sábado, 31 de enero de 2015

Entrevista a Cédric Durand, investigador del Centro de Economía París Norte y profesor en la Escuela de Altos Estudios en Ciencias Sociales "El frenético apogeo de las finanzas procede de una lógica de desposesión"


Regards

Traducido del francés para Rebelión por Beatriz Morales Bastos.
En un brillante ensayo que constituye una alternativa al libro de Thomas Piketty, el economista Cédric Durand desmonta la lógica de la «estabilidad financiera» y del «capital ficticio», aboga por la desacumulación y señala las luchas que hay que emprender contra las finanzas.Cédric Durand es profesor en la universidad París 13, investigador del Centro de Economía París Norte y profesor en la Escuela de Altos Estudios en Ciencias Sociales (EHESS, por sus siglas en francés). En su opinión, lo que hace prevalecer los intereses financieros sobre los intereses de la economía real y nos desposeería de nuestro futuro político es el importante ascenso de una forma de «capital ficticio». 
-¿En qué sentido la financiarización descansa en un relato de legitimación?
-Cédric Durand: Hay que insistir en el papel de legitimación desempeñado por los teóricos de las finanzas los cuales, además, a menudo estaban vinculados simultáneamente a fondos de inversión... Para entrar en el detalle, hay que mencionar en primer lugar la hipótesis de «eficiencia de los mercados», que supone que los mercados conceden capital y siempre lo conceden de manera óptima: ahí donde estaría mejor invertido y utilizado. Por consiguiente, habría que dejarles operar libremente, es decir, no solo no dificultar las conexiones entre los diferentes mercados con el fin de crear un mercado global, sino también dejarles innovar. 
-¿Cómo se ha impuesto esta visión antirreguladora?
-Cédric Durand: Una vez ganada la batalla de liberalización financiera, la gran batalla desde el punto de vista financiero de las décadas de 1990 y 2000 consistió en cerrar el camino a cualquier intento de regular los nuevos campos de innovación, en particular el de los productos derivados, a través sobre todo del Grupo de los Treinta, un grupo de expertos que reunía a banqueros de los bancos centrales, ex ministros de Economía, etc. Este grupo elaboró un informe sobre los productos derivados tan complejo que ha sido una autoridad para los gobiernos, lo que equivale a decir que las repercusiones teóricas de este discurso y su sofisticación técnica tuvieron más que un efecto de intimidación: un efecto de autoridad sobre la política con el fin de imponer el principio de autorregulación de las finanzas.

«Es un libro para comprender cómo las finanzas se han convertido en un agente político de pleno derecho»  -¿Se basan estas teorías en una ficción sistémica, como hubiera podido decir Marx?
-Cédric Durand: En efecto, estas teorías que sirvieron para legitimar el funcionamiento de los mercados financieros explican mal el fenómeno de la especulación. La base de estas teorías es la necesidad de una ausencia de arbitraje, lo que supone que no sea posible hacer beneficios sobre seguro. Excepto que en las finanzas la realidad es que hay agentes que se benefician sobre seguro, es decir, de hecho aquellos que tienen acceso a informaciones exclusivas. Por poner solo este ejemplo, basta con pensar en los hedge funds [fondos de cobertura] o en los banqueros que especularon contra los propios intereses de sus clientes y a los que impusieron unas multas de miles de millones. Y en el fondo estas multas de miles de millones no dicen otra cosa que estas instituciones financieras son unos delincuentes multirreincidentes, que desde hace décadas han hecho trampa sistemáticamente en los mercados financieros, ya se trate de delitos de uso de información privilegiada, de manipulación de los mercados de divisas o de estar al corriente de las órdenes que unos agentes están transmitiendo, para jugar en contra en los treinta milisegundos siguientes y embolsarse una inversión. 
-¿Las finanzas producen necesariamente tramposos, delincuentes?
-Cédric Durand: La historia de las finanzas es una historia de trampa estructural y el último periodo ha sido un periodo rico en trampas generalizadas. Por consiguiente, hay motivos para escandalizarse, para revolverse. Pero a pesar de esta falta de honestidad, de la codicia, del carácter a veces abyecto de estos agentes que reflejan todos sus rasgos psicosociales (una cierta arrogancia, una cierta ostentación de su modo de vida lujoso), el propósito de mi libro es, sin embargo, comprender los mecanismos de un sistema que va más allá de estos comportamientos y, sin excusarlos, explicarlos y dar razón de ello. No es un libro de denuncia, sino un libro para comprender el lugar de las finanzas en nuestras sociedades actuales, cómo se han desarrollado y han producido unos efectos devastadores y, sobre todo, cómo se han convertido en un agente político de pleno derecho.
«Paradójicamente, el ciclo de crisis y choques que conocemos desde la década de 1980 está vinculado a la intervención del Estado»  -Con todo, usted demuestra que esta especulación, que solo se apoya en su carácter ficticio, sin embargo se autoriza con una garantía: la del Estado, que en última instancia viene a salvar a estas instituciones financieras cuando quiebran…
-Cédric Durand: Eso es lo que demostró muy bien Hyman Minsky. Los mercados financieros son estructuralmente inestables, por la sencilla razón de que cuanto más largo es el periodo de estabilidad, más importantes son los riesgos. La segunda idea de Minsky es que el regulador contribuye a alimentar esta ceguera ante el desastre. En cuanto ha sido capaz de intervenir para controlar la crisis precedente, participa de la confianza que tienen todos los especuladores en la solidez del sistema, lo que les incita a correr más riesgos todavía. Y más teniendo en cuenta que el regulador relaja sus trabas a poco que haya logrado contener los choques anteriores. En este sentido, el aumento de los riesgos, el ciclo de crisis y de choques que conocemos desde la década de 1980 está vinculado paradójicamente al hecho de la intervención del Estado. Con cada choque financiero (y de manera espectacular en 2008-2009) hay intervenciones de los bancos centrales y de los Estados que vienen a garantizar, en resumen, que las anticipaciones especulativas que se cristalizan en las especulaciones son, en definitiva, justas y legítimas. 
¿Qué es el capital ficticio, concepto fundamental de su trabajo?
-Cédric Durand: Un viejo concepto que se encuentra en Hayek y antes en Marx. Como es de imaginar, ¡no quiere decir lo mismo en uno que en otro, evidentemente! Hayek ve en él el peligro de un despilfarro, puesto que hay más créditos acordados que recursos reales y todo ello lleva a las crisis. Marx, más sutil, plantea que más allá del ahorro, más allá de los recursos disponibles, el crédito ayuda al capital a cambiar de escala, a acaparar nuevos recursos, a resistir sus límites. Pero lo que Marx comprendió muy bien es que al mismo tiempo esta liberalización del crédito y de las finanzas autoriza todas las fantasmagorías. En Marx el «capital ficticio» significa en el fondo algo muy simple: dar hoy un valor a unos flujos de ingresos que se esperan en el futuro. Es la operación que permite dar un valor a los créditos, a las acciones, a la deuda pública.
«Luchar por la estabilidad financiera en realidad es luchar por el derecho a los beneficios financieros»  -¿Cómo ha evolucionado este «capital ficticio» en el periodo reciente?
-Cédric Durand: Estas formas elementales de capital ficticio han explotado: de 1980 a 2012, su peso aumentó entre el 150 y el 350% del PIB en las principales economías ricas. Para que el capital ficticio conserve su valor (¡lo que las autoridades llaman estabilidad financiera!) es preciso que los títulos encuentren en todo momento un comprador. Es lo que se denomina la «liquidez» . Y esta liquidez depende a su vez del hecho de que se realicen los flujos de los productos financieros esperados. Cuando después de la crisis los gobiernos declaran que hay que luchar por la estabilidad financiera, en realidad declaran que hay que luchar por el derecho a los beneficios financieros… 
-¿Qué consecuencias tiene para el futuro?
-Cédric Durand: Este aumento del poder de la reserva de capital ficticio es una apropiación de nuestro futuro. Es una reserva de promesas de beneficios financieros a la que tendrá que plegarse el futuro. Si en el margen las finanzas liberalizadas han podido contribuir a acelerar las innovaciones, su auge frenético procede principalmente de una lógica de «desposesión». Este concepto que he tomado prestado del geógrafo marxista David Harvey designa unos mecanismos extraeconómicos que permiten generar beneficio. Las políticas de austeridad y las políticas estructurales de desregulación del trabajo y la mercantilización de nuevas esferas no son sino unas políticas establecidas para cumplir las promesas de beneficios, que se han acumulado bajo la forma de reserva de capital ficticio.
«La gran batalla futura es la que Syriza lleva a cabo en Grecia sobre la deuda»  -Eso es también es cierto para las empresas. Eso es lo que le lleva a separarse de Thomas Piketty sobre la cuestión de las desigualdades salariales y a criticar su teoría del capital…
-Cédric Durand: En efecto, la toma de control de los accionistas en las empresas es inseparable de la aparición de nuevos directivos, menos preocupados por la empresa y sus asalariados que por hacer valer los intereses especulativos. Y la aparición de estos nuevos directivos se traduce en una alineación de sus ingresos (por medio de stock options, etc.) con estos accionistas. De manera que no se puede separar el aumento de poder de la financiarización y de las dinámicas de desigualdades salariales, con la reestructuración de las empresas más sindicadas, el aumento de empleos de servicios poco remunerados. El libro de Piketty es un fresco histórico y estadístico absolutamente notable. Pero al tomar el capital en todas sus dimensiones borra la singularidad del capital financiero y los dispositivos de dominación específicos que le corresponden. En este sentido mi libro es un pequeño addendum, crítico, al gran libro de Piketty. 
-Por consiguiente, ¿una tasa sobre la renta sería una medida suficiente para limitar la influencia del capital? ¿Hay que considerar otras perspectivas?
-Cédric Durand: La primera idea es renunciar a la estabilidad financiera. Si se es de izquierda hoy, no se puede estar a favor de la estabilidad financiera, sino de la desacumulación financiera, es decir, reducir las pretensiones del capital ficticio sobre el futuro de la producción de riquezas. Por lo tanto, hay que anular, o cuanto menos reestructurar, una parte de las deudas nacionales y la gran batalla inmediata en el futuro es, por tanto, la que Syriza lleva a cabo en Grecia, anular la deuda de los hogares más endeudados y, sobre todo, para que este proceso no sea un proceso tecnocrático, hacer una auditoría pública de la deuda, crear una conocimiento pública de la deuda difundiendo trabajos como el del Colectivo para una auditoría ciudadana de la deuda. Reestructurar y socializar a continuación el sistema financiero en vez de socializar sus pérdidas. Por último, restablecer el control de los capitales. Pero no seamos ingenuos: el capital y el mundo de las finanzas emprenderán una verdadera guerra contra estas medidas. Tenemos que prepararnos para ello intelectualmente.
Fuente: http://www.regards.fr/web/article/cedric-durand-l-essor-frenetique

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