lunes, 30 de septiembre de 2013

Entrevista a Glenn Greenwald, del diario The Guardian “El gobierno de EE.UU. trata de asustarnos”



Eduardo Febbro.-Desde Río de Janeiro
Los drones, la lucha contra el terrorismo, la nefasta herencia de la administración del ex presidente norteamericano George Bush, las zonas oscuras de la administración de Barack Obama y el espionaje globalizado montado por Estados Unidos a partir del dispositivo Prisma. Glenn Greenwald conoce esos temas con el rigor y la pasión que le confieren su compromiso y una trayectoria profesional que va mucho más allá del caso de las revelaciones del ex agente de la CIA y de la NSA Edward Snowden. Glenn Greenwald es el segundo actor central de esta trama de espionaje: es este periodista quien, mes tras mes, destila en The Guardian el contenido del enorme dossier que Edward Snowden le entregó en Hong Kong antes de refugiarse en Rusia. Snowden no lo eligió por azar. Greenwald es un reputado autor de investigaciones que sacudieron el sistema político norteamericano y lo convirtieron en uno de los 50 comentaristas más influyentes de Estados Unidos.



Quienes conocen su nombre a través de Snowden y el tentacular espionaje de Prisma ignoran la sólida trayectoria que lo respalda. Abogado de profesión, en 2005 Greenwald dejó su carrera de representante de bancos y de grandes empresas y se lanzó en la defensa de los derechos cívicos, las libertades públicas y las investigaciones de alto vuelo. Ese mismo año, un caso de espionaje por parte de la NSA revelado por The New York Times lo propulsó a través de su blog, How Would a Patriot Act, que luego se volvería un libro, How Would a Patriot Act? Defending American Values from a President. Al año siguiente, este activista riguroso publicó un libro feroz sobre la espantosa herencia de la administración Bush, A Tragic Legacy: How a Good vs. Evil Mentality Destroyed the Bush Presidency. En 2008 le siguió otro libro acerca de los mitos e hipocresías de los republicanos, Great American Hypocrites: Toppling the Big Myths of Republican Politic, y en 2012 otra obra cumbre sobre la forma en que la ley es utilizada para destruir la igualdad y proteger al poder: With Liberty and Justice for Some: How the Law Is Used to Destroy Equality and Protect the Powerful.

Entre libro y libro, Greenwald llevó a cabo investigaciones explosivas sobre WikiLeaks, Julian Assange, y el soldado Bradley Manning, el militar que le entregó a Assange los cables secretos. Premiado varias veces por su trabajo, Glenn Greenwald define al periodismo de una manera militante: “Para mí, el periodismo es dos cosas: investigar hechos sobre las actividades de la gente que está en el poder, y plantearle límites”.

Este es el hombre a quien, en mayo de este año y luego de que The Washington Post haya rehusado publicarlos, Edward Snowden le entregó los documentos del abismal espionaje estructurado por la NSA a través del dispositivo Prisma con la colaboración de las empresas privadas como Google, Facebook, Yahoo!, Microsoft y tantas cosas. Glenn Greenwald vive en Brasil dese hace varios años. El doble caso Snowden y Prisma cambió muchas cosas de su vida. Su compañero, David Miranda, fue detenido e interrogado en Londres durante muchas horas en virtud de una ley antiterrorista. Ambos saben que sus conversaciones y sus gestos están celosamente vigilados. Se adaptaron a esa vida sin renunciar por ello a continuar el trabajo de denuncia.

En esta entrevista exclusiva realizada en Río de Janeiro por Página/12, Glenn Greenwald revela aspectos inéditos sobre Edward Snowden, cuenta las dificultades de su vida y corre un poco más el telón sobre la nueva industria norteamericana: espiar a cada ciudadano del mundo.

–Estados Unidos argumenta que el espionaje planetario apunta a luchar contra el terrorismo. Sin embargo, la lectura de los documentos que Snowden le entregó a usted no aporta esa prueba.

–Si miramos los últimos 30 años, y sobre todo desde los atentados del 11 de septiembre, hay una idea que los norteamericanos quieren aplicar: utilizar el terrorismo mundial para que la gente tenga miedo y actuar con las manos libres. Es una excusa para torturar, secuestrar y arrestar. Ahora están utilizando la misma excusa para espiar. Los documentos sobre la manera en que Estados Unidos espía y sus objetivos poco tienen que ver con el terrorismo. Muchos tienen que ver con la economía, las empresas y los gobiernos, y están destinados a entender cómo funcionan esos gobiernos y esas empresas. La idea central del espionaje es ésa: controlar la información para acrecentar el poder de Estados Unidos alrededor del mundo. En los archivos de la NSA hay documentos sobre el terrorismo, pero no son la mayoría. El gasto de millones de dólares para coleccionar toda esta información contra el terrorismo es una broma. Espiar a Petrobras, a Al Jazeera o a la OEA; esos objetivos nada tienen que ver con el terrorismo. El gobierno está tratando de convencer a la gente de que debe renunciar a su libertad a cambio de estar más segura, trata de asustar y hacer creer que sacrificar la libertad es algo necesario para estar a salvo y protegido de las amenazas que vienen de afuera.

–El paso que dio Edward Snowden al haberle suministrado los documentos sobre la manera en que Washington espiaba al planeta entero es sorprendente. ¿Cómo se explica que alguien tan joven, que formaba parte del aparato de inteligencia, optara por ese camino?

