Concluye la fase activa de búsqueda y rescate tras las inundaciones que dejaron al menos 172 víctimas mortales, grandes destrozos materiales y mucho pánico en el sur de Rusia, según el Ministerio de Emergencias. Se informa que los trabajos de restablecimiento del suministro del agua, gas y electricidad finalizarán en cinco días como máximo. Pero no todo mejora al mismo ritmo. Las autoridades afirman que los 10 000 voluntarios que brindan su apoyo a los afectados no son suficientes. En la página web oficial de la región se ha publicado un llamamiento para que todos los que puedan ayudar se unan a las filas de socorristas. Algunos de los diputados de la Duma Estatal se dirigen al lugar de los acontecimientos para echar una mano a los damnificados. La tragedia sorprendió a los habitantes de Krymsk y de otras localidades del sur de Rusia. Pero el pánico que se generó tras el desastre aumentó drásticamente por los rumores de que las aguas podrían volver a desbordarse. Pánico Apenas hace tres días de las peores inundaciones que se recuerden en la zona y alguien da la voz de alarma: la presa de un embalse se ha roto; un nuevo torrente de agua se dirige a la ciudad. El recuerdo de la catástrofe es demasiado reciente y la tensión aún es alta. El rumor crea una ola de pánico en toda la zona. “Me llamaron para decirme que venía otro torrente de agua. Recibí muchas llamadas diciéndome eso, incluso de números que desconozco. No pueden ni imaginar el miedo que tenemos, porque hasta hemos perdido todo” contó una superviviente. Las autoridades desmienten el rumor, pero ya es tarde. La alarma ha llegado a todas partes y nadie está dispuesto a escucharlos. Hay quienes incluso salen con maletas, montaña arriba. El tráfico se colapsa. En solo unos minutos el pánico se ha apoderado de los vecinos de Krymsk. En camión, en coche, en bicicleta o a pie, lo importante es salir del centro de la ciudad y huir de un posible nuevo torrente de agua que pueda causar una catástrofe similar a la del pasado viernes. Recuerdos Fue entonces cuando buena parte de Krymsk se convirtió para muchos en una trampa mortal a causa de las inundaciones.
Muchos salvaron su vida de milagro. Es el caso de Piotr, que consiguió poner también a salvo a su abuela de 85 años. “Mi padre la ayudó a salir por la ventana y yo a caminar por aquí. Si nos hubiéramos caído no hubiéramos sobrevivido. El torrente parecía estar hirviendo y había todo tipo de maderas. Incluso los coches estaban flotando”, contó. Piotr dice que han pasado de ser una familia acomodada a perderlo absolutamente todo. Incluso él se ha quedado sin su puesto en la plantación donde trabajaba porque quedó totalmente destrozada. En la misma calle, Ida estaba sola en casa con su gato cuando le sorprendió la riada. “Estaba durmiendo. Entonces llegaron mis vecinos y me despertaron. Miré por la ventana y vi un mar frente a mi casa, un mar que no paraba de crecer”, relató Ida Jamúdina, una superviviente. A sus 73 años, Ida no se vio con fuerzas para abandonar su hogar y ahí permaneció con las ventanas y las puertas cerradas. Consiguió salvar la vida y la de su mascota, pero no la mayoría de sus muebles y ropa, que ahora mira con nostalgia. Y como ella, miles de personas se enfrentan a un futuro incierto después de que el agua se llevara también sus sueños.
Texto completo en: http://actualidad.rt.com/actualidad/view/48886-Krymsk%2C-entre-p%C3%A1nico-y-lucha-por-recuperarse-tras-inundaciones
Muchos salvaron su vida de milagro. Es el caso de Piotr, que consiguió poner también a salvo a su abuela de 85 años. “Mi padre la ayudó a salir por la ventana y yo a caminar por aquí. Si nos hubiéramos caído no hubiéramos sobrevivido. El torrente parecía estar hirviendo y había todo tipo de maderas. Incluso los coches estaban flotando”, contó. Piotr dice que han pasado de ser una familia acomodada a perderlo absolutamente todo. Incluso él se ha quedado sin su puesto en la plantación donde trabajaba porque quedó totalmente destrozada. En la misma calle, Ida estaba sola en casa con su gato cuando le sorprendió la riada. “Estaba durmiendo. Entonces llegaron mis vecinos y me despertaron. Miré por la ventana y vi un mar frente a mi casa, un mar que no paraba de crecer”, relató Ida Jamúdina, una superviviente. A sus 73 años, Ida no se vio con fuerzas para abandonar su hogar y ahí permaneció con las ventanas y las puertas cerradas. Consiguió salvar la vida y la de su mascota, pero no la mayoría de sus muebles y ropa, que ahora mira con nostalgia. Y como ella, miles de personas se enfrentan a un futuro incierto después de que el agua se llevara también sus sueños.
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