINOS QUE LE SON AJENOS.
EN NUESTROS PUEBLOS, LA TIERRA QUE ANTES
ERA PARA ENGORDAR EL GANADO DE FINQUEROS Y TERRATENIENTES, AHORA ES
PARA EL MAÍZ, EL FRIJOL Y LAS VERDURAS QUE ILUMINAN NUESTRAS MESAS”.
Pero no sólo eso, más de mil delegados y
promotores y promotoras de educación en 13 centros de capacitación han
sido parte de los triunfos zapatistas, lugares en donde se estudia
Educación Política, Educación Artística, Cultura, Salud,
Lecto-escritura, Matemáticas, Deportes, Historia y Lenguas, 200 escuelas
comunitarias, 8 escuelas secundarias, e incluso este año, se llevó y
llevará a cabo “La Escuelita”, una recepción de cientos de delegados a
nivel internacional para aprender y aprehender la lucha zapatista, algo
que el mundo sigue reconociendo como exitoso, son los Caracoles,
regiones organizativas creados desde el 2003 que fueron producto de la
necesidad de buscar una nueva relación de las comunidades zapatistas al
interior y exterior, éstos lo han logrado.
“Nosotros, hombres y mujeres íntegros y
libres, estamos conscientes de que la guerra que declaramos es una
medida última pero justa. Los dictadores están aplicando una guerra
genocida no declarada contra nuestros pueblos desde hace muchos años”,
recitaron hace dos décadas.
20 años después, el texto con el que
México amaneció el primero de enero de 1994 no ha perdido vigencia, y es
que desde aquella madrugada, el mundo escuchó qué buscarían los
zapatistas; hoy en el vigésimo aniversario del levantamiento zapatista
la Primera Declaración de la Selva Lacandona se lee con frescura.
“Pedimos tu participación decidida
apoyando este plan del pueblo mexicano que lucha por trabajo, tierra,
techo, alimentación, salud, educación, independencia, libertad,
democracia, justicia y paz. Declaramos que no dejaremos de pelear hasta
lograr el cumplimiento de estas demandas básicas de nuestro pueblo
formando un gobierno de nuestro país libre y democrático”.
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