–Hay ejemplos en la historia en que la gente sacrifica sus propios intereses para poner término a muchas injusticias. Las razones por las cuales actúan así son complicadas, complejas. En este caso, hay dos cosas importantes: una es que Snowden valora al ser humano y los derechos. Snowden tenía las cosas claras: o continuar con este sistema, perpetuar este mundo destruyendo la privacidad de cientos de millones de personas en el planeta, o, mejor, romper el silencio y actuar contra estos abusos. Creo que Snowden comprobó que si hubiese seguido permitiendo la existencia de este sistema no hubiese podido seguir viviendo con la conciencia tranquila el resto de su vida. El dolor, la vergüenza, el remordimiento y el arrepentimiento como sentimientos para el resto de sus días le daban miedo. Era demasiado grave para guardarlo en su conciencia. Vio que no había muchas opciones y que debía tomar partido. Lo otro importante es que Snowden tiene 30 años, su generación creció con Internet como una parte central de sus vidas. La gente un poco más mayor no se da cuenta de la importancia de Internet para la existencia de las personas. Snowden me dijo que Internet le ofreció a su generación todo tipo de ideas, campos de exploración, contactos con otras personas en el mundo y una capacidad de entendimiento inéditos. Entonces decidió protegerlo. No quería vivir en un mundo en el que todo esto desapareciera, en donde la gente no pudiese utilizar Internet nunca más.

–Pero Snowden fue sin embargo un hombre del sistema.

–Sí, pero era muy joven cuando empezó. Tenía 21 años. Con el correr del tiempo fue cambiando sus puntos de vista sobre el gobierno de Estados Unidos, la NSA, la CIA. Snowden cambió de forma gradual, progresiva. Empezó a darse cuenta de que esas instituciones que pretendían hacer el bien no estaban haciendo el bien sino el mal. Snowden me dijo que, a partir de 2008 y 2009, ya pensó en convertirse en un filtrador de documentos. Como muchas otras personas en el mundo, Snowden también pensó que la elección de Barack Obama iba a conducir a que los abusos se atenuasen. Confiaba en eso. Pensó que Obama revertiría el proceso, que sería diferente y mejor, pero se dio cuenta de que no era así. Esa fue una de las razones. Tomó conciencia de que Obama no arreglaba nada, más bien Obama siguió perpetuando el imperio norteamericano.

–El poder de Estados Unidos es prácticamente sin límites a partir del control de las tecnologías de la información. Muchos piensan que, de alguna manera, Obama es peor que Bush.

–Es difícil decir que Obama es peor que Bush. No hace falta que Obama diga: “Espiemos más”. Desde luego, Obama tiene una parte de responsabilidad en el crecimiento de este sistema de espionaje. Obama continuó con las mismas políticas de antes, pero cambió el simbolismo y la imagen. Creo que el escándalo que provocó la filtración de estos documentos cambió la visión que la gente tenía de Barack Obama. Snowden y yo pasamos mucho tiempo en Hong Kong hablando sobre lo que iba a pasar con las revelaciones. No podíamos calcular las consecuencias. Teníamos conciencia de la importancia, pero pensábamos que podía haber una reacción apática. Pero desde que se publicó la primera historia el interés sigue creciendo. Esto se está convirtiendo en una traba para que los gobiernos sigan abusando de su poder, para continuar actuando en secreto. Pero hay individuos como Snowden, como el soldado Bradley Manning, o entes como WikiLeaks, que sacan a la luz la información. Julian Assange es un héroe por el trabajo que hizo con WikiLeaks. En muchos sentidos, fue él quien hizo que esto fuera posible, fue Assange quien planteó la idea según la cual, en la era digital, para los gobiernos era muy difícil proteger sus secretos sin destruir otra privacidad. Esa es la razón por la cual el gobierno de EE.UU. está en guerra contra las personas que hacen eso: quieren asustar a otros individuos que estén pensando en hacer lo mismo en el futuro. Yo me apoyé en el coraje de Snowden para publicar estos documentos. Edward Snowden es hoy una de las personas más buscadas del mundo, es probable también que pase los próximos 30 años en la cárcel. Lo que llevó a cabo Snowden es una de las cosas más admirables que he visto hacer a alguien en nombre de la justicia.

–Los gobiernos de la Argentina, el Brasil, al igual que otros Estados en el mundo, están empujando para romper el cerco del espionaje y el control casi absoluto que Estados Unidos tiene sobre Internet. ¿Cuál es para usted la solución?

–Yo creo que la solución sería crear un lobby entre los países, que los países se unan para ver cómo construir nuevas pasarelas para Internet que no permitan que un país domine completamente las comunicaciones. El problema radica también en que cada país empieza a tener más control sobre Internet, y eso puede hacerlos caer en la tentación de hacer lo mismo que los Estados Unidos: intentar monitorear e utilizar Internet como una forma de control. Hay una conciencia real de que la Argentina y el Brasil están construyendo una Internet propia, lo mismo que la Unión Europea, algo que hasta ahora sólo había hecho China. Pero el riesgo está en que estos gobiernos imiten a Estados Unidos: crear sus propios sistemas no ya para permitir la privacidad de sus ciudadanos, sino para comprometerla. Eso es un peligro. Es importante tener la garantía de que el control que ostenta Estados Unidos sobre las comunicaciones no termine en una transferencia a otros poderes. Leí un documento en el diario The New York Times en el que se mostraba el inmenso poder e influencia que EE.UU. tiene gracias a detentar el control de los servicios de Internet. De hecho, Estados Unidos inventó Internet. Muchos países se dieron cuenta de que no serán capaces de garantizar su confidencialidad si siguen usando sistemas que se apoyen en servidores norteamericanos.

Fuente: http://www.pagina12.com.ar/diario/elmundo/4-230105-2013-09-29.html

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