sábado, 6 de febrero de 2016

La Batalla Cultural
Cómo funciona el gobierno mediático
Noam Chomsky nos explica (con comentarios e imágenes de La Batalla Cultural) cómo los medios de comunicación del poder, y el propio poder, manipulan las mentes para mantener el orden y la dominación del capitalismo. Estas son las ya clásicas 10 estrategias de manipulación mediática, adaptadas e integradas a la realidad de nuestro país.

1. La distracción

El elemento primordial del control social es la estrategia de la distracción. Consiste en desviar la atención del público de los problemas importantes y de los cambios decididos por las élites políticas y económicas, mediante la técnica del diluvio o inundación continua de distracciones e informaciones insignificantes. La estrategia de la distracción es indispensable para impedir al público interesarse por los conocimientos esenciales, en el área de la ciencia, la economía, la psicología, la neurobiología y la cibernética. “Mantener la Atención del público distraída, lejos de los problemas sociales de verdad y cautivada por temas sin importancia real. Mantener al público ocupado, ocupado, ocupado, sin tiempo para pensar; de vuelta a la granja como los otros animales”.

En el Diario Clarín se ven los ejemplos más claros de la aplicación de la estrategia de la distracción. El caso particular de la llamada “triple fuga” ha ocupado horas y horas de noticias durante varios días, mientras el nuevo gobierno neoliberal descargaba sobre el pueblo medidas de ajuste draconianas. Y nadie se enteró de nada, todos ocupados con la saga de los hermanos Lanatta.

2. Crear problemas y después ofrecer las soluciones


Este método también es llamado “problema-reacción-solución”. Se crea un problema, una “situación” prevista para causar la reacción en el público, a fin de que éste sea el mandante de las medidas que se desea hacer aceptar. Por ejemplo: dejar que se desenvuelva o se intensifique la violencia urbana, u organizar atentados sangrientos, a fin de que el público sea el demandante de leyes de seguridad y políticas en perjuicio de la libertad. O por ejemplo: crear una crisis económica para hacer aceptar como un mal necesario el retroceso de los derechos sociales y el desmantelamiento de los servicios públicos.

En este caso, que también es clásico, el Diario Clarín (en su versión en línea) genera el problema, que es una supuesta crisis en el sistema eléctrico. Entonces el público manipulado por esta estrategia no solo va a aceptar los cortes de luz y los aumentos en las tarifas, sino que directamente los va a pedir, puesto que serán “necesarios para superar la crisis”.

3. La implantación gradual


Para hacer que se acepte una medida inaceptable, basta aplicarla gradualmente, poco a poco, por años consecutivos. Es de esa manera que condiciones socioeconómicas radicalmente nuevas (neoliberalismo) fueron impuestas durante las décadas de 1980 y 1990: Estado mínimo, privatizaciones, precariedad, flexibilidad, desempleo en masa, salarios que ya no aseguran ingresos decentes, tantos cambios que hubieran provocado una revolución si hubiesen sido aplicadas de una sola vez.

¿Quién acepta la pobreza sin chistar? Pues el lector del Diario Clarín. Un día hacen ver que mudarse a un cubículo de 30 metros cuadrados es algo positivo; al otro, que cambiar el aire acondicionado por el ventilador es placentero; luego, que las verduras son más sanas que la carne; terminan “informando” que la estabilidad laboral es cosa de “fracasados”... y así, de a poco, van logrando aceptación popular a las medidas inaceptables que aplica el gobierno neoliberal.

4. La estrategia de diferir


Otra manera de hacer aceptar una decisión impopular es la de presentarla como “dolorosa y necesaria”, obteniendo la aceptación pública, en el momento, para una aplicación futura. Es más fácil aceptar un sacrificio futuro que un sacrificio inmediato. Primero, porque el esfuerzo no es empleado inmediatamente. Luego, porque el público, la masa, tiene siempre la tendencia a esperar de forma ingenua que “todo irá mejorar mañana” y que el sacrificio exigido podrá ser evitado. Esto da más tiempo al público para acostumbrarse a la idea del cambio y de aceptarla con resignación cuando llegue el momento.

La serie de notas negativas sobre las empresas del Estado son un clásico de las décadas de los 1980 y 1990. Los medios hicieron creer al público que las empresas estatales eran inviables y suponían un costo altísimo para la sociedad. Esto posibilitó las privatizaciones masivas que tuvieron lugar en los años siguientes. Aquí, un ejemplo de cómo el Diario Clarín prepara el terreno para una nueva enajenación de Aerolíneas Argentinas.

5. Dirigirse al público de forma infantil


La mayoría de la publicidad dirigida al gran público utiliza discurso, argumentos, personajes y entonación particularmente infantiles, muchas veces próximos a la debilidad, como si el espectador fuese una criatura de poca edad o deficiente mental. Cuanto más se intente buscar engañar al espectador, más se tiende a adoptar un tono infantilizante. ¿Por qué? “Si uno se dirige a una persona como si tuviese la edad de 12 años o menos, entonces, en razón de la sugestionabilidad, ella tenderá, con cierta probabilidad, a una respuesta o reacción también desprovista de un sentido crítico como la de una persona de 12 años o menor aun”.

Alejandro Fantino es en la actualidad el que mejor aplica esta estrategia. La exposición prolongada a su programa tiende a reducir la capacidad crítica del telespectador a su mínima expresión.

6. Utilizar el aspecto emocional más que la reflexión


Hacer uso del aspecto emocional es una técnica clásica para causar un corto circuito en el análisis racional, y finalmente al sentido crítico de los individuos. Por otra parte, el uso del registro emocional permite abrir la puerta de acceso al inconsciente para implantar o injertar ideas, deseos, miedos y temores, compulsiones, o inducir comportamientos...

El PRO/Cambiemos, debidamente blindado por los medios, es una fuerza política diseñada para ganar elecciones sin argumentar y con un mínimo de análisis racional. En su lugar ofrecen globos, música pegadiza y mucho baile de sus referentes. Y el que no puede bailar por estar sentado en una silla de ruedas, canta. Lo importante es hacer uso del aspecto emocional y no decir jamás nada concreto.

7. Mantener al público en la ignorancia y en la mediocridad


Hacer que el público sea incapaz de comprender las tecnologías y los métodos utilizados para su control y su esclavitud. “La calidad de la educación dada a las clases sociales inferiores debe ser la más pobre y mediocre posible, de forma que la distancia de la ignorancia que planea entre las clases inferiores y las clases sociales superiores sea, y permanezca, imposibles de alcanzar para las clases inferiores”.

El canal estatal Pakapaka, que brindaba una programación educativa y de calidad, fue una de las primeras víctimas del gobierno neoliberal. El conocimiento de su propia historia y condiciones reales de existencia desde la infancia es muy peligroso para el sistema de dominación, pues podría generar ciudadanos conscientes e imposibles de manipularse. Y por ello Pakapaka fue vaciado de contenido ya en los primeros días de 2016.

8. Estimular al público a ser indulgente con la mediocridad


Promover al público a creer que es moda el hecho de ser estúpido, vulgar e inculto…

Marcelo Tinelli no aplica esta estrategia: es él mismo la estrategia por antonomasia, Tinelli es la definición de estupidez, vulgaridad e incultura, y promueve estos antivalores en cadena nacional. Nadie tiene más rating en televisión que Tinelli.

9. Reforzar la autoculpabilidad


Hacer creer al individuo que es solamente él el culpable por su propia desgracia, por causa de la insuficiencia de su inteligencia, de sus capacidades, o de sus esfuerzos. Así, en lugar de rebelarse contra el sistema económico, el individuo se autodesvalida y se culpa, lo que genera un estado depresivo, uno de cuyos efectos es la inhibición de su acción. Y, sin acción, no hay revolución.

El discurso excluyente de los medios de comunicación tiende a instalar en el sentido común la idea de que la culpa de cualquier crisis la tienen los pobres. O peor, los llamados “vagos”, que son los beneficiarios de las políticas sociales del Estado. Así, por la fuerza brutal de la voz dominante, hasta esos beneficiarios terminan creyendo que todo se está yendo al demonio a causa de los beneficios que perciben, y los resignan. Lo mismo ocurre con la misma clase media, que termina aceptando perder los subsidios al consumo cuando llega a ser convencida de que eso es “insostenible”.

10. conocer a los individuos mejor que ellos mismos


En el transcurso de los últimos 50 años, los avances de la ciencia han generado una creciente brecha entre los conocimientos del público y aquellos conocimientos poseídos y utilizados por las élites dominantes. Gracias a la biología, la neurobiología y la psicología aplicada, el “sistema” ha disfrutado del conocimiento avanzado del ser humano, tanto de forma física como psicológica. El sistema ha conseguido conocer mejor al individuo común de lo que él se conoce a sí mismo. Esto significa que, en la mayoría de los casos, el sistema ejerce un gran control y mayor poder sobre los individuos, es más, mayor que el de los individuos sobre sí mismos.

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