Por Narjes Lisette.- "En la literatura política y social de todos los pueblos y naciones, la expresión “alambres de púa” trae a la memoria el concepto de límite, obstáculo, fronteras, prohibición, sea que éstos hayan bloqueado un
lugar en la geografía de la Tierra o hayan limitado un pensamiento, memoria o una lengua. Y, de la misma forma que las puntas de los alambres de púa lastiman las manos y los pies, el filo del límite de pensamiento hiere el corazón. Es por ello que toda la humanidad dice, unánimemente; “Yo odio los alambres de púa”, excepto aquéllos que los colocan.
Estos alambres separan los cuerpos sobre la tierra, pero los mismos, frente al pensamiento, alejan los corazones, lenguas y almas de los siervos de Dios, tal como si en un contrato no escrito separasen los capitales, sentimientos y relaciones de la gente. Es como si estos alambres, en forma invisible, obligasen a la gente a que ame lo que ellos desean y que odien lo que ellos quieran que odien. Éstos te obligan a que odies y te alejes, incluso de aquellas personas que pertenecen a tu propia tierra, cuyas almas están vinculadas a ti y, por el contrario, te obligan a querer a aquéllos que no tienen ningún vínculo contigo. Estos alambres de púa mezclan todos los conceptos, e incluso tienen el poder de alienarte de tu propio ser. Incluso pueden borrar tanto los antecedentes pasados como los ideales futuros.Hacen que la gente que se encuentra sitiada por estos alambres de púa virtuales, permanezca y se mueva, al igual que un robot, solo en el espacio de las ventajas y desventajas virtuales y predefinidas, incluso, al punto de olvidarse de su propia realidad.
Nos acostumbramos tanto a estos límites/alambres en la geografía terrenal e intelectual, material y espiritual, que ya ni nos viene a la mente preguntarnos
¿el monopolio de quiénes, están protegiendo tantos alambres?"
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