PorClaudio Siscot Cotar
Foto tomada en 1941 por un autor desconocido en la ciudad ucraniana de Vinnitsia. En la imagen podemos observar a un hombre en cuclillas frente a una fosa común rebosante de cadáveres. El hombre, casi un muchacho, mira fijamente a la cámara décimas de segundo antes de ser ejecutado por el oficial de la SS que apoya una Lugger de 7mm sobre su cráneo.
En esta ciudad, tan sólo en los primeros días de la ocupación, 28.000 judíos fueron asesinados. A ellos les seguirían los comunistas, socialdemócratas, anarquistas, la sección de mujeres progresistas, gitanos, rumanos y un sin fin de minorías y disidencias no afines al nazismo y sus colaboradores ucranianos.
Foto tomada en 1941 por un autor desconocido en la ciudad ucraniana de Vinnitsia. En la imagen podemos observar a un hombre en cuclillas frente a una fosa común rebosante de cadáveres. El hombre, casi un muchacho, mira fijamente a la cámara décimas de segundo antes de ser ejecutado por el oficial de la SS que apoya una Lugger de 7mm sobre su cráneo.
En esta ciudad, tan sólo en los primeros días de la ocupación, 28.000 judíos fueron asesinados. A ellos les seguirían los comunistas, socialdemócratas, anarquistas, la sección de mujeres progresistas, gitanos, rumanos y un sin fin de minorías y disidencias no afines al nazismo y sus colaboradores ucranianos.
Hoy, setenta y tres años después, ideologías fascistas vuelven a
tomarse las calles de Vinnitsia, y como en aquel entonces, la reacción
de nuestras sociedades occidentales llegará tarde, a la postre de un
gran desastre y de esa forma embustera que tan bien nos caracteriza, así
como la describió el reportero Wlliam Shirer: “Y sin embargo, dicen
hoy, ¿cómo pudo haber pasado?”.

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