Anjee Cristina.-El evento promovido por la ONU ofrecerá a las organizaciones civiles una oportunidad para confrontar ideas y espacio inédito en la medida que los medios de comunicación las desprecia.
Una formidable confrontación de fuerzas humanas, sociales, económicas y políticas está sucediendo a lo largo de este mes de Junio en la ciudad de Río de Janeiro. Al realizarse bajo el paraguas de un mismo evento, popularizado como Río + 20, la Conferencia de la ONU para el Desarrollo Sostenible e la Cúpula de los Pueblos por la Justicia Social y Ambiental promueven en una misma ciudad, el encuentro de personajes que vienen confrontándose la distancia hace más de una década.
Ese choque de dimensiones planetarias comenzó en Porto Alegre, cuando el Foro Social Mundial surgió como un polo de resistencia contra la globalización neoliberal y un contrapunto al Foro Económico Mundial, reunión de líderes empresariales y políticos de las naciones más desarrolladas que se realiza anualmente en la ciudad de Davos, en Suiza.
Desde entonces, ambos eventos pasaron a realizarse en la misma fecha, pero en regiones geográficas distantes y sin un puente de conexión. La Río + 20 puede promover el encuentro de participantes de ambos foros.
Al contrario del Forum Económico Mundial, que permanece trabajando en el mismo local, con fuerte aparato de seguridad para aislar el mismo selecto club de los más ricos y poderosos, el Forum Social Mundial, salió de las playas del río Guaíba para lanzare a los brazos del mundo. Desde entonces se viene haciendo presente en varios países de forma siempre abierta a la participación popular y siempre agregando nuevos participantes en conferencias, reuniones preparatorias, actividades y manifestaciones gestionadas localmente, regionalmente y mundialmente. A partir de esos encuentros se estructuraron grupos, movimientos, organizaciones, cooperativas y vehículos de comunicación que trabajan para una nueva cultura de paz, sostenibilidad ambiental y justicia social.
En la última edición del FSM – un forum temático, en enero de este año - Porto Alegre debatió una pauta de trabajo para Río+20 y ayudó a estructurar la Cúpula de los Pueblos. Desde entonces ese ambiente paralelo viene presentándose como un fuerte contrapunto al carácter excluyente y mercadológico de los documentos preparatorios para la conferencia oficial de la ONU, que corre el riesgo de presentar resultados sin sintonía con las actuales demandas de los pueblos y con los problemas ambientales de las naciones.
Si esa tendencia persiste, el documento final del la conferencia oficial no tendrá poder transformador y capacidad de movilización necesarios para enfrentar a la actual crisis civilizadora. Lo que quedará de más productivo de la Río+20 será justamente el debate o el contrapunto de la sociedad civil. El evento producido por las Naciones Unidas representa un momento único para que los grupos y organizaciones civiles conquisten voz y visibilidad en el espacio de los medios de comunicación corporativos. Esos mismos medios que siempre trataron de minimizar y menospreciar al Fórum Social Mundial y tantos encuentros, manifestaciones y actividades de las fuerzas que compone el llamado movimiento alter mundista.
El ocultamiento mediático no alcanza apenas a los eventos organizados por el movimiento alter-mundista, sino también las prácticas diarias de sostenibilidad y cooperación que vienen siendo descubiertas y asumidas por los pueblos en el enfrentamiento de los desafíos socio-ambientales. Por eso, la Cúpula va a presentar en Río narraciones y demostraciones de representantes de los pueblos de varias naciones, que están practicando nuevos paradigmas en busca de soluciones para los problemas más graves generados por la actual civilización. Esa agenda constituye uno de los principales desarreglos temáticos del encuentro, completando y fortaleciendo el desarreglo temático que trata de revelar a la opinión pública las causas estructurales de la crisis socio ambiental, las manipulaciones engendradas por los gobiernos y corporaciones, y la falacia de una nueva economía apellidada de verde con el intento de explorar la naturaleza como mercadería. Además de esos dos pilares temáticos que denuncian la génesis de la actual crisis civilizadora, las falsas soluciones pregonadas por el capitalismo y las soluciones reales encontradas por los pueblos, un tercer pilar temático trata de estimular organizaciones y movimientos sociales para que se articulen en procesos de lucha anticapitalista. A partir de ahí serán puestas en la agenda acciones y campañas después de Río +20.
Por las calles y plazas del mundo
El llamamiento para la lucha contra el capital depredador también encuentra un momento particularmente favorable, pues se identifica con las manifestaciones que están surgiendo espontáneamente en las calles y plazas del mundo. Los señores que planean apoderarse del patrimonio natural de la humanidad para transformarlo en mercancía, usurpando los derechos de acceso de los pueblos a sus bienes comunes y vitales, son los mismos señores del selecto club de Davos que ya se están apoderando de la soberanía de las naciones, usurpando los derechos de los pueblos para beneficios sociales conquistados