jueves, 20 de marzo de 2014

"El corazón en cada brazada" Noelia Petti cruzó a nado el Río de la Plata con dos objetivos: el deportivo y el benéfico, ya que sirvió para recolectar materiales escolares para Emaús Burzaco.

Querida hermana de patria, Noelia Petti @noelia_petti Me dío mucha alegria saber de tu cruce, pero más el objetivo y la dignidad de tu alma. Gracias, me alegró el corazón Abrazo Foto: Querida hermana de patria, Noelia Petti @noelia_petti Me dío mucha alegria saber de tu cruce, pero más el objetivo y la dignidad de tu alma. Gracias, me alegró el corazón Abrazo

El corazón en cada brazada
 Noelia Petti cruzó a nado el Río de la Plata con dos objetivos: el deportivo y el benéfico, ya que sirvió para recolectar materiales escolares para Emaús Burzaco.
Es difícil empezar a practicar un deporte de grande." Lo afirma Noelia Petti, la nadadora de aguas abiertas que a los 39 años cruzó a fuerza de brazadas el Río de la Plata. Fue hace pocas horas, el domingo pasado. No había amanecido aún cuando se arrojó en la ciudad uruguaya de Colonia del Sacramento, para llegar a media tarde a Punta Lara, de este lado del río más ancho del mundo. Fueron en total 40 kilómetros. "Si bien hice deportes toda mi vida, el gusto por la natación se me despertó de grande", cuenta esta mujer nacida en Lomas de Zamora que hace 15 años entrena para competiciones de larga distancia. 
Pero lo que movilizó a Noelia a zambullirse en esta aventura fue algo más que lo meramente deportivo: "En primer lugar, lo hice para demostrarme a mí, y a la gente, que pude lograr este objetivo a base de sacrificio. Y además, lo hice con un fin benéfico." Ella trabaja para la Casa del Niño Emaús Burzaco, "un movimiento laico activo de solidaridad que lucha contra las causas que generan exclusión desde 1971", tal como se define la organización en su sitio web. En definitiva se trata de una asociación civil sin fines de lucro abocada a proporcionar medios y juntar fondos. Tiene tres áreas de trabajo: una escuela técnica, la Casa del Niño y una trapería en la que reciben las donaciones, las ponen en condiciones, las revenden y se juntan fondos para las otras dos áreas. 
"Mi familia siempre se dedicó al Emaús. Mi tío, Alberto de Urquiza, es el presidente", cuenta Noelia quien integra la Comisión Directiva y se reconoce criada en un ámbito de solidaridad a nivel familiar. Ahora, su objetivo benéfico se materializó, y con la carrera promovió la recolección de útiles escolares para esta casa del niño de la que su madre, María Cristina, es la directora. 
Noelia es profesora de Educación Física, para ella, algo más que una profesión. "No es la primera vez que me enfrento a estate tipo de pruebas", dice, aunque recuerda, y diferencia, que siempre lo hizo en el marco de carreras. Esta vez, la idea no era llegar primera, sino llegar. "Esto ocupa todo, el primer lugar de todo lo que hice", valora la nadadora, que confiesa: "Todavía estoy conmovida y emocionada por lo que generó en la gente, que pudo vivirlo de una forma más cercana." 
Pensaba hacer el cruce al río color de león en unas 14 horas aproximadamente. Pero finalmente le demandó 12 horas y 6 minutos. "Salí de Colonia a las 5:45, en plena noche cerrada. Yo había calculado más tiempo porque los registros que vi marcaban eso cómo mínimo." Curiosamente, no hay apuntadas marcas oficiales en esta disciplina. "¡Quién te dice, quizá marqué un record!", dice Noelia entre risas y con algo de vergüenza por temor a estar errando el dato. 
Para lograr esta meta, Noelia se entrenó en el Club Brown de Adrogué. Recuerda que se ilusionó con cruzar el Río de La Plata a “los veintipico de años”, cuando empezó a gustarle la natación. "Antes jugué tres años al waterpolo y estuve en la selección. Pero me di cuenta de que tenía una personalidad para un deporte individual", narra quien admira a Lilian Harrison, aquella nadadora argentina que el 22 de diciembre de 1923 fue la primera en unir las dos costas del Plata… Pero en 24 horas y 19 minutos. 
Perseverante, Noelia siempre supo que con trabajo y esfuerzo podía hacer cosas importantes. "Quería hacer algo más personal", cuenta sobre esta experiencia. Y se alegra de que haya tenido más repercusión de las competencias a las que habitualmente asiste. 
Quiere, además, formar una familia. En ese camino encuentra a  Nacho, su novio, que últimamente hace las veces de entrenador. Desde 2004, Noelia se prepara con Javier Baridó, pero cuando él no puede acompañarla, es Nacho quien la guía en sus travesías. "Nadar en un río sola es imposible", justifica. Explica que en el desafío, la acompaña una embarcación adelante marcando el rumbo y un bote semirrígido a cinco metros, con el que no puede mantener ningún contacto. Ahí viaja Nacho, quien le va mostrando datos estadísticos de su performance y la ayuda a hidratarse. "Ya somos un equipo", dice. Pero no sólo su pareja la acompañó durante el cruce: "Fui con una nube arriba de la cabeza todo el tiempo, rogando que no lloviera" en un Río de La Plata que cambia mucho la temperatura "desde aguas templadas a corrientes heladas", recuerda Noelia. 
Llegó, a las 17:51 a Punta Lara. No llovió. Y a la hora del balance, no duda: "Nadé en un río con muchas olas, con un viento terrible y eso la gente lo valoró. Fue una coronación en mi vida deportiva, y si bien no es un cierre, sé que estoy más cerca del retiro que del inicio. Todavía no tomé la decisión de dejar, pero siento que hice un montón de cosas que me llenan y me dejan conforme. Si hoy tuviera que dejar no sentiría que quedó algo pendiente”.

Es difícil empezar a practicar un deporte de grande." Lo afirma Noelia Petti, la nadadora de aguas abiertas que a los 39 años cruzó a fuerza de brazadas el Río de la Plata. Fue hace pocas horas, el domingo pasado. No había amanecido aún cuando se arrojó en la ciudad uruguaya de Colonia del Sacramento, para llegar a media tarde a Punta Lara, de este lado del río más ancho del mundo. Fueron en total 40 kilómetros. "Si bien hice deportes toda mi vida, el gusto por la natación se me despertó de grande", cuenta esta mujer nacida en Lomas de Zamora que hace 15 años entrena para competiciones de larga distancia. 
Pero lo que movilizó a Noelia a zambullirse en esta aventura fue algo más que lo meramente deportivo: "En primer lugar, lo hice para demostrarme a mí, y a la gente, que pude lograr este objetivo a base de sacrificio. Y además, lo hice con un fin benéfico." Ella trabaja para la Casa del Niño Emaús Burzaco, "un movimiento laico activo de solidaridad que lucha contra las causas que generan exclusión desde 1971", tal como se define la organización en su sitio web. En definitiva se trata de una asociación civil sin fines de lucro abocada a proporcionar medios y juntar fondos. Tiene tres áreas de trabajo: una escuela técnica, la Casa del Niño y una trapería en la que reciben las donaciones, las ponen en condiciones, las revenden y se juntan fondos para las otras dos áreas.
"Mi familia siempre se dedicó al Emaús. Mi tío, Alberto de Urquiza, es el presidente", cuenta Noelia quien integra la Comisión Directiva y se reconoce criada en un ámbito de solidaridad a nivel familiar. Ahora, su objetivo benéfico se materializó, y con la carrera promovió la recolección de útiles escolares para esta casa del niño de la que su madre, María Cristina, es la directora. 
Noelia es profesora de Educación Física, para ella, algo más que una profesión. "No es la primera vez que me enfrento a estate tipo de pruebas", dice, aunque recuerda, y diferencia, que siempre lo hizo en el marco de carreras. Esta vez, la idea no era llegar primera, sino llegar. "Esto ocupa todo, el primer lugar de todo lo que hice", valora la nadadora, que confiesa: "Todavía estoy conmovida y emocionada por lo que generó en la gente, que pudo vivirlo de una forma más cercana." 
Pensaba hacer el cruce al río color de león en unas 14 horas aproximadamente. Pero finalmente le demandó 12 horas y 6 minutos. "Salí de Colonia a las 5:45, en plena noche cerrada. Yo había calculado más tiempo porque los registros que vi marcaban eso cómo mínimo." Curiosamente, no hay apuntadas marcas oficiales en esta disciplina. "¡Quién te dice, quizá marqué un record!", dice Noelia entre risas y con algo de vergüenza por temor a estar errando el dato. 
Para lograr esta meta, Noelia se entrenó en el Club Brown de Adrogué. Recuerda que se ilusionó con cruzar el Río de La Plata a “los veintipico de años”, cuando empezó a gustarle la natación. "Antes jugué tres años al waterpolo y estuve en la selección. Pero me di cuenta de que tenía una personalidad para un deporte individual", narra quien admira a Lilian Harrison, aquella nadadora argentina que el 22 de diciembre de 1923 fue la primera en unir las dos costas del Plata… Pero en 24 horas y 19 minutos. 
Perseverante, Noelia siempre supo que con trabajo y esfuerzo podía hacer cosas importantes. "Quería hacer algo más personal", cuenta sobre esta experiencia. Y se alegra de que haya tenido más repercusión de las competencias a las que habitualmente asiste. 
Quiere, además, formar una familia. En ese camino encuentra a  Nacho, su novio, que últimamente hace las veces de entrenador. Desde 2004, Noelia se prepara con Javier Baridó, pero cuando él no puede acompañarla, es Nacho quien la guía en sus travesías. "Nadar en un río sola es imposible", justifica. Explica que en el desafío, la acompaña una embarcación adelante marcando el rumbo y un bote semirrígido a cinco metros, con el que no puede mantener ningún contacto. Ahí viaja Nacho, quien le va mostrando datos estadísticos de su performance y la ayuda a hidratarse. "Ya somos un equipo", dice. Pero no sólo su pareja la acompañó durante el cruce: "Fui con una nube arriba de la cabeza todo el tiempo, rogando que no lloviera" en un Río de La Plata que cambia mucho la temperatura "desde aguas templadas a corrientes heladas", recuerda Noelia. 
Llegó, a las 17:51 a Punta Lara. No llovió. Y a la hora del balance, no duda: "Nadé en un río con muchas olas, con un viento terrible y eso la gente lo valoró. Fue una coronación en mi vida deportiva, y si bien no es un cierre, sé que estoy más cerca del retiro que del inicio. Todavía no tomé la decisión de dejar, pero siento que hice un montón de cosas que me llenan y me dejan conforme. Si hoy tuviera que dejar no sentiría que quedó algo pendiente”.

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