Nadie sabe cómo va a terminar la pulseada geopolítica que hoy se libra alrededor de Ucrania,
ni las posibles acciones de escalada que tomen los actores
involucrados. No obstante, por lo que hasta ahora ha acontecido, es
posible, a manera de hipótesis, señalar algunas implicaciones futuras de
esta crisis.
1) Las
relaciones entre los bloques de poder adquirirán a partir de esta
crisis, matices más conflictivos incluyendo el elemento político-
militar, sobre todo entre EEUU- UE de una parte y Rusia de la otra, lo cual irradiará al sistema internacional en su conjunto.
2) La lectura de los norteamericanos
de que Rusia está debilitada económicamente y que hasta ahora Occidente
ha ganado la pulseada -en tanto desgajaron hacia su órbita a Ucrania
(aunque hayan “perdido” Crimea)-, pudiera inducirlos a ser más agresivos
en su política global, sobre todo cuando ya han salido o saldrán de Irak
y Afganistán. Esto puede acentuarse en lo que queda del 2014 (año de
elecciones congresionales) y el próximo bienio 2015-2016, en que
comenzará y se desarrollará la campaña presidencial en Estados Unidos.
Por otro lado, la percepción en Moscú y otras capitales de que EEUU y la
UE han perdido hegemonía, y que no han podido responder como antes al
desafío, puede generar un mayor activismo de otros actores contrapuestos
a Occidente o incluso aliados, para hacer valer sus intereses y
objetivos propios. Es una consecuencia de la multipolaridad del sistema.
3) La maquinaria de satanización occidental contra Putin
se ha aceitado en esta crisis. La histeria de guerra fría, consensual
al interior de amplios sectores de opinión pública de EEUU y Europa,
puede aplicarse a otros actores con los que Occidente tenga diferencias
sustanciales. Tal vez sea el inicio de un proceso que conlleve a la
erosión del “síndrome del empantanamiento” en Irak o Afganistán.
4) A partir de la experiencia
ucraniana, el umbral para escalar las futuras crisis será menor; se
aplicarán con mayor facilidad sanciones, sobre todo políticas y
económicas, ante la dificultad, por ahora, de realizar acciones
militares convencionales. Serán más probables acciones de guerra no
convencional o de 4ta generación como las que se han ensayado en Ucrania.
5) Habrá más escollos para lograr la
llamada gobernanza global, dadas las tensiones que han surgido o
surgirán con Rusia en los marcos del G-8, G-20, Consejo de Seguridad de
la ONU, así como en los mecanismos para los arreglos de los conflictos
en Siria, Irán, Afganistán o Corea.
6) Se incrementará significativamente la carrera armamentista, y se debilitarán los mecanismos existentes de desarme.
7) Por los precedentes del referendo
en Crimea y la actividad separatista en las regiones del Este de
Ucrania, deben aumentar los procesos de secesión en otros estados
nacionales en Europa, Asia, Espacio postsoviético, África. Volverá a la
palestra la contradicción político-jurídica -vista ya en Kosovo- entre
los principios del derecho internacional de “autodeterminación de los
pueblos”, frente a los principios de integridad territorial y soberanía
de los estados, así como el respeto o no a las fronteras nacionales
existentes.
8) Esta crisis conllevará al incremento de la visibilidad de la OTAN,
impulsada por EEUU y los países del Este (Polonia, Bálticos, Rumanía),
ante la percepción de la amenaza de Rusia. La organización trasatlántica
se fortalecerá militar y políticamente. EEUU aprovechará la coyuntura
favorable para hacer avanzar su agenda global con la UE, incluyendo la
firma del acuerdo Trasatlántico de Libre Comercio.
9) Por su parte, los países de la
Unión Europea buscarán concretar una política energética única y
diversificar sus suministradores para reducir su dependencia de Rusia,
incluyendo las posibles compras de gas licuado a los norteamericanos en
el futuro. Su dependencia de Moscú, sin embargo, se mantendrá en el
corto y mediano plazo.
10) Los rusos, por su parte,
incentivarán la diversificación de sus mercados de exportación de gas y
petróleo, sobre todo hacia China, y Asia en general.
