Barry Lando
CounterPunch
Traducido del inglés para Rebelión por Sinfo Fernández.
El cataclismo que golpea Siria ha creado la peor crisis de refugiados que el mundo ha conocido desde el final de la II Guerra Mundial. Así lo ha manifestado el ACNUR, el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados, que tiene la principal responsabilidad en la atención de los 3,9 millones de hombres, mujeres y niños que han huido de los horrores en curso.
Irónicamente, la tragedia está desarrollándose casi a las puertas de algunas de las personas más colosalmente opulentas del planeta, que presiden los Estados ricos en petróleo del Golfo.
Concretando cifras, con mucho menos del 1% de sus inmensos fondos soberanos, casi cada uno de los Estados del Golfo podía haber aportado, por sí solo, la totalidad de los 1.266 millones de dólares que el ACNUR trató de recaudar, sin conseguirlo, el pasado año para poder ayudar a los refugiados sirios.
En 2014, la campaña del ACNUR terminó un 37% por debajo de su meta presupuestaria.
Uno pensaría que esos fabulosamente bendecidos príncipes y jeques y emires habrían hecho cola para apoyar los intentos del ACNUR y mitigar la catástrofe que se ha cernido sobre millones de hermanos árabes mayoritariamente sunníes. Sobre todo teniendo en cuenta que esos mismos Estados del Golfo han facilitado las armas y el dinero que han venido alimentando gran parte de la horrenda violencia.
Pues bien, si es que uno pensara así, se estaría equivocando profundamente.
Como donante, Kuwait fue algo así como una excepción. En 2014 aportó al ACNUR 93 millones de dólares, la tercera mayor contribución después de EEUU (303 millones de dólares) y de la Unión Europea (146 millones de dólares).
Por otra parte, los kuwaitíes han canalizado también cientos de millones de dólares hacia algunos de los grupos combatientes más extremistas en Siria, hasta el punto que indignados funcionarios estadounidenses lo hicieron público el pasado año en un intento de obligarles a cerrar el grifo.
Sin embargo, para modesto crédito suyo, el apoyo de Kuwait al programa de ayuda a Siria del ACNUR es mayor que el de todos los demás Estados del Golfo combinados.
Pero no se debe precisamente a que la reciente caída del precio del petróleo haya vaciado las arcas de esos árabes.
Los qataríes, por ejemplo, financiados por un inmenso fondo soberano estimado en 250.000 millones de dólares, continúan haciéndose con impresionantes hoteles, clubs de fútbol, empresas y enormes parcelas de bienes raíces de primera calidad por todo el planeta. Justo en París, entre otros muchos activos, tienen la propiedad de los almacenes Le Printemps, del Hotel Peninsula, del Raffles Royal Monceau y 32.516 metros cuadrados a lo largo de los Campos Elíseos.
En Londres han comprado también gran parte del perfil del horizonte, desde la torre Shard a Harrods, al nº 1 de Hyde Park, a una franja enorme de Canary Wharf, por no mencionar el 20% de la Bolsa de Londres y el 10% de la compañía que ostenta la propiedad de British Air. Incluso ayudaron a mantener a flote el Barclays Bank durante el período álgido de la crisis financiera.
Los qataríes están también entre los más agresivos a la hora de distribuir fondos entre los grupos radicales que combaten en Siria. Por tanto, están directamente implicados en el actual desastre.
¿Qué es lo que los qataríes, con los segundos ingresos per capita más altos del mundo (104.000 dólares), han aportado a esta campaña?
Han dado 26 millones de dólares, mucho menos que Alemania (42,3 millones) o Japón (34 millones).
Esa cantidad fue también mucho menor que los 58 millones de dólares de multa que la reinante familia qatarí tuvo que pagar por la argucia ilegal que utilizaron para evitar pagar los impuestos de un excelente terreno en Londres que le habían comprado al Ministerio británico de Defensa por unos resplandecientes 1.500 millones de dólares.
