Itandehui Reyes Díaz.-Mercedes Olivera Bustamante es antropóloga, pensadora feminista y precursora del trabajo de base con mujeres indígenas.
Desde la trinchera del Centro de Derechos de la Mujer de Chiapas ha impulsado la formación de indígenas en Derechos Humanos (DH), vital herramienta para fortalecer sus luchas.
El escenario es el Centro Indígena de Capacitación Integral Fray Bartolomé de Las Casas-Universidad de la Tierra Chiapas (Cideci-Unitierra). Mercedes comparte su palabra humilde y certera, como una abuela sabia a quien no nos cansamos de escuchar.
En esta primera entrega de la entrevista con Cimacnoticias nos relata sus experiencias sobre las dificultades y avances que han tenido las mujeres indígenas en sus luchas, y el feminismo de cosmovisión indígena, sobre todo su concepción del cuerpo.
EL CUERPO PROHIBIDO
–Cimacnoticias (CN): En su experiencia de trabajo con las comunidades indígenas ¿cómo se aborda lo que nosotras conocemos como derechos sexuales y reproductivos?
–Mercedes Olivera (MO): Para las mujeres indígenas es un tema muy difícil, nos ha costado mucho. Recuerdo que hicimos un taller sobre el cuerpo con las mujeres refugiadas guatemaltecas y sucedió que los folletos con los que trabajamos los vieron los hombres y entonces obligaron a quemarlos.
“Otra experiencia: en Chilón, con mujeres tzeltales, empezamos hablando de las diferencias entre mujeres y hombres cuando nace un bebé. Era muy difícil para ellas pronunciar en su lengua los nombres que se le dan a los órganos sexuales.
“Esto está ligado a cuestiones introducidas desde hace mucho tiempo junto con la religión católica, la forma de prohibir, de ver y sentir el cuerpo. Ha sido un tema al que llegamos después de mucho tiempo, después de sensibilizar a las mujeres de otros derechos, como el derecho a la tierra o derecho a una vida digna, como dicen las zapatistas.
“Para entrar al ámbito de lo personal empezamos hablando de los sentimientos, de las tristezas, llegar a la conciencia del cuerpo, hasta los derechos para decidir cuántos hijos tener, con quién y cómo.
“En el pensamiento indígena algunas personas lo llaman pensamiento circular; yo le llamo pensamiento colectivo. El ‘Yo’ para las mujeres implica un camino muy distante, hay que cruzar por la comunidad, por la familia, por los hijos, por el marido, hasta llegar a su identidad femenina.
“Esto realmente nos ha llevado a la construcción de un feminismo muy diferente. Se puede empezar el trabajo por los derechos sexuales, los derechos reproductivos, al aborto, el derecho a la opción sexual, pero nosotras tenemos un trabajo totalmente al revés: partimos de la violencia sistémica, de la violencia económica y poco a poco nos vamos acercando a la individualidad”.
–CN: ¿Ha podido conocer la cosmovisión de las mujeres indígenas sobre la sexualidad en temas como el placer, por ejemplo?
–MO: He trabajado poco la ideología del cuerpo; las mujeres dicen “siento bonito, siento agradable”, pero el concepto nuestro de placer yo no lo identifico en su ideología ni en su lengua.
“Hasta hace poco, en algunas comunidades el matrimonio era arreglado por los padres, hay un intercambio de regalos, estos regalos se vuelven mercancía y con el tiempo se vuelve el precio de la novia.
“Ahora con la influencia de la cultura occidental aparece la figura del noviazgo, hay más contacto físico. Antes besarse en público era extrañísimo ahora se ven en la ciudad a parejas de indígenas tomados de la mano, abrazados y besándose.
“Identifico que muchas mujeres viven el cuerpo, la sexualidad, todavía con una gran represión, con toda la concepción de que el sexo es pecado y es para tener hijos, para cumplirle al marido, pero no como una satisfacción personal física. Esto hay que tomarlo con reservas porque es probable que haya cambiado recientemente”.
AUTODETERMINACIÓN COLECTIVA
–CN: ¿Cómo le llama a este feminismo (el que trabaja con las mujeres indígenas)?
–MO: Feminismo campesino, popular, feminismo indígena. Teóricamente no está totalmente claro qué es el feminismo indígena. Me ha tocado estar en reuniones con indígenas que se dicen feministas y es interesante cómo repiten el discurso occidental en su lengua, para mí eso no es feminismo indígena.
“Es muy interesante la discusión sobre lo que llamo la ‘individuación’. Los conceptos occidentales parten del individuo y sobre todo nuestro feminismo occidental positivista que parte del individuo, un individuo excluyente, que ha excluido históricamente a las mujeres.
“En el planteamiento de las compañeras indígenas se trata de derechos colectivos. Hemos discutido con Celia Amorós, quien plantea que los colectivos son contrarios a la autodeterminación feminista. Pero nosotras hacemos análisis de la realidad para hacer esta interpretación de lo colectivo. No es lo mismo el individualismo característico de la sociedad occidental a lo que yo llamo ‘individuación’.
