Khaled El Masri |
Thomas Castroviejo
"Al llegar, todavía esposado y con los ojos vendados, fue colocado inicialmente en una silla, donde permaneció una hora y media (...) Entonces dos personas le tiraron de los brazos desde atrás con violencia. En esa ocasión fue severamente agredido por todos lados. Se le cortaron las ropas, aún puestas, con cuchillos y tijeras, se le tiró de los brazos y se le pisoteó con una bota en la espalda. Entonces sintió cómo le insertaban con fuerza un objeto firme en el ano (...) Fue retirado del suelo y arrastrado a una esquina de la estancia, donde se le ataron los pies. Se le quitó la venda de los ojos. Un flash le cegó temporalmente. Cuando recuperó la vista, vio a siete u ocho hombres de negro con pasamontañas".
Es uno de los párrafos que componen el documento de 97 páginas con el que el Tribunal Europeo de los Derechos Humanos corrobora, por fin, lo que hasta ahora no era más que un rumor que corría desde 2003: la historia de Khaled El Masri, un vendedor de coches libanés que vivía en Alemania y que fue tomado por terrorista y retenido y torturado en una prisión afgana... por la propia CIA, convencida de que era un miembro de Al Qaeda que, desgraciadamente para el vendedor de coches, tenía un nombre parecido.
La CIA había llegado al fatal equívoco por no corroborar un inexplicable informe realizado por la policía de Macedonia, en el que se aseguraba que Khaled El Masri era el terrorista que Estados Unidos buscaba. Según las mismas autoridades, el hombre solo fue detenido bajo la sospecha de que viajaba con documentación falsa. A partir de ahí, en marzo de 2003, comenzó su calvario.
[Relacionado: El misterio del cadáver de Osama bin Laden]
Hicieron falta cuatro meses, dos huelgas de hambre y la transferencia a más de una prisión secreta, para que la CIA reconociera su error. Así que transportaron a Khaled a Albania (pasó el trayecto con una pistola en la cabeza mientras se le gritaba que confesara que era miembro de Al Qaeda) y lo arrojaron al arcén de una carretera. Al poco, El Masri llegaba a Alemania donde le tocaría vivir la segunda parte de su calvario.
Primero, le costó que alguien se tomara en serio su historia, digna de una mala película; su mujer se había ido y su mente acusaba los meses de abuso. Según su abogado,empezó a sufrir brotes de paranoia y no ha dejado de tener problemas legales con las autoridades alemanas. (Está, de hecho, ahora en la cárcel por asaltar al alcalde de su ciudad durante un ataque de rabia; su pena fue extendida después de que golpeara a un guardia.)
Pero tuvo un curioso aliado contra el silencio de la CIA: su pelo. Un estudio detallado de sus folículos capilares confirmó que Khaled El Masri había estado en un país surasiático donde se le había privado de comer.
Esto llevó a que se abriera una investigación interna que se cerró, sin conclusiones, hace dos años. El presidente Obama se esfuerza mucho en no tener nada que ver con las acusaciones de tortura de la administración Bush. Ya que el principal crimen, la mala investigación del gobierno de Macedonia, ocurrió en Europa, el tribunal tomó cartas en el asunto.
En la sentencia, novedosa por ser la primera que culpa abiertamente a la CIA, obliga también al gobierno de Macedonia a pagar 60.000 euros en daños y perjuicios.
No hay comentarios:
Publicar un comentario