(Ni se les ocurra preguntar por los 120 millones de dólares que las fuerzas armadas qataríes aflojaron para comprar el Hotel Renaissance en Barcelona.)
No obstante, los qataríes tuvieron la mano mucho más abierta con la campaña siria del ACNUR que otros gobernantes del Golfo.
La realeza que gobierna los Emiratos Árabes Unidos controla un fondo soberano por valor de 773.000 millones de dólares que deja enano a Qatar. También alardean de una deslumbrante capital (Abu Dhabi) que Forbes definió como “tan deslumbradoramente rica que casi resulta repugnante”. ¿Sus donativos del pasado año para la UNRWA?
4,8 millones de dólares. Mucho menos que Finlandia (7,84 millones de dólares).
Y ahora vienen los saudíes.
Su nuevo gobernante, el rey Salman, ha estado apuntalando su propia posición y la de su extensa familia con un descomunal obsequio poscoronación que hasta el momento asciende a más de 32.000 millones de dólares prodigados sobre la mayor parte de la población de su país.
Según el New York Times, al menos por el momento, se habla muy poco del incumplimiento de los derechos humanos o de reformas políticas. Los saudíes se han puesto a gastar. Algunos se regalan nuevos teléfonos móviles, bolsos y viajes al extranjero. Han pagado las deudas, han dado limosna y comprado collares de oro a sus madres. Algunos hombres han apartado dinero para casarse con una primera, segunda o tercera mujer. Uno de ellos se sentía tan satisfecho que roció a su bebé con crujientes billetes nuevos.
Los saudíes han sido también muy generosos con el nuevo régimen militar de Egipto: Junto con otros Estados del Golfo, consiguieron 12.000 millones de dólares para apoyar al gobierno del general Abdul Fattah al-Sisi tras echar a los Hermanos Musulmanes, detestados y temidos por los saudíes, y han prometido miles de millones de dólares más.
Bajo el príncipe Bandar bin Sultan, el cowboy que dirigía la inteligencia saudí hasta que fue despedido en abril de2014, los saudíes también canalizaron sumas inmensas en armas y dinero hacia algunos de los grupos militantes más extremistas en Siria, incluidos los combatientes del Estado Islámico, a quienes jaleaban en Iraq.
Pero, ¿y para el programa de los refugiado sirios del ACNUR?
En 2014, los saudíes aportaron un total de 2,9 millones de dólares. Con eso no podrían comprar estos días ni un apartamento decente de una sola habitación en Belgravia.
Incluso la pequeña Dinamarca dio más (6,2 millones de dólares).
Eso fue lo que ocurrió el año pasado. ¿Qué está intentando conseguir la campaña del ACNUR para los refugiados sirios en lo que va de año en que la crisis está agravándose hasta extremos insoportables?
Para 2015, el ACNUR está intentando recaudar 1.342 millones de dólares.
El 16 de febrero, con la televisión trasmitiendo imágenes de niños sirios harapientos muriendo congelados en refugios miserables, el ACNUR recibió un total de promesas de aportaciones de menos de 74 millones de dólares, sólo el 6% de la suma necesaria.
EEUU no se ha comprometido aún con nada.
Los mayores donantes hasta la fecha son Canadá (10.318.143 millones de dólares) y la Unión Europea (51 millones).
¿Y los saudíes, con su espléndido nuevo gobernante? Han prometido 2.773.000 millones de dólares, también mucho menos que el pasado año. Los EAU han prometido 2.247 millones de dólares, también menos que el pasado año.
Aunque más que Qatar… que ha aparecido con 209.000 dólares.
Ni siquiera el precio de un bolso decente de cocodrilo en Asprey.
(Sería interesante ver si Al Jazeera, de propiedad qatarí, recoge estos hechos en sus noticias.)
Barry Lando es un ex productor de 60 Minutes, que ahora vive en Londres. Es autor de The Watchman’s File. Puede contactarse con él en: barrylando@gmail.com y en su página web.
Fuente: http://www.counterpunch.org/2015/02/24/how-opulent-arabs-are-fueling-the-syrian-hell/
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