“Por eso, porque yo conozco las tragedias íntimas de los pobres, de las víctimas que han hecho los ricos y los poderosos explotadores del pueblo, por eso mis discursos tienen muchas veces veneno y amargura. Ante una mujer, por ejemplo, arrojada a la calle por un oligarca soberbio y egoísta que la ha engañado con sus imbéciles palabras de amor ¿qué poco me parece todavía gritar con toda mi alma lo que tantas veces he gritado: que la justicia se cumplirá inexorablemente, cueste lo que cueste y caiga quien caiga?
Y como este caso, cada tarde de ayuda social desfilan ante
mí centenares de almas destrozadas por el egoísmo de los hombres.
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