Abdelhakim Belhaj, líder histórico de Al-Qaeda en Libia,actual
gobernador militar de Trípoli
con la bendición del Pentágono y jefe del Ejército Sirio
Libre.
Explotando el mito de la llamada «primavera árabe» y las
intervenciones de la OTAN ,
tanto oficiales como secretas, Qatar trata de imponer dirigentes islamistas
donde quiera que se le presenta la oportunidad de hacerlo. Esta estrategia no
sólo ha llevado a Qatar a financiar la Hermandad Musulmana
y a poner al servicio de esta las cámaras y micrófonos de la TV Al Jazzera sino incluso a
apoyar a los mercenarios de Al-Qaeda. Estos últimos dirigen ahora el Ejército
Sirio Libre, lo cual despierta gran inquietud en Israel y entre los partidarios
del «choque de civilizaciones».
Los miembros del Consejo de Seguridad de la ONU no se ponen de acuerdo en
cuanto a la interpretación de los sucesos que están enlutando Siria.
Según Francia, Gran Bretaña y Estados Unidos, Siria está
viviendo una revolución, continuación de la «primavera árabe», que está siendo
víctima de una sangrienta represión. Rusia y China estiman, por el contrario,
que Siria está enfrentado la agresión de bandas armadas provenientes del
exterior, a las que combate de una manera poco hábil que está dejando víctimas
colaterales entre la misma población civil a la que quiere proteger.
La investigación que la Red Voltaire ha
realizado en el terreno confirma esta última interpretación [1]. Hemos recogido
testimonios directos de los ataques de esos grupos armados. Los testigos
señalan que el acento de algunos agresores al hablar la lengua árabe los delata
como iraquíes, jordanos o libios, e incluso pashtunes.
En los últimos meses, diferentes diarios árabes favorables a
la administración al-Assad han mencionado la infiltración en Siria de entre 600
y 1,500 hombres del Grupo islámico Combatiente en Libia (GICL), rebautizado
desde noviembre de 2007 con la apelación Al-Qaeda en Libia. A fines de
noviembre, la prensa libia relató el intento de la milicia de Zintan de
arrestar a Abdelhakim Belhaj, compañero de armas de Osama ben Laden [2] y jefe
histórico de Al-Qaeda en Libia, convertido en gobernador militar de Trípoli por
obra y gracia de la OTAN
[3]. El intento de arresto tuvo lugar en el aeropuerto de Trípoli, en momentos
en que Belhaj salía para Turquía. Posteriormente, varios diarios turcos han
mencionado la presencia de Abdelhakim Belhaj en la frontera turco-siria.
Estas denuncias encuentran la incredulidad de quienes siguen
creyendo que Al-Qaeda y la OTAN
son enemigos irreconciliables e incapaces de cooperar entre sí. Lo cierto es
que esas denuncias confirman la tesis que vengo defendiendo desde los atentados
del 11 de septiembre de 2011, de que los individuos catalogados como Al-Qaeda
son mercenarios utilizados por la
CIA [4].
¿Quién está diciendo la verdad?
Desde hace una semana, el diario español ABC, monárquico, ha
venido publicando por entregas un reportaje del fotógrafo Daniel Iriarte. Este
periodista se relaciona con el Ejército Sirio Libre (ASL, en inglés Syrian Free
Army, ejército sirio libre, conducidos y bajo supervisión por los servicios de
inteligencia británicos, es decir el MI6) que opera en el norte de Siria,
precisamente en la frontera con Turquía. Daniel Iriarte es un defensor de la
«revolución» y no hay para él términos demasiado duros cuando se trata de
referirse al «régimen de al-Assad».
Según el coronel Riyad Al-Assad, jefe del Ejército Sirio
Libre, este se compone de más de 20,000 hombres. Las autoridades sirias estiman
que son en realidad algunos cientos [5].
- Mahdi al-Harati, comandante de la Brigada de Trípoli, dimitió de sus funciones como segundo al mando del Consejo Militar de Trípoli para irse a dirigir el Ejército Sirio Libre.
