La presidenta argentina intenta desde hace un año retomar el control de los servicios de inteligencia argentinos. En esta óptica, un hombre de la CIA, Jaime Stiusso, fue privado de sus funciones la pasada semana. Una catástrofe para todos aquellos que obedecían sus órdenes.
El fiscal general, Alberto Nisman, a cargo del dossier AMIA desde hace años, sabía que iba a tener que rendir cuentas y que ya no tenía un protectar, al igual que sucedió con el juez Galeano, corrupto y corruptor, que actuó por cuenta de Israel y que ha sido duramente sancionado.
Nisman tuvo también que pasar malos momentos debido a sus mentiras dirigidas a mantener, a pesar de todas las evidencias, la tesis oficial israelí acerca de la responsabilidad de varios dirigentes iraníes. Todas sus alegaciones han quedado ahora desenmascaradas.
De este modo, él escogió darse muerte el 19 de enero de 2015.
He aquí en orden cronológico las prevaricaciones cometidas por el fiscal Nisman. En tanto que fiscal, su actuación es única en la historia judicial argentina. Él no tenía ningún otro dossier sobre su mesa más que el de la AMIA, disfrutaba de un enorme salario y tenía bajo sus órdenes a un extenso equipo.
1) En 2002, él se fue a Nueva York a interrogar a los dos hermanos de Hussein Berro, el supuesto kamikaze que se habría hecho explotar, según Nisman, con un coche bomba en el edificio del centro comunitario judío AMIA en Buenos Aires el 18 de Julio de1994.
El nombre de Berro le había sido suministrado por el Mossad en 1996. Sus dos hermanos, sin embargo, desmintieron dicha acusación. Uno de ellos había estado con su hermano al año siguiente del atentado de Buenos Aires en el Líbano. Se trataba además de un descapacitado que no podía conducir y murió posteriormente por un disparo de las fuerzas israelíes en el Líbano, que confiscaron posteriormente sus restos. Nisman regresa a Buenos Aires y efectúa declaraciones mentirosas y contrarias a lo que había oído. Los dos hermanos le desmienten públicamente en la prensa.
2) En 2006, Alberto Nisman asume las acusaciones del Mossad contra Irán y hace responsable del atentado de la AMIA al Líder Supremo de Irán en persona a través de declaraciones públicas e invocando pruebas que nunca presentó.
3) En 2007, Nisman obliga a Interpol a colocar en la lista negra a varios diplomáticos iraníes que habían sido exonerados tras el arresto en Londres del encargado de negocios iraní Soleiman-Pour. Éste fue liberado por la justicia británica, que rehusó extraditarlo a Agentina a causa de la inexistencia de pruebas contra él, a pesar de un dossier proporcionado por el ya mencionado Jaime Stiusso.
4) En 2009, Nisman acusó al ex presidente Carlos Menem de haber preparado él mismo el atentado contra la AMIA por intermedio de un argentino de origen sirio, Canore Edul, originario de Buenos Aires. Éste último fue totalmente exonerado de tales cargos por la Justicia argentina.
5) En 2013, él anunció el “descubrimiento” de una “red terrorista iraní” en la frontera del Paraguay (la Triple Frontera). Este anunció recibió una extensa cobertura de los medios, en particular en la prensa israelí. Sin embargo, ni siquiera la CIA se tomó la cosa en serio y el tema de dicha “red” cayó en el olvido.
Justo antes de su suicidio, Nisman acusó a la presidenta argentina de colusión con Irán para acabar con la investigación sobre el atentado contra la AMIA a cambio de ventajas comerciales para Argentina. Él tenía que hacer frente a una sesión en la Cámara de los Diputados para responder de aquella acusación infame tres horas después de que se disparara un tiro en la cabeza.
En cada una de sus iniciativas, Nisman fue la marioneta de Israel, que hizo todo lo posible para impedir que el acuerdo entre Irán y Argentina para colaborar en la investigación del caso diera resultados. Para ello, promovió la creación de obstáculos de tipo jurídico a través delos abogados de la DAIA (Delegación de Asociaciones Israelitas Argentinas).
Las acciones de Nisman y su círculo habrían podido convenir a la oposición argentina, decidida a expulsar del poder a la presidenta, a pesar de sus esfuerzos notables y tenaces para volver a dar consistencia a la soberanía nacional (en particular con las leyes sobre la prensa, el control de cambios, la resistencia a los fondos buitre y la toma del control de la policía y la inteligencia).
El bluff de Nisman no podía durar. Él no tenía absolutamente nada que ofrecer para respaldar ninguna de sus iniciativas. Ni siquiera podía ser útil a la oposición, sino más bien al contrario.
Y una acción judicial acababa de ser emprendida contra él por el abogado de la familia Canore Edul, Juan Gabriel Labaké. El pánico del fiscal Nisman se agravó por el hecho de que la línea de Obama es favorable al fin de las sanciones contra Irán y, por tanto, a la actitud de la presidenta argentina para liberar definitivamente a Irán de las sospechas de haber ordenado el ataque contra la AMIA.
Nisman sabía que iba a ser condenado en breve plazo a la cárcel y la ignominia. Todos sus patrocinadores le habían abandonado después de haberlo utilizado y le consideraban responsable de los fracasos para imponer la tesis de la responsabilidad iraní en el ataque. Y la presidenta estaba también dispuesta a defenderse con uñas y dientes.
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