
Ángel Luis Lara,.desInformémonos
El zapatismo, ajeno
a focos, modas y consensos, no sólo goza de una excelente salud a 30
años de su nacimiento, sino que constituye una potentísima herramienta
decolonial.
Fuente: http://desinformemonos.org/2013/12/ezln-treinta-anos-del-mas-sensato-de-los-delirios/
En
noviembre de 1983, un diminuto grupo de hombres que se contaban con los
dedos de una mano aterrizó en la tupida Selva Lacandona, en el mexicano
estado de Chiapas. Habían decidido nombrarse rimbombantemente como
Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN). La mayoría urbanitas
sin remedio, portaban en la mochila un propósito que resonaba en sus
conversaciones como sentido delirante: hacer la revolución. Sin embargo,
dadas las condiciones de extrema pobreza y de urgencia social en
Chiapas, tal delirio resultaba ciertamente sensato. Además, las montañas
y las selvas chiapanecas no sólo albergaban a pueblos en resistencia
desde hacía casi 500 años, sino que desde que a finales del siglo XIX
algunos de los desterrados protagonistas de la Comuna de París dieran
con sus huesos en Chiapas, en dichas tierras no habían dejado de
florecer antagonismos y disensos subterráneos.
Armado
con cuadriculados lenguajes y manidos artefactos ideológicos, ese
pequeño grupo inicial no tardó en chocar con el sentido común de los
pueblos indígenas originarios y habitantes de esos territorios. Entonces
fue cuando el Subcomandante Marcos, el más conocido participante en esa
primigenia y delirante mónada zapatista, decidió que las fuerzas ya no
le daban de sí y que mejor se bajaba de ese barco zozobrante e incierto.
“¿Dónde está la salida?”, preguntó. “No hay salida”, le contestaron los
pueblos indígenas. “Y entonces, ¿qué hacemos?”, respondió un aturdido
Marcos. “Quedaros y aprended”, sentenciaron los pueblos mayas.
Y
eso es lo que hicieron. Escucharon y aprendieron de los pueblos
indígenas hasta el punto de devenir indígenas ellos mismos. Una suerte
de posesión con trazos de realismo mágico que no solo desarmó la
arrogancia y los clichés tradicionales de la izquierda, sino que activó
un maravilloso híbrido revolucionario hecho de saberes y cosmovisión
indígena, capaz de parir una artesanía del cambio social revolucionario
repleta de paradojas y de puentes hacia fuera.
Así,
armados de preguntas, los zapatistas nacieron como un oxímoron: el más
sensato de los delirios. Hoy ese maravilloso delirio no solo está
habitado por miles y miles de mujeres, hombres, niños, niñas, ancianos y
ancianas en Chiapas. Además ha sido capaz de construir la materialidad
tocable y respirable de una vida otra. Con infinitas dificultades,
errores y caminos torcidos. En este mundo, pero con otros mapas y en
otras coordenadas.
Treinta años después de su
nacimiento, el EZLN protagoniza una de las experiencias más ricas y
radicales de libertad y de emancipación humana que los últimos siglos de
historia hayan conocido. Desde que se levantaran en armas en enero de
1994, los zapatistas habitan en una cotidiana restitución del sentido
verdadero de la palabra democracia y en una trabajada liberación de la
vida de las garras de la supervivencia. Miles y miles de personas
viviendo de otra manera. Aquí, ahora y ya.
En su
treinta cumpleaños, la disutopía zapatista decidió abrir sus puertas y
sus ventanas para compartir las formas de vida que han generado tres
décadas de delirio sensato. Para ello han creado una escuela a la que
han llamado “La libertad según l@s zapatistas”. Se trata, sobre todo, de
una escuelita, así en diminutivo, que sirve para desaprender. No ofrece
pistas para un modelo y tampoco regala ningún manual de instrucciones.
Como en el Blade Runner de Ridley Scott, los zapatistas saben que los
replicantes ni aman ni tienen emociones. Por eso no les interesan las
copias ni las recetas. Simplemente tratan, con perseverancia e infinita
paciencia, de compartir tan solo un mapa del tesoro de un mundo otro. En
ese mapa destaca una coordenada por encima de las demás: una imperiosa
necesidad de decolonizar la existencia.
El zapatismo,
ajeno a focos, modas y consensos, no sólo goza de una excelente salud a
30 años de su nacimiento, sino que constituye una potentísima
herramienta decolonial. En los territorios chiapanecos donde los
zapatistas son gobierno, la humanidad ha abierto un agujero irreparable
en la modernidad, en la matriz abisal del pensamiento occidental y en la
racionalidad de la dominación. Una decolonización del vivir más allá de
la terrible imposición generalizada de la forma mercancía, en la
construcción colectiva e igualitaria de un mundo de usos y no de
consumos. Una decolonización del poder, más allá de la dominación de lo
privado y de lo público, en el tejido democrático de un común en el que
todas las personas son llamadas a ser y a hacer gobierno. Una
decolonización de las pasiones, más allá de las vilezas y los egoísmos
con los que la imposición neoliberal nos sujeta a las pasiones tristes
que la constituyen. Sin pedir permiso. Miles y miles de mujeres,
hombres, niños, niñas, ancianos y ancianas. Un presente y no un futuro.
Aquí, ahora y ya. Y un mensaje, tal vez desesperado, a los que estamos
del otro lado del espejo: “ORGANÍCENSE”. Porque no basta con desearlo.
A
su modo, los zapatistas le han llamado a todo eso autonomía. Una
experiencia de autogobierno participado por miles y miles de personas y
en la que el giro decolonial se traduce en el territorio zapatista en
instituciones, escuelas, hospitales, leyes, administraciones locales,
relaciones sociales, sistemas productivos, economías, sexualidades y
profundos cambios culturales llenos de puntos suspensivos. Concreto y
tangible. Por y para las personas. ¿No fue en el deseo de algo de eso en
lo que nos reconocimos en las plazas en un mayo de hace más de dos
años?Fuente: http://desinformemonos.org/2013/12/ezln-treinta-anos-del-mas-sensato-de-los-delirios/
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