“No se trata de anular el individuo, sino que se reconozca que el colectivo está hecho de diferentes personas. La ‘individuación’ implica este reconocimiento colectivo de la existencia de lo individual No se pueden hacer colectivos si no hay este reconocimiento y respeto a las autodeterminaciones. También se trata de llegar a la autodeterminación, pero que se genere en colectivo.
“El feminismo indígena tiene que ser un proyecto de construcción partiendo de estas concepciones del mundo indígena, de las identidades colectivas, identidades que sí hay que transformar puesto que algunas son muy excluyentes, sexistas y discriminadoras con las mujeres. Pero también hay cosas dentro de las colectividades indígenas que occidente debe aprenderse, como la solidaridad y las redes familiares de apoyo”.
–CN: ¿Qué hay con estas jóvenes de las nuevas generaciones que salen de la comunidad y vienen a la ciudad? De alguna forma en las comunidades se les sigue viendo como transgresoras...
–MO: Siento que hay un cambio de valores pero también una plataforma para los abusos hacia las jóvenes indígenas. Hay casos de feminicidio de jóvenes indígenas que han sido asesinadas aquí en San Cristóbal por pretendientes de la comunidad.
“Que una mujer venga a la ciudad es cuestionado; les dicen que lo único que quieren es buscar hombre, que son ‘putas’. Empiezan hostigándolas y acaban asesinándolas no sin antes violarlas de forma múltiple por jóvenes drogados y alcoholizados.
“Esta violencia tiene en el fondo una dosis de racismo hacia las indígenas. Esto lo hemos vivido en la Universidad y me causa mucha rabia. Las jóvenes vienen y descubren un mundo y no tienen las formas de medir el peligro.
“Otro problema en la Universidad con las jóvenes es una fuerte discriminación, incluso maestros que las reprueban porque son indígenas; dicen que no tienen capacidad para entender. En el fondo tiene algo de realidad, no es para justificar la discriminación pero la lógica y lenguaje del pensamiento indígena es muy diferente al nuestro, hay mucho problema para entender los conceptos abstractos de nuestras ciencias.
“Me ha tocado dar clase y tengo que tener el diccionario al lado, me doy cuenta que lo están entendiendo de manera diferente de acuerdo a su cosmovisión. Esto también es discriminación, esto implica que no ha habido una interculturalidad porque no se ha trabajado con ellos los códigos de nuestra cultura para que puedan acceder a ellos”.
CAPITALISMO VIOLENTO Y FEMINICIDA
–Cimacnoticias (CN): En la Campaña Popular contra el Feminicidio que han impulsado aquí en Chiapas se habla de la violencia estructural contra las mujeres. ¿A qué se refiere?
–Mercedes Olivera (MO): Más bien la violencia hacia las mujeres tiene un carácter estructural y esto se conecta con la división sexual del trabajo y los aportes que hemos dado históricamente las mujeres con la formación de la fuerza de trabajo.
“Las mujeres tenemos hijos, los educamos, los criamos hasta que ya son útiles para trabajar, y parece que es nuestra obligación, está absolutamente naturalizado. Hemos hecho un aporte permanente de nuestro trabajo hacia la dinámica capitalista, en esta producción de fuerza de trabajo se va nuestra energía, nuestra salud, nuestras preocupaciones y esto también es una violencia.
“Ahora se habla de un cambio en la división sexual del trabajo, las mujeres ya no solamente somos reproductoras sino también abastecedoras.
“En el caso de las campesinas, se están quedando con la obligación de lo que llaman mantener a la familia porque los hombres están emigrando. Hay un proceso de proletarización ocasionado por el desarrollo capitalista que ha destruido la vida campesina.
“En una investigación reciente encontramos que el promedio de gasto diario en Chiapas son 12 pesos, en la Selva no llega a 9 pesos, en la parte Selva Norte el gasto es de 4 pesos con 35 centavos. ¿Cómo pueden vivir las familias? Son las mujeres las que tienen que resolverlo, tienen que recoger frutos y verduras del monte, criar animales, hacerse cargo del cultivo y además de las y los hijos; esto es una sobrecarga de lo que llamamos el trabajo de cuidado”.
–CN: Y de ahí viene la concepción de violencia feminicida...
–MO: Sí, lo que te quiero decir es que todo estos cambios en la división sexual del trabajo han movido el poder sobre el que ha sido construida la masculinidad: el ser abastecedor, el ser jefes de familia; la relación entre mujeres y hombres ha cambiado.
“La hipótesis es que al movérseles el piso a los hombres, aumenta el consumo del alcohol y las drogas y por supuesto la violencia hacia las mujeres; la cuestión del feminicidio, de lo que llamamos violencia feminicida, es una violencia acumulada de relaciones conflictivas que no se resuelven, comienzan siendo regaños, golpes y acaban siendo agresiones ya mayores”.
EJEMPLO
–CN: A 20 años de la Ley Revolucionaria de las Mujeres proclamada por el EZLN ¿qué cambios hay para ellas?
