Carlos Fazio.-Desde Washington y la embajada de Estados Unidos en Santiago de Chile, la Agencia Central de Inteligencia (CIA), mueve sus hilos. El epicentro de la guerra mediática de saturación es la capital chilena y los objetivos principales de la campaña de desestabilización son el presidente de Cuba, Raúl Castro Ruz y la I Cumbre de la Comunidad de Estados de América Latina y el Caribe (Celac).
Enmarcadas en la crisis económico-financiera mundial, este fin de semana Santiago será la sede de dos reuniones de jefes de Estado y de gobierno de Latinoamérica y Europa comunitaria. Representantes de más de 60 países de los dos bloques regionales se reunirán a discutir una agenda ‘economicista’ impuesta por las potencias de la vieja Europa. Y sin duda saldrán a relucir las contradicciones y divergencias que se derivan de conceptos tales como democracia, esto es, la democracia directa, participativa y soberana versus la democracia formal, bajo control de las corporaciones y la banca oligárquica; el buen vivir y los derechos de la Madre Tierra contra la mercantilización de la naturaleza y de la vida, y aquella que opone la integración y solidaridad de los pueblos con la injusticia social derivada de las contrarreformas estructurales neoliberales diseñadas, condicionadas e impuestas a rajatabla por el Banco Mundial, el Fondo Monetario Internacional y el Tesoro estadunidense, aplicadas por la mayor parte de los gobiernos de ambas regiones.
A partir de las grandes manifestaciones de protesta contra la ortodoxia del libre mercado en países como Grecia, Irlanda, España, Italia y Portugal, la ‘buena letra’ de José Manuel Barroso y Herman Van Rompuy, presidentes de la Comisión Europea y del Consejo Europeo, respectivamente, sobre la “gobernanza” económica, el desarrollo sostenible, la inversión para el desarrollo y la responsabilidad social de las empresas no dejan de ser meros giros retóricos. En rigor, lo que quieren las corporaciones europeas es disputarle a Estados Unidos, en su tradicional patio trasero, el acceso a los mercados y las materias primas ( litio, petróleo, gas shale , biodiversidad, el acuífero Guaraní, segundo reservorio de agua dulce del mundo y la Amazonía, pulmón que oxigena al resto del planeta) . Pero dado que son socios en las nuevas aventuras militares imperialistas y neocoloniales en varias partes del mundo, no es eso lo que le preocupa tanto a Estados Unidos, de sus aliados de la OTAN.
La renovada campaña de terrorismo mediático de la CIA y la extrema derecha continental está dirigida a sabotear la Cumbre de Santiago, porque no quiere permitir que la Celac, el mecanismo intergubernamental de concertación política y cooperación latinoamericano-caribeño fundado en 2011 en Caracas, se consolide y desarrolle un nuevo esquema integracionista regional sin la presencia de los intereses hegemónicos de Estados Unidos. Y menos, que Raúl Castro y Cuba asuman el domingo la presidencia pro témpore del nuevo organismo, que tiene entre sus raíces dos procesos integracionistas dinámicos: la Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América (ALBA, 2004) y la Unión de Naciones Suramericanas (Unasur, 2008). Procesos, los tres: ALBA, Unasur y Celac, que tuvo entre sus principales arquitectos a Hugo Chávez, blanco, también, en la coyuntura, de la campaña de terrorismo mediático y de desestabilización en Venezuela, de la CIA, CNN, el diario El País de Madrid y la prensa afiliada a la Sociedad Interamericana de Prensa (SIP).
Para sabotear, ensuciar e intentar descarrilar la cumbre de Santiago, el Departamento de Estado y la CIA han recurrido a sus viejos alfiles de la derecha chilena, entre ellos varios dirigentes y legisladores de la Unión Demócrata Independiente (UDI), de Renovación Nacional (RN), la Democracia Cristiana, la Corporación 11 de Septiembre (que reúne a ex militares pinochetistas) y sectores conservadores del Partido Socialista, que días pasados iniciaron una ofensiva en contra de Cuba, personalizada en Raúl Castro.
En particular, destaca el senador Ignacio Walker, presidente de la Democracia Cristiana, quien representa al llamado sector “Los Príncipes”. Walker −hermano de Patricio, también senador−, es un político conservador que mantiene posturas contrarias a la Revolución Cubana, apoyando a la fantasmagórica DC en la isla y a otros grupos disidentes, y quien todavía califica con el viejo lenguaje de la guerra fría, como “dictadura” al gobierno cubano. Ignacio Walker fue canciller durante el gobierno de Ricardo Lagos y representó las posturas más derechistas, anti cubanas y anti bolivarianas. Trabaja de la mano de Gutenberg Martínez, uno de los líderes derechista de la DC, quien presidiendo la OCDA desarrolló una sistemática política anticubana bajo el patrocinio de Washington y de la Fundación Konrad Adenauer, de Alemania.
La UDI es el partido generado desde las filas del pinochetismo. Varios de sus dirigentes y parlamentarios fueron funcionarios de la dictadura militar. Y como la DC de Walker y Martínez, tiene una política de abierta confrontación contra Cuba, Venezuela y Bolivia. En la emergencia, la UDI y la DC fueron articuladas por la CIA a través del funcionario diplomático de la misión de Estados Unidos en Santiago, Lawrence Corwin, con otra organización de fachada, el Centro para la Apertura y el Desarrollo de América Latina (Cadal), que funciona como una base de operación anticastrista desde Buenos Aires, Argentina. El senador Patricio Walker es miembro activo de Cadal y sin duda instigó a su hermano Ignacio en sus diatribas contra Raúl Castro y Cuba.
Al team desestabilizador de Washington en Santiago se suma otra organización subversiva, la ONG denominada Cuba Independiente y Democrática (CID), de Huber Mattos, cuyo operador en Chile es Mijail Bonito Lovio. El propio Bonito Lovio declaró que la Democracia Cristiana lo invitó a conducir el foro “Promoción de la Solidaridad Democrática Internacional”, en el marco de la cumbre de Santiago. Organizado por Bonito Lovio y Micaela Hierro Dori, de Cadal, el foro inició el 24 de enero en la Universidad Adolfo Ibáñez, que dirige Gutemberg Martínez. El objetivo es sacar a la luz un grupo parlamentario que tratan de orquestar contra Cuba, Venezuela y Bolivia: la ultraderechista Alianza Parlamentaria Democrática de América (APDA).
En realidad, el “jefe” visible de la campaña de terrorismo mediático es Lawrence Corwin, oficial de la CIA que trabajó en campañas de desestabilización en Cuba entre 1998 y 2001. Pero Corwin cuenta con otro socio en Santiago, el consejero de la Embajada sueca en Chile, Andrés Ingemar Cederberg, quien durante su estancia en La Habana entre 2005 y 2010, destacó también por su actividad injerencista y tiene excelentes vínculos con la CIA y CADAL. Gastados como están a estas alturas los shows anticubanos de la CIA, el objetivo ahora es cuestionar la credibilidad y viabilidad de la Celac, en un intento por obstaculizar la consolidación y desarrollo del nuevo esquema de integración regional que está al margen de la tutela de Washington.
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