La sobrexcitación inhibe con frecuencia la razón e impide un pensamiento racional. Se traduce en decisiones poco meditadas que a menudo resultan contraproducentes y que constituyen invariablemente un salto hacia lo desconocido.Muchos han estado al borde del pánico en los dos últimos días. Que te cojan por sorpresa o incluso que te impresionen, es una cosa. Pero el pánico afecta a gente incapaz de manejar sensatamente las situaciones que afronta.
Siria está en el ojo del huracán una vez más. Los manifestantes en ciudades y pueblos hacen frente a un muro sólido que impide que se haga realidad su llamamiento a favor de la caída del régimen. Las manifestaciones opuestas en apoyo del presidente Bashar al-Assad se han intensificado provocadas por el aumento de la presión extranjera.
Nada parece poder cerrar el libro del conflicto en Siria —ni en la forma en que se gobierna el país, ni en satisfacer la reclamación de cambio. Igualmente, está claro que el régimen no puede seguir como estaba antes del 15 de marzo de 2011 cuando comenzó la crisis.
Sin embargo, las advertencias hechas desde el principio acerca de que las potencias extranjeras pretenden conducir a Siria a la guerra civil para llevar a cabo sus agendas se demuestran ahora de manera flagrante y descarada.
El adversario exterior al que Siria se enfrenta en estos momentos ha decidido mostrar su mano y jugar todas sus cartas a la vez. Tiene prisa y no dispone de mucho tiempo. No puede esperar y quiere alcanzar sus objetivos en cuestión de semanas. Se ha vuelto plenamente consciente de que un fracaso en Siria en este momento coincidiría con el fracaso de Estados Unidos para hacerse con el control de Iraq. La tarea en cuestión, provocar la caída del régimen sirio, podría compensar el colapso de la ocupación estadounidense. Los miembros occidentales y árabes de esta coalición están actuando como si la supervivencia de los regímenes pro-estadounidenses en la región dependiera de la eliminación de la alianza opositora.
Lo que la Liga Árabe hizo el sábado fue un preludio menor a una serie de movimientos que se van a desplegar a corto plazo. El objetivo no es solo cambiar el régimen de Siria sino también su papel y su posición regional y la política general exterior e interior del país. El principal objetivo, sencillamente, es sacar a Siria fuera del campo de la resistencia contra Estados Unidos e Israel y ponerla bajo la tutela estadounidense e israelí.
Se requiere velocidad, rapidez y todos los medios de presión disponibles ya que la misión central de los árabes de Estados Unidos ahora es ocupar Siria por cualquier medio posible. No importa el costo en sangre siria —la sangre de aquellos que murieron luchando por un cambio real en la forma de gobernar el país, o la de quienes mueran en varias guerras civiles, pues la ocupación de Siria significaría la creación de una barrera impenetrable entre Iraq e Irán, por un lado, y Líbano y Palestina por otro.
Los israelíes y los estadounidenses han estado hablando durante dos décadas del tipo de presión que los aliados árabes de Estados Unidos están ejerciendo en Siria. La idea es acabar con el “eje del mal” yendo a su columna vertebral después de que resultara imposible romper su cabeza en Irán, cortar sus ramas en Líbano, o penetrar su corazón en Palestina.
Se han desplegado todos los pasos:
Incluye a Estados Unidos, la Unión Europea, Turquía, el Consejo de Cooperación del Golfo, y a todas las capitales árabes que apoyan este delito. También incluye a la tripulación [de la coalición libanesa] del 14 de Marzo, con sus ramas libaneses, palestinas y sirias. El Consejo Nacional de Siria es una de ellas, así como todas sus facciones y testaferros. También incluye a una porción considerable de disidentes sirios que consideran que la intervención extranjera sigue siendo preferible al actual régimen.
Ello confiere una gran responsabilidad a una minoría de prominentes figuras de la oposición que en modo alguno podrían aceptar tal intervención. Tienen que hacer que su posición se escuche y dejar claro que es categórica.
Dejando a un lado esta lucha, el régimen sirio tiene que comprender que soporta el peso de la responsabilidad por haber llegado a este punto. Cuanto más se retrasa en crear un clima de confianza en el que se lleven a cabo reformas radicales, más munición da a los enemigos de Siria y de Palestina para que la usen contra la resistencia. Nada absuelve a nadie de responsabilidad, ni siquiera cuando las prioridades cambian.
*Ibrahim al-Amin es editor jefe de Al-Akhbar. Este artículo ha sido traducido de la edición árabe al inglés.
Fuente: http://english.al-akhbar.com/ content/great-war-intervention
Siria está en el ojo del huracán una vez más. Los manifestantes en ciudades y pueblos hacen frente a un muro sólido que impide que se haga realidad su llamamiento a favor de la caída del régimen. Las manifestaciones opuestas en apoyo del presidente Bashar al-Assad se han intensificado provocadas por el aumento de la presión extranjera.
Nada parece poder cerrar el libro del conflicto en Siria —ni en la forma en que se gobierna el país, ni en satisfacer la reclamación de cambio. Igualmente, está claro que el régimen no puede seguir como estaba antes del 15 de marzo de 2011 cuando comenzó la crisis.
Sin embargo, las advertencias hechas desde el principio acerca de que las potencias extranjeras pretenden conducir a Siria a la guerra civil para llevar a cabo sus agendas se demuestran ahora de manera flagrante y descarada.
El adversario exterior al que Siria se enfrenta en estos momentos ha decidido mostrar su mano y jugar todas sus cartas a la vez. Tiene prisa y no dispone de mucho tiempo. No puede esperar y quiere alcanzar sus objetivos en cuestión de semanas. Se ha vuelto plenamente consciente de que un fracaso en Siria en este momento coincidiría con el fracaso de Estados Unidos para hacerse con el control de Iraq. La tarea en cuestión, provocar la caída del régimen sirio, podría compensar el colapso de la ocupación estadounidense. Los miembros occidentales y árabes de esta coalición están actuando como si la supervivencia de los regímenes pro-estadounidenses en la región dependiera de la eliminación de la alianza opositora.
Lo que la Liga Árabe hizo el sábado fue un preludio menor a una serie de movimientos que se van a desplegar a corto plazo. El objetivo no es solo cambiar el régimen de Siria sino también su papel y su posición regional y la política general exterior e interior del país. El principal objetivo, sencillamente, es sacar a Siria fuera del campo de la resistencia contra Estados Unidos e Israel y ponerla bajo la tutela estadounidense e israelí.
Se requiere velocidad, rapidez y todos los medios de presión disponibles ya que la misión central de los árabes de Estados Unidos ahora es ocupar Siria por cualquier medio posible. No importa el costo en sangre siria —la sangre de aquellos que murieron luchando por un cambio real en la forma de gobernar el país, o la de quienes mueran en varias guerras civiles, pues la ocupación de Siria significaría la creación de una barrera impenetrable entre Iraq e Irán, por un lado, y Líbano y Palestina por otro.
Los israelíes y los estadounidenses han estado hablando durante dos décadas del tipo de presión que los aliados árabes de Estados Unidos están ejerciendo en Siria. La idea es acabar con el “eje del mal” yendo a su columna vertebral después de que resultara imposible romper su cabeza en Irán, cortar sus ramas en Líbano, o penetrar su corazón en Palestina.
Se han desplegado todos los pasos:
- El recuento diario de decenas de personas muertas a tiros por las fuerzas de seguridad continuarán dominando las noticias de Siria (sólo se pueden difundir cifras por encima de 25 al día), junto con todas las imágenes posibles de las protestas. Su tamaño y ubicación, o cómo están organizadas, no será revelado. Su característica fundamental será más consignas exigiendo protección internacional.
- Los grupos de oposición tendrán que optar —avisados solo con dos días de antelación— por el marco de una nueva coalición que se está creando para ellos. Cualquiera que objete no tendrá un asiento en el tren de la revolución árabo-estadounidense. El marco de la nueva oposición se necesita para que los Estados árabes puedan reconocerla lo más rápidamente posible —de forma individual o colectiva— como representante del pueblo sirio. Los países occidentales harán lo mismo.
- El mundo debe prepararse para una campaña total llevada a cabo bajo la cobertura humanitaria destinada a representar a Siria como el único campo de asesinatos del mundo y que hará al régimen en su totalidad —a todas sus instituciones, agencias y personal— culpable. Se le culpará de la destrucción causada, de la destrucción que aún no se ha producido, y de cualquier desmembramiento que pueda producirse con el pretexto de crear áreas protegidas fuera de los límites del régimen.
Incluye a Estados Unidos, la Unión Europea, Turquía, el Consejo de Cooperación del Golfo, y a todas las capitales árabes que apoyan este delito. También incluye a la tripulación [de la coalición libanesa] del 14 de Marzo, con sus ramas libaneses, palestinas y sirias. El Consejo Nacional de Siria es una de ellas, así como todas sus facciones y testaferros. También incluye a una porción considerable de disidentes sirios que consideran que la intervención extranjera sigue siendo preferible al actual régimen.
Ello confiere una gran responsabilidad a una minoría de prominentes figuras de la oposición que en modo alguno podrían aceptar tal intervención. Tienen que hacer que su posición se escuche y dejar claro que es categórica.
Dejando a un lado esta lucha, el régimen sirio tiene que comprender que soporta el peso de la responsabilidad por haber llegado a este punto. Cuanto más se retrasa en crear un clima de confianza en el que se lleven a cabo reformas radicales, más munición da a los enemigos de Siria y de Palestina para que la usen contra la resistencia. Nada absuelve a nadie de responsabilidad, ni siquiera cuando las prioridades cambian.
*Ibrahim al-Amin es editor jefe de Al-Akhbar. Este artículo ha sido traducido de la edición árabe al inglés.
Fuente: http://english.al-akhbar.com/
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