Los terrenos pertenecen a una desarrolladora inmobiliaria
vinculada con el grupo Macri. Los vecinos encontraron los bidones vacíos del
glifosato, pese a que el uso de este herbicida está prohibido en zonas urbanas.
Media hora al sur de la Ciudad de Buenos Aires, en Esteban Echeverría,
donde metro a metro la cuadrícula urbana se tironea con la zona rural, 120 hectáreas de
pastizales naturales fueron quemadas con glifosato al paso de un pintoresco
tractor amarillo. Desde 2009, las tierras, propiedad de una desarrolladora
inmobiliaria vinculada con el grupo Macri, son utilizadas para el cultivo de
soja transgénica. Pero este año la siembra se extendió hasta los límites de un
country de la misma empresa, Creaurban S.A., y de un barrio del Plan Federal de
Viviendas, donde quedaron expuestas al tóxico al menos unas 4500 personas.
Además de poner en riesgo la salud de las familias que toman agua de pozo, los
vecinos temen las consecuencias que el agroquímico pueda generar al medio
ambiente, ya que la plantación se realiza sobre el ecosistema de humedales
Laguna de Rocha, que forma parte del sistema hídrico de la Cuenca Matanza-Riachuelo
y cuenta con media sanción de Diputados bonaerenses para convertirse en Reserva
Natural. El intendente Fernando Gray adelantó a Página/12 que “iniciará
acciones” contra la empresa.
La familia de Alejandro Cruz se había mudado hacía menos de
un mes a una casa ubicada en la última calle del barrio privado Los Mirasoles
en la localidad de Monte Grande. El 15 de noviembre pasado escuchó llegar al
tractor amarillo, que ingresó por la entrada del country y atravesó entre una
decena de viviendas, a pesar de que la ley provincial 10.699 prohíbe que los
equipos de aplicación de agroquímicos terrestres circulen por centros poblados.
Por eso, cuando el vehículo se puso a fumigar los campos ubicados detrás de su
medianera, Alejandro, extrañado, buscó su filmadora y documentó la tarea de la
máquina. “Nunca se sabe”, pensó, y lo repitió en voz alta mientras grababa el
video cargado en YouTube como “Fumigación con glifosato en Mirasoles de Monte
Grande”. Al día siguiente, los vecinos amanecían con una invasión de
cucarachas.
La puerta blanca de Lorena Hastka estaba negra. Al otro lado
del teléfono, su voz suena inquieta. “Soy alérgica, pero la doctora me dijo que
los granos que me salieron ese día en la espalda no eran normales.” María José,
su vecina, también tuvo un brote, “unas manchas rojas, raras”, y a la semana
“empezó con unas hinchazones, primero en el labio, después en la nariz, y así”.
Además, dice, varios chicos del barrio tuvieron derrames en los ojos esos días.
El glifosato es un agroquímico indispensable para el paquete
tecnológico de la soja genéticamente modificada. Cuando se rocía la tierra, el
resto de los vegetales absorbe el veneno y muere en pocos días. En Argentina,
se utiliza en las 20 millones de hectáreas sembradas, es decir, en más de la
mitad de la superficie cultivada del país. Sus comercializadores dicen que es
inofensivo para el ser humano, pero estudios científicos alertan que puede
producir malformaciones en embriones humanos y cáncer.
Alejandro camina con expresión incrédula entre los brotes de
soja que asoman de la tierra en hilera perfecta. Está parado a menos de tres
metros de su casa, apoyado en la tranquera que marca el final del barrio y
sostiene un bidón de glifosato que se incautó por las dudas. “Es increíble que
los mismos tipos que te venden un proyecto de vida, te lo destruyan así. Acá
había un verde precioso y mirá ahora”, dice mientras apunta con el dedo a lo que
parece una lechuga carbonizada. Menea la cabeza. “Lo que están haciendo es un
emprendimiento agropecuario con utilización de agroquímicos en una zona
urbana.”
El 22 de septiembre pasado, la Cámara de Diputados
bonaerense dio media sanción al proyecto que declara “reserva natural integral
y mixta” al ecosistema Laguna de Rocha, de 1400 hectáreas .
“Este es el tercer año que denunciamos la utilización de glifosato ante el
municipio, sin recibir respuesta”, explicó a este diario Martín Farina,
integrante del Colectivo Ecológico Laguna de Rocha. Por eso, esta vez, la
organización elevó el pedido de intervención a la Unidad Fiscal
Federal para la
Investigación de Delitos contra el Medio Ambiente (Ufima).
En el texto presentado el 15 de diciembre pasado, el organismo
acusa que la “actividad agrícola con uso de agroquímicos se realizó junto a los
espejos de agua” del humedal de 330 hectáreas , que “tienen un papel ecológico
fundamental que contribuye a mejorar las condiciones ambientales de las cuencas
baja y media del río Matanza-Riachuelo”.
“El problema acá es que como son terrenos privados se
manejan de cualquier manera, lo que se evitaría si el predio fuera reserva
natural”, asegura Farina. En su denuncia también se destaca que de las “4500
personas que habitan los barrios residenciales, al menos la mitad no cuenta con
red de agua potable, sino que se aprovisionan de agua de pozo cuya fuente es el
acuífero subterráneo” que está siendo contaminado, mientras que a pocas
cuadras, sobre la calle Cervetti, “se han realizado pozos de alimentación de
agua para el servicio de agua corriente brindado por AySA para la ciudad de
Monte Grande”.
Los vecinos de Los Mirasoles, por su parte, realizaron la
denuncia ante la
Subsecretaría de Medio Ambiente local y los inspectores municipales
Daniel Biró y Hernán Pirito constataron la siembra y rescataron los bidones de
glifosato que habían quedado olvidados después de que se levantara el
campamento de los trabajadores que sembraron la soja. El intendente Gray
explicó a este diario que el municipio elevó la denuncia al Ministerio de
Agricultura nacional, para que hiciera un peritaje sobre las tierras y se
elevaron denuncias al Organismo Provincial de Desarrollo Sustentable (OPDS).
También se alertará a la
Autoridad de Cuenca Matanza-Riachuelo.
“La siembra de soja no es ilícita, no es que a mí
personalmente me guste, pero cualquiera lo puede hacer en cualquier lado, el
tema es el uso de este producto, que en nuestro distrito está expresamente
prohibido” a través de la ordenanza 79.590 de 2009, señaló el intendente Gray.
“Cuando tengamos todas las pruebas de que la Laguna de Rocha se fumigó con glifosato, el
municipio presentará una demanda judicial contra la empresa (Creaurban).”
Analía Martínez está en plena mudanza. Acaba de terminar su
vivienda al lado de la casa de Alejandro y desde su terraza en construcción
puede ver cómo crece la soja a pocos metros de la pileta. Mientras avanza por
medio del cultivo, muestra a este diario la carta que entregaron al intendente,
donde la Asociación
de Vecinos del Barrio Mirasoles de Monte Grande expresa su “gran preocupación”
por la fumigación con glifosato “que afecta a 350 familias de Mirasoles, 2 mil
familias del barrio Plan Federal de Viviendas y población adyacente”.
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