Si su esposo es un agente secreto de la Agencia Central de
Inteligencia (CIA) de EE. UU., su matrimonio puede que ya esté envenenado. Esta
es al menos la consecuencia que se desprende del proceso de divorcio iniciado
por una mujer cuya vida marital fue arruinada por la enigmática profesión de su
marido.
“Me usó a mí y a nuestra hija […] para encubrir sus
operaciones clandestinas”, asegura la esposa del empleado de los servicios
secretos, según figura en documentos judiciales a los que tuvo acceso 'The
Washington Post'.
Aunque la CIA tiene un departamento que vela por las
relaciones de familia de su plantilla, la mujer dice que lo desconocía y que
ella y su marido “necesitaban un lugar seguro para hablar donde no tuviera que
temer por su trabajo”. Ahora el marido le paga un 2.600 dólares en concepto de
pensión alimenticia y tiene derecho de ver a su hija tres fines de semana al
mes.
El periódico también cita a un empleado de la CIA que
trabajó en Oriente Medio y que confirmó que la tasa de divorcios es
alarmantemente alto entre los agentes. En 2005, cuando se enteró de las cifras,
recomendó a sus subordinados no emprender viajes sin sus esposas para poder así
salvar sus matrimonios.
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