11) Por iniciativa rusa, y tal vez de
China, debe vigorizarse la interacción al interior de los BRICS para
seguir avanzando la agenda económica y política delineada. Se
dinamizarán los proyectos de crear un Banco común, y un mayor comercio
en divisas nacionales para restarle protagonismo al dólar. Estas
acciones, incluyendo el fortalecimiento de las relaciones bilaterales de
Rusia con China y la India –más allá del BRICS-, se incrementarán en
caso que se apliquen sanciones económicas de mayor envergadura contra
Rusia.
12) Ucrania, como país, seguirá siendo
fuente de inestabilidad para las relaciones internacionales en Europa.
Permanecerán los enormes desafíos que tiene su élite para mantener la
gobernabilidad; la unidad del país; lograr el desarrollo económico y
neutralizar el extremismo.
13) Como sucedió en Georgia después de
la crisis del 2008, cualquier gobierno ucraniano será distante de Rusia,
y se acentuará el nacionalismo en la mayor parte del país, aunque las
regiones del Este y el Sur logren mayor autonomía de Kiev. La futura
orientación del gobierno ucraniano seguirá siendo un serio problema de
seguridad nacional para Moscú, dada la inevitable dependencia económica,
política y militar que tendrá Kiev de EEUU y la UE.
14) Deben aumentar los nexos de Ucrania
con la OTAN, sin llegar a ser miembros plenos en el corto plazo. Lo
mismo pasaría con Georgia y Moldova.
15) En Rusia, por su parte, se
fortalecerá la poIítica de Putin y se mantendrá el nacionalismo como
brújula del curso interno y externo ante la ausencia de un credo
ideológico. Se incrementará la unidad al interior de la élite, económica
y política, ante la percepción de inseguridad y de amenaza de EEUU y en
menor medida de la UE.
16) La Política exterior rusa se
volverá más activa hacia otras regiones y espacios multilaterales para
combatir el aislamiento que Occidente pretende imponerle. Sobre todo
habrá un estrechamiento de los nexos rusos con los países del espacio
postsoviético. Se firmará y entrará en vigor en el 2015 la Unión
Euroasiática.
17) Al mismo tiempo, Moscú, aunque
ripostará, tratará de no incrementar la tensión con los países
occidentales, pues su economía ha perdido ingentes recursos por fugas de
capitales, y el PIB crecerá de manera muy modesta. Su economía necesita
financiamientos para lograr la modernización.
18) El papel geopolítico y geoeconómico
de China se incrementará para los actores más importantes del sistema,
pues crecerán los esfuerzos para “atraer” al gigante asiático al lado
respectivo en este conflicto entre bloques. Pekín continuará su propio
curso, aunque dará cierta prioridad a la relación político-diplomática
con Moscú.
19) Los países del espacio
postsoviético, por su parte, mostrarán mayor cautela en sus relaciones
con la OTAN, pero también con Rusia, aunque no la hagan explícita. Por
un lado, las élites de estos países perciben como muy negativo el
mensaje que han enviado la OTAN y EEUU de que pueden derrocar gobiernos
usando los mecanismos de las guerras de cuarta generación, pero por otro
lado, han percibido con cierta preocupación el precedente de actuación
de Moscú en Crimea y la efervescencia del nacionalismo ruso. Esta
cautela será mayor en aquellos países donde hay minorías de ese país.
20) Rusia mostrará un mayor activismo en América Latina,
donde se concentraron muchos gobiernos que los apoyaron en la votación
de la Asamblea general de la ONU; no existen conflictos bilaterales con
Moscú; hay interés de los grandes grupos económicos rusos; y persiste un
creciente sentimiento regional de independencia frente a EEUU. En
muchas capitales de la región, si bien no se pretende confrontar a EEUU
por Rusia, ésta se percibe como determinado contrapeso a la hegemonía
global norteamericana. El relanzamiento de la relación por parte de
Rusia hacia el área puede formar parte del diseño estratégico que
tendrán que realizar en la perspectiva.
2 de mayo del 2014*Centro de Estudios de Política Internacional
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