Querida hermana de patria, Noelia Petti
@noelia_petti Me dío mucha alegria saber de tu cruce, pero más el
objetivo y la dignidad de tu alma. Gracias, me alegró el corazón Abrazo 
Es difícil empezar a practicar un deporte de grande." Lo afirma
Noelia Petti, la nadadora de aguas abiertas que a los 39 años cruzó a
fuerza de brazadas el Río de la Plata. Fue hace pocas horas, el domingo
pasado. No había amanecido aún cuando se arrojó en la ciudad uruguaya de
Colonia del Sacramento, para llegar a media tarde a Punta Lara, de este
lado del río más ancho del mundo. Fueron en total 40 kilómetros. "Si
bien hice deportes toda mi vida, el gusto por la natación se me despertó
de grande", cuenta esta mujer nacida en Lomas de Zamora que hace 15
años entrena para competiciones de larga distancia.
Pero lo que movilizó a Noelia a zambullirse en esta aventura fue
algo más que lo meramente deportivo: "En primer lugar, lo hice para
demostrarme a mí, y a la gente, que pude lograr este objetivo a base de
sacrificio. Y además, lo hice con un fin benéfico." Ella trabaja para la
Casa del Niño Emaús Burzaco, "un movimiento laico activo de solidaridad
que lucha contra las causas que generan exclusión desde 1971", tal como
se define la organización en su sitio web. En definitiva se trata de
una asociación civil sin fines de lucro abocada a proporcionar medios y
juntar fondos. Tiene tres áreas de trabajo: una escuela técnica, la Casa
del Niño y una trapería en la que reciben las donaciones, las ponen en
condiciones, las revenden y se juntan fondos para las otras dos áreas.
"Mi familia siempre se dedicó al Emaús. Mi tío, Alberto de Urquiza,
es el presidente", cuenta Noelia quien integra la Comisión Directiva y
se reconoce criada en un ámbito de solidaridad a nivel familiar. Ahora,
su objetivo benéfico se materializó, y con la carrera promovió la
recolección de útiles escolares para esta casa del niño de la que su
madre, María Cristina, es la directora.
Noelia es profesora de Educación Física, para ella, algo más que
una profesión. "No es la primera vez que me enfrento a estate tipo de
pruebas", dice, aunque recuerda, y diferencia, que siempre lo hizo en el
marco de carreras. Esta vez, la idea no era llegar primera, sino
llegar. "Esto ocupa todo, el primer lugar de todo lo que hice", valora
la nadadora, que confiesa: "Todavía estoy conmovida y emocionada por lo
que generó en la gente, que pudo vivirlo de una forma más cercana."
Pensaba hacer el cruce al río color de león en unas 14 horas
aproximadamente. Pero finalmente le demandó 12 horas y 6 minutos. "Salí
de Colonia a las 5:45, en plena noche cerrada. Yo había calculado más
tiempo porque los registros que vi marcaban eso cómo mínimo."
Curiosamente, no hay apuntadas marcas oficiales en esta disciplina.
"¡Quién te dice, quizá marqué un record!", dice Noelia entre risas y con
algo de vergüenza por temor a estar errando el dato.
Para lograr esta meta, Noelia se entrenó en el Club Brown de
Adrogué. Recuerda que se ilusionó con cruzar el Río de La Plata a “los
veintipico de años”, cuando empezó a gustarle la natación. "Antes jugué
tres años al waterpolo y estuve en la selección. Pero me di cuenta de
que tenía una personalidad para un deporte individual", narra quien
admira a Lilian Harrison, aquella nadadora argentina que el 22 de
diciembre de 1923 fue la primera en unir las dos costas del Plata… Pero
en 24 horas y 19 minutos.
Perseverante, Noelia siempre supo que con trabajo y esfuerzo podía
hacer cosas importantes. "Quería hacer algo más personal", cuenta sobre
esta experiencia. Y se alegra de que haya tenido más repercusión de las
competencias a las que habitualmente asiste.
Quiere, además, formar una familia. En ese camino encuentra a
Nacho, su novio, que últimamente hace las veces de entrenador. Desde
2004, Noelia se prepara con Javier Baridó, pero cuando él no puede
acompañarla, es Nacho quien la guía en sus travesías. "Nadar en un río
sola es imposible", justifica. Explica que en el desafío, la acompaña
una embarcación adelante marcando el rumbo y un bote semirrígido a cinco
metros, con el que no puede mantener ningún contacto. Ahí viaja Nacho,
quien le va mostrando datos estadísticos de su performance y la ayuda a
hidratarse. "Ya somos un equipo", dice. Pero no sólo su pareja la
acompañó durante el cruce: "Fui con una nube arriba de la cabeza todo el
tiempo, rogando que no lloviera" en un Río de La Plata que cambia mucho
la temperatura "desde aguas templadas a corrientes heladas", recuerda
Noelia.
Llegó, a las 17:51 a Punta Lara. No llovió. Y a la hora del
balance, no duda: "Nadé en un río con muchas olas, con un viento
terrible y eso la gente lo valoró. Fue una coronación en mi vida
deportiva, y si bien no es un cierre, sé que estoy más cerca del retiro
que del inicio. Todavía no tomé la decisión de dejar, pero siento que
hice un montón de cosas que me llenan y me dejan conforme. Si hoy
tuviera que dejar no sentiría que quedó algo pendiente”.
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