La degradación del planeta es tan grave que ya no es posible
el desarrollo sostenible, un término acuñado en los 80 que ha perdido hoy su
significado, por lo que ya solo cabe el "desarrollo regenerativo",
defiende Herbert Girardet, Premio Global 500 de Naciones Unidas, considerado el
Nobel de Medio Ambiente.
"En los 80 era lógico utilizar el término desarrollo
sostenible, porque aún había algo que merecía la pena conservar", pero el
término "ha perdido significado ya que se ha abusado del mismo",
señala en una entrevista concedida a EFEverde.
Para Girardet, co-fundador del World Future Council, una
fundación formada por 50 personalidades que asesora sobre las políticas futuras
a adoptar, el término crecimiento sostenible choca con el concepto de Gaia y
con los límites de regeneración del planeta: "Hay que empezar a pensar qué
podemos hacer no para sostener el planeta, sino para regenerarlo".
Las urbes, sin embargo, son las principales beneficiadas y,
a su vez, las víctimas del uso de combustibles fósiles, porque "la subida
del nivel del mar afectará primero a las ciudades costeras", y el
incremento de las temperaturas a consecuencia del cambio climático afectará a
todas ellas.
Así mismo, la dependencia de abastecimiento externo de las
ciudades incrementa este consumo de combustibles fósiles, incluso la producción
de alimentos en las granjas es "tremendamente" dependiente del
petróleo.
Según Girardet, la cuestión está en cómo pueden emerger
nuevos modelos para reducir la dependencia de los combustibles fósiles, tanto
en la ciudad como en el ámbito rural.
Los retos de las ciudades
Alimentación, energía y transporte deben ser los ejes para
el cambio de modelo que defiende Girardet.
En el ámbito de los alimentos, considera necesario
"implicar a la ciudadanía en el proceso de su producción" y apunta
hacia iniciativas como la creación de huertos urbanos y el uso compartido de
terrenos para el cultivo, "de esta forma se puede caminar hacia formas de
sustento menos dependientes del petróleo que el abastecimiento en los
supermercados".
Las ciudades deben asumir medidas para hacer frente a la
crisis climática: "La adaptación sólo puede ir ligada a la mitigación y
esto solo se puede conseguir con la reducción del gasto energético de las
ciudades". En este mismo sentido, Girardet también se refiere al concepto
de regeneración de las ciudades para "retomar la responsabilidad del uso correcto
de la energía".
Por último, conviene que hay que abordar la cuestión del
transporte ya que "las ciudades modernas han sido construidas en torno al
uso del vehículo privado", según el modelo de "urbanización de baja
densidad", es decir: centros urbanos difusos que hacen que las personas
estén dispersas en un gran espacio y deban utilizar el vehículo privado en sus
desplazamientos cotidianos.
"Habría que revisar la estructura de la de las ciudades
y crear centros urbanos que permitan a las personas ir caminando al
trabajo", y observa con optimismo políticas de peatonalización, la
potenciación de transporte público y fomento del coche eléctrico aunque apunta:
"El problema es saber si se está haciendo al ritmo adecuado". A pesar
de todo, subraya que el cambio todavía es posible.
Naciones Unidas puede conseguir "transmitir
esta sensación de urgencia y promover la creación de economías basadas en las
renovables, el reciclaje y la utilización de nuevos materiales. "Tenemos
una oportunidad de crear algo positivo de esta situación de crisis",
concluye.
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