EE. UU. y la OTAN fabrican y usan municiones con Uranio empobrecido, lo han hecho desde la Guerra de Vietnam con una sustancia llamada Dioxina, pero fue en la primera guerra del Golfo, en Irak 1991, que se usaron armas Químicas, Biológicas, Radiológicas y Nucleares (Guerra CBNR por sus siglas en inglés) que incluso afectan a los propios soldados de sus ejércitos, pero les VALE MADRE! desde hace mucho el PLANETA PUEDE VOLAR EN PEDAZOS Y NO LES IMPORTA, prefieren eso, antes que ser los derrotados o dialogar para llegar a acuerdos!!!
Niños víctimas de mutaciones causadas por el uso militar de uranio empobrecido por las tropas de la OTAN.
Municiones de uranio
Enfermedades no diagnosticadas y guerra radiológica
por Asaf Durakovic*
La experimentación y la utilización de la bomba atómica, y luego de municiones y de blindajes de uranio empobrecido, contaminaron los lugares donde se realizaron los experimentos y los sitios donde se desarrollaron las operaciones bélicas. Nuevas enfermedades afectaron tanto a los soldados de la alianza atlántica como a sus enemigos, así como a la población civil. Mucho tiempo después del restablecimiento de la paz, las radiaciones siguen contaminando a todo el que ve expuesto a ellas. Aunque los gobiernos «occidentales» obstaculizado voluntariamente, y durante el mayor tiempo posible, toda investigación médica en ese campo, una abundante documentación ha ido acumulándose durante años. Hoy publicamos una amplia síntesis en la que Asaf Durakovic hace un balance de los conocimientos actuales sobre esta catástrofe humanitaria. En lo adelante, la forma en que los países de la OTAN hacen la guerra puede matar también a sus propios ciudadanos en tiempo de paz.
Una contaminación interna por isótopos de uranio empobrecido se ha visto comprobada entre los ex combatientes británicos, canadienses y estadounidenses de la guerra del Golfo nueve años después de haber estado estos expuestos al polvo radioactivo durante la primera guerra del Golfo. También se observaron isótopos de uranio empobrecido en muestras de autopsias de pulmones, hígado, riñones y huesos provenientes de veteranos canadienses. En muestras de suelo recogidas en Kosovo, se han encontrado centenares de partículas, generalmente de menos de 5 _m, que pesan varios miligramos.
La primera guerra del Golfo dejó en el medio ambiente 350 toneladas de uranio empobrecido y en la atmósfera entre 3 y 6 millones de gramos de aerosoles de uranio empobrecido. Sus consecuencias para la salud humana, conocidas bajo el nombre de síndrome de la guerra del Golfo, consisten la aparición de afecciones complejas multiorgánicas progresivas e invalidantes, dolores musculares, afecciones dolorosas del esqueleto y de las articulaciones, dolores de cabeza, afecciones neurosiquiátricas, cambios bruscos de los estados de ánimo, confusión mental, problemas con la vista, problemas para caminar, pérdida de la memoria, linfoadenopatías, pérdida de la capacidad respiratoria, impotencia y alteraciones morfológicas y funcionales del sistema urinario.
Los conocimientos actuales de las causas son totalmente insuficientes. Después de la Operación Anaconda, realizada en Afganistán en 2002, nuestro equipo examinó a la población en las regiones de Jalalabad, Spin Gar, Tora Bora y Kabul y comprobó que los civiles presentaban síntomas similares a los de la guerra del Golfo. Durante 24 horas se recogieron muestras de orina de 8 sujetos que presentaban síntomas y que fueron seleccionados siguiendo los siguientes parámetros:
1. Los síntomas comenzaron poco después de los bombardeos.
2. Las personas se encontraban en la región bombardeada.
3. Manifestaciones clínicas.
Se recogieron muestras entre un grupo de comprobación compuesto de habitantes que no presentaban síntomas en las regiones no bombardeadas. Todas las muestras fueron examinadas para determinar la concentración y la correlación entre cuatro isótopos U234, U235, U236 et U238. Para ello utilizamos un espectómetro de masa multicolector con fuente de ionización por plasma y acoplamiento inductivo. Los primeros resultados de la provincia de Jalalabad probaron que la eliminación de uranio total en la orina era significativamente más importante entre todas las personas expuestas que entre la población no expuesta. El análisis de las correlaciones isotópicas de uranio reveló la presencia de uranio no empobrecido.
El estudio de las muestras recogidas en 2002 reveló, en los distritos de Tora Bora, Yaka Trot, Lal Mal, Makam Khan Farm, Bibi Mahre, Poli Cherki y el aeropuerto de Kabul, concentraciones de uranio 200 veces más importantes que las del grupo de comprobación [recogidas en zonas no afectadas]. Las tasas de uranio en las muestras de suelo de los lugares bombardeados son dos o tres veces más elevadas que los límites mundiales de concentración de 2 a 3 mg/kg y las concentraciones en el agua son significativamente superiores a las tasas máximas tolerables que establece la OMS. Estas pruebas, cada vez más numerosas, convierten el problema de la prevención y de la respuesta a la contaminación por uranio empobrecido en una necesidad prioritaria.
«Nada protege de esta fuerza fundamental del universo.»
Albert Einstein
La realidad de la guerra termonuclear se resume perfectamente en la afirmación de Albert Einstein que señala que este tipo de energía es suficiente para volar la Tierra . El campo de batalla nuclear no se limita ya a un país o un continente sino que va mucho más allá de las fronteras políticas y geográficas y transforma cada región una gran zona de guerra.
En caso de una guerra nuclear de tipo estratégico que implicara un arsenal de 10 000 megatones, mil millones de personas morirían inmediatamente como consecuencia de las heridas directas combinadas (explosión, calor y radiaciones), otros mil millones de personas sucumbirían por causa de las enfermedades provocadas por la radiación y los sobrevivientes tendrían que vivir en un entorno expuesto a las secuelas radioactivas que tendrían efectos somáticos y genéticos con consecuencias probablemente irreversibles para la biosfera.
La carrera armamentista nuclear
La primera explosión experimental de una bomba atómica, bautizada como Trinity, tuvo lugar el 16 de julio de 1945 en Alamo Gordo, cerca de Los Alamos, en Nuevo México (Estados Unidos). En una millonésima de segundo, la primera bomba atómica produjo un calor de varios millones de grados centígrados al despedir más de 400 isótopos radioactivos y provocar una gran energía de enlace cuya presión era de varios miles de toneladas por centímetro cuadrado. Durante una fracción de segundo, el núcleo de la bomba llegó a estar 11 veces más caliente que la superficie solar.
El tamaño de la bola de fuego alcanzó varios cientos de metros ya que el núcleo de la bomba se mezcló con átomos de oxigeno y de nitrógeno, revelando el núcleo interno brillante de la explosión. En un segundo, la tierra que se había vaporizado se convirtió en un hongo atómico de 3 000 metros de altura. A 150 millas de allí, los viajeros de la Union Pacific Railway pudieron ver la bola de fuego. Los testigos dieron varias interpretaciones del fenómeno. Algunos lo describieron como la caída de un bombardero o la llegada de un meteorito. Testigos que vivían en Gallup, ciudad situada 235 millas al norte del lugar de la explosión, pensaron que estaban viendo la explosión de depósito de municiones del ejército. Veinte días después del ensayo de Trinity, el 6 de agosto de 1945 a las 8h15, tuvo lugar el lanzamiento de la bomba atómica sobre Hiroshima. Esta explotó sobre la ciudad, a 633 metros de altura. La explosión veló el sol, mató a 130 000 personas, dejó inválidas a 80 000 y 90 000 personas más enfermaron a causa de los efectos radioactivos posteriores.
En pocas horas, cayó una lluvia negra, una capa de ceniza blanca cubrió el epicentro causando quemaduras en la piel de las personas. La mayoría de las víctimas primarias murieron por causa de los efectos combinados del calor, de la presión y de una enfermedad aguda provocada por la radiación. Hiroshima fue prácticamente borrada del mapa.
Un soldado estadounidense manipula obuses para tanques provistos de cabezas de uranio empobrecido.
…
De la comparecencia de Galileo ante la Inquisición a las investigaciones sobre el uranio
Actualmente, la libertad de la ciencia independiente no es nada diferente de lo que fue en el pasado. Lo que están viviendo los científicos de hoy recuerda el juicio de Galileo ante la Inquisición, en 1610. La controversia sobre los resultados de los estudios del Dr. Ernest Sternglass sobre los índices de mortalidad infantil y juvenil en el Estado de Nueva York influenciados por los ensayos nucleares y las consecuencias radioactivas acabó con la carrera de este, como universitario y como científico.
Cuando su artículo clásico sobre la muerte de niños como consecuencia de las radiaciones apareció en 1969 en el Bulletin of Atomic Scientists, el redactor jefe de la publicación le confió que Washington lo había presionado para que no lo publicara. El eminente físico Freeman Dyson escribió, en una carta enviada como lector a la misma revista: «Si las cifras que presenta Sternglass son correctas, y creo que lo son, se trata de un buen argumento contra la defensa antimisiles.» Sternglass consideraba que la muerte que la muerte de niños se debía al estroncio de la lluvia radioactiva. Cuando su estimado de cerca de 400 000 muertos fue presentado al Dr. John Gofman, director médico del Lawrence Livermore National Laboratory, éste reevaluó su informe.
Luego de corregir ciertas cifras, concluyó que incluso utilizando un modelo estocástico, las directivas ligadas al riesgo por unidad de radiación eran 20 veces demasiado elevadas para resultar confiables. Concluía también que el riesgo era más importante en casos de dosis bajas de radiaciones que en casos de dosis elevadas. Agregaba que las muertes por cáncer provocados por los ensayos nucleares y las lluvias radioactivas eran más de 30 000 al año. Su informe fue entregado al Committee on Underground Nuclear Testing presidido por el senador E. Muskie. Este lo transmitió al presidente del Joint Committee on Atomic Energy, el senador C. Holifield. Este último citó a Gofman en Washington y lo amenazó abiertamente: «Los desgraciamos a ellos y lo desgraciaremos a usted.» En 1973, víctima de su propia integridad, Gofman perdió su empleo en su laboratorio. La Atomic Energy Commission fue disuelta en 1974…
No hay comentarios:
Publicar un comentario