Agrotóxicos: denuncian otra muerte de un niño por
contaminación
Médicos del Hospital Garrahan denunciaron la muerte de un niño por contaminación con agrotóxicos. Aseguran que no es el único caso que reciben y denuncian la falta de políticas que regulen a las fumigaciones
“Primero se murieron los pollos, luego el perro y los chanchos (…), fue entonces cuando tuvimos que mudarnos, pero era difícil porque no tenía quién me ayudara”. Así recuerda David Rivero la trágica semana en la que los químicos a los que tanto les temía entraron de manera silenciosa a su casa. Se llevaron primero la vida de los animales y luego la de su hijo, de cuatro años.
José, el menor de los cuatro hijos de don David, empezó a vomitar un lunes a la tarde. Su padre lo llevó a la salita de Lavalle, desde donde lo remitieron a Santa Lucía. De allí pasó a Goya y luego, en ambulancia, a Corrientes. Los médicos correntinos lo remitieron el jueves al Hospital Garrahan, cuando lograron estabilizarlo, pues el niño sufría continuas convulsiones. “Llegó a Buenos Aires debatiéndose entre la vida y la muerte, no era mucho lo que podían hacer”, recuerda David.
José se fue la segunda semana de mayo de este año. Antes de morir su hígado dejó de funcionar y tuvo muerte cerebral.
Mercedes Méndez, enfermera del Hospital Garrahan y miembro de la fundación Médicos de Pueblos Fumigados, aclara que no se trata de un caso aislado.
Gladys Arévalo, vecina de Lavalle (Corrientes), vivió el mismo drama que David en abril de 2011. Su hijo Nicolás, con tan sólo 4 años, y su sobrina Celeste de 5 fueron hospitalizados el mismo día por intoxicación.
Médicos del Hospital Garrahan denunciaron la muerte de un niño por contaminación con agrotóxicos. Aseguran que no es el único caso que reciben y denuncian la falta de políticas que regulen a las fumigaciones
“Primero se murieron los pollos, luego el perro y los chanchos (…), fue entonces cuando tuvimos que mudarnos, pero era difícil porque no tenía quién me ayudara”. Así recuerda David Rivero la trágica semana en la que los químicos a los que tanto les temía entraron de manera silenciosa a su casa. Se llevaron primero la vida de los animales y luego la de su hijo, de cuatro años.
José, el menor de los cuatro hijos de don David, empezó a vomitar un lunes a la tarde. Su padre lo llevó a la salita de Lavalle, desde donde lo remitieron a Santa Lucía. De allí pasó a Goya y luego, en ambulancia, a Corrientes. Los médicos correntinos lo remitieron el jueves al Hospital Garrahan, cuando lograron estabilizarlo, pues el niño sufría continuas convulsiones. “Llegó a Buenos Aires debatiéndose entre la vida y la muerte, no era mucho lo que podían hacer”, recuerda David.
José se fue la segunda semana de mayo de este año. Antes de morir su hígado dejó de funcionar y tuvo muerte cerebral.
Mercedes Méndez, enfermera del Hospital Garrahan y miembro de la fundación Médicos de Pueblos Fumigados, aclara que no se trata de un caso aislado.
Gladys Arévalo, vecina de Lavalle (Corrientes), vivió el mismo drama que David en abril de 2011. Su hijo Nicolás, con tan sólo 4 años, y su sobrina Celeste de 5 fueron hospitalizados el mismo día por intoxicación.
Tenían idénticos síntomas, les diagnosticaron hepatitis fulminante. Los dos pequeños fueron remitidos al Hospital Goya y de ahí al Hospital Juan Pablo II. Celeste entró en coma profundo y la trasladaron al Hospital Garrahan, donde estuvo 17 días en Terapia intensiva, 30 más en sala y tres meses más bajo estrictos controles médicos que incluían estudios y tratamientos diarios en Buenos Aires. Nicolás no alcanzó a ser remitido. Murió el 4 de abril de 2011.
Un año después con el resultado de la autopsia de su hijo, la cual certifica que murió a causa del envenenamiento provocado con los químicos usados en la chacra vecina, la familia de los niños tiene claro que quiere : “Nosotros queremos justicia y que se deje de fumigar, porque nos están matando lentamente” reclama Josefina Arévalo, tía de los niños.
El doctor Medardo Ávila, investigador de la Universidad Nacional de Córdoba, ha adelantado estudios en provincias con alta exposición a las fumigaciones. Su informe revela que el aumento de la utilización de químicos para la producción del campo - un 1.000% en los últimos 10 años – ha ocasionado que en estas poblaciones se presenten casos agudos con consecuencias inmediatas “Vemos complicaciones respiratorias, irritación en la piel y en los ojos, intoxicaciones hepáticas y problemas neurológicos”.
Sin embargo, no son estos casos los que más llaman la atención del médico cordobés “Hemos notado, que como consecuencia a mediano y a largo plazo, las poblaciones expuestas están manifestando un cambio de patrón de enfermedad (…) es muy frecuente encontrar una serie de cánceres, enfermedades inmunológicas y endocrinológicas que antes no veíamos” Asegura el doctor Medardo, y agrega: “Llama la atención el gran número de abortos espontáneos y niños nacidos con malformaciones, entre 3 y 4 veces más que en ciudades como Buenos Aires”
En enero de 2012, la Defensoría del Pueblo de la Nación publicó un informe que estudiaba la relación entre la exposición a los agroquímicos con la discapacidad. Allí aseguro que: “resulta apremiante pedir a las autoridades públicas nacionales y provinciales, la toma de medidas de resguardo y cautelares, para evitar la discapacidad producida por el uso de agrotóxicos”.
El informe, aunque enfocado exclusivamente a la problemática de la discapacidad, hace recomendaciones relacionadas a la regulación de uso de químicos agrícolas a varias entidades gubernamentales. A la Comisión Nacional de Investigación de Agroquímicos (CNIA), creada en 2009 por Presidencia de la República, le pide que se hagan y publiquen investigaciones más frecuentemente – La última publicación se hizo en 2009- y que se organice internamente de una manera que haga más eficaz su trabajo.
En el informe también se pide al Ministerio de Salud que tome medidas preventivas y eficaces que garanticen el bienestar de la población en riesgo. Al SENASA, lo cuestiona por otorgar un permiso de importación y comercialización de productos elaborados con Endusolfán, a pesar de que en 2010 se haya comprobado las graves consecuencias del químico para la salud humana.
Hoy 12 millones de argentinos conviven a diario con las consecuencias de los agrotóxicos, y el número aumenta a medida de que avanza la frontera agrícola. “Cuando viene la fumiga a mi me duele la cabeza, me hace mal. Tengo miedo por mi hijo de 2 años que se la pasa jugando”, confiesa Gladys Arévalo, que con el dolor de haber perdido a un hijo a causa de los agroquímicos, se consume en la impotencia de no tener recursos para irse de la zona. Fuente: Clarín
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