Más extraño aún, en junio de 2010, este miembro de Al-Qaeda estaba entre los militantes favorables a los palestinos que viajaban a bordo del barco turco Mavi Marmara. Agentes de numerosos servicios secretos, esencialmente del espionaje estadounidense, se habían infiltrado en la «Flotilla de la Libertad» [8]. Fue herido y retenido como prisionero en Israel durante 9 días.
Durante la batalla de Trípoli, Mahdi al-Hatari dirigió el grupo de Al-Qaeda que sitió y atacó el hotel Rixos, donde yo mismo me encontraba con mis compañeros de la Red Voltaire y la prensa internacional, y cuyos sótanos servían de refugio a varios dirigentes de la Yamahiria protegidos por la guardia de Khamis el-Kadhafi [9]. Según este último, junto a Mahdi al-Hatari se hallaban varios oficiales franceses, presentes en el terreno como consejeros de este miembro de Al-Qaeda.
El segundo libio que el fotógrafo Daniel Iriarte se encontró en el Ejército Libre Sirio es nada más y nada menos que Adem Kikli, otro lugarteniente de Abdelhakim Belhaj. Iriarte no logró identificar al tercer libio, al que los demás llamaban Fuad.
Este testimonio de Iriarte concuerda con lo que los diarios árabes antisirios han venido proclamando desde hace semanas: el Ejército Sirio Libre cuenta al menos con 600 «voluntarios» de la organización Al-Qaeda en Libia [10].
Y toda la operación se desarrolla bajo la dirección del propio Abdelhakim Belhaj, quien cuenta con la ayuda del gobierno de Erdogan.
¿Cómo se explica que un periódico tan hostil al gobierno de al-Assad como ABC haya decidido publicar el testimonio de su enviado especial, cuando este revela los sucios métodos de la OTAN y confirma la tesis gubernamental sirio sobre la desestabilización armada? Lo que sucede es que, desde hace una semana, ideólogos del choque de civilizaciones se han pronunciado contra ese dispositivo, que incorpora extremistas islamistas a la estrategia del «mundo libre».
Como invitado del blog de CNBC [11], el ex primer ministro español José María Aznar reveló, el 9 de diciembre de 2011, que Abdelhakim Belhaj se encontraba entre los sospechosos de estar implicados en los atentados perpetrados en Madrid el 11 de marzo de 2004 [12], atentados que pusieron fin a la carrera política de Aznar en España.
- El jeque Ali Salabi, guía espiritual de Al-Qaeda en Libia, mentor de Abdelhakim Belhaj y hombre fuerte de la actual Libia post-Gadaffi.
Reaparece así a la luz pública la contradicción que tanto se esfuerzan algunos por esconder desde hace 11 años: los mercenarios, antiguamente pagados por Osama ben Laden, nunca han dejado de estar al servicio de la estrategia de Estados Unidos, desde la primera guerra de Afganistán e incluso en la época de los atentados del 11 de septiembre. Sin embargo, los dirigentes occidentales siguen presentándolos como enemigos.
Es probable que las objeciones del señor Aznar y las del Jerusalem Center for Public Affairs sean descartadas por la OTAN, como antes lo fueron las del general Carter Ham, comandante en jefe del AfriCom, cuando –al principio de la guerra contra Libia– se le dio como misión garantizar en Libia la protección de los mismos yihadistas que hasta entonces habían estado matando soldados estadounidenses en Irak.
Lejos de la realidad, el Comité Antiterrorista de la ONU (el llamado «Comité de Aplicación de la Resolución 1267») y el Departamento de Estados de Estados Unidos siguen manteniendo en su lista negra a la organización de Abdelhakim Belhaj y del jeque Al-Salabi bajo su antigua denominación de Grupo Islámico Combatiente en Libia. Todos los Estados tienen la obligación, según parece, de arrestar a estos individuos si penetran en sus territorios.
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