–MO: Hay que recordar que la ley se hizo para las mujeres combatientes en el contexto del alzamiento zapatista; hay que entenderla en el contexto de los años 90 y específicamente en el caso de las mujeres del EZLN. Ahora la han rebasado en la práctica misma.
“La situación de las zapatistas ahora es la construcción de un proyecto político, social, cultural y económico que tiene sus propias instituciones y dinámicas. Para las mujeres no ha sido fácil someterse a las formas de disciplina que implica un proyecto político. Romper con una tradición y construir una nueva vida; eso ha sido ejemplar.
“Cuando surgen los Caracoles en 2003, los zapatistas hicieron una evaluación y encontraron tres problemas fundamentales: uno es que la estructura militar estaba hegemonizando las decisiones de las comunidades; otro, el ‘mandar obedeciendo’ no se estaba llevando a cabo, y el otro punto es que las mujeres no estaban participando.
“Estaba la generación de las milicianas y las comandantas, después un vacío y luego las mujeres de base fundamentalmente dedicadas a la vida doméstica.
“Aunque no se les prohibía o limitaba su participación, pero las mujeres preferían quedarse en casa, tener hijos, hacer tortillas y colaborar haciendo tostadas; era su manera de cooperar al trabajo revolucionario, pero indudablemente eso era una continuidad de costumbres tradicionales.
“A partir de 2003 se trazó una estrategia para que las mujeres estuvieran informadas, para que participaran en las estructuras de gobierno, justicia, educación, un cambio muy importante con un gran esfuerzo.
“Al mismo tiempo como reflejo de lo público a lo familiar hay cambios en las relaciones; las mujeres zapatistas reconocen que los hombres zapatistas no les pegan, colaboran con los trabajos de la casa, incluso muchos han aprendido a hacer comida y se quedan al cuidado de las y los niños cuando las mujeres van a las reuniones; esto significa cambios fuertes en la vida cotidiana.
“Socialmente está reconocida la participación de las mujeres y es impulsada. La riqueza cultural y social del zapatismo se ha duplicado con la participación de las mujeres; aun desde su reclusión doméstica han hecho aportes importantes para la construcción de la autonomía.
“Ha sido fundamental esa aportación desde su trabajo doméstico, el tener hijos y cuidarlos en esa situación.
“Yo puedo decir que las y los compañeros prácticamente son héroes en medio de la guerra, los paramilitares y los proyectos asistenciales que tienen un carácter contrainsurgente.
“Resistir y construir teniendo tantas necesidades y con la capacidad de rechazar los apoyos gubernamentales; las compañeras entienden que si se aceptan apoyos del gobierno están aceptando formas diferentes, lo que les impediría la construcción de la autonomía, no pueden estar con un pie en un lado y con un pie en el otro.
MENOS MUERTES MATERNAS
–CN: En este contexto de guerra y construcción zapatista se necesitan hijas e hijos; esto es la importancia de reproducirse para resistir...
–MO: En la “Escuelita” (proyecto de enseñanza-aprendizaje del pensamiento y acción zapatistas) nos dimos cuenta de muchas cosas; por ejemplo muchas de las que eran niñas en el 94 ahora ya son mujeres, o las que no habían nacido son adolescentes.
“Algunas de las jóvenes que fueron formadas en las escuelas zapatistas acaban casándose con un “partidista”, como ellos les llaman; esto implica que se van a vivir a la comunidad del esposo.
“Son de esas contradicciones de las que hablábamos entre lo individual y lo colectivo, porque individualmente como mujeres tienen derecho a casarse con quienes ellas decidan, pero para el colectivo ya están cooptadas por el proyecto político del marido, ya no pueden ser zapatistas.
“Tal vez no sea tan grave porque no son muchas las mujeres que se casan con los partidistas, pero es interesante reconocerlo como un obstáculo para el proceso de construcción zapatista y para la liberación de las mujeres, porque cuando se pasan con los partidistas vuelven a las posiciones subordinadas, y a las políticas desarrollistas que las vuelven dependientes del gobierno.
“Esto ha significado una pérdida porque si no hay mujeres jóvenes las localidades van disminuyendo, si no hay nuevas niñas y niños es preocupante para el proceso de construcción y reproducción zapatista”.
–CN: En esta construcción de alternativas zapatistas también está presente la salud de las mujeres ¿cómo lo están haciendo?
–MO: La construcción de sus propios espacios de salud reproductiva, de tener la posibilidad de contar con atención médica oportuna, lo que nos decían ellas es que las muertes maternas han disminuido muchísimo en las zonas zapatistas. La posibilidad de que las mujeres tengan atención oportuna antes del parto; si hay partos de riesgo se acude al hospital.
“Tenemos noticias de un nuevo tipo de enfermeras y parteras que empezaron a luchar en la práctica por la maternidad voluntaria y se estableció una clínica especial en zona zapatista para la atención de estos casos. Ha habido avances muy importantes.
“Las zapatistas nos están dando un ejemplo, una esperanza, pero sobre todo un norte para encontrar alternativas”.
Fuente: http://www.cimacnoticias.com.mx/node/65278 - http://www.cimacnoticias.com.mx/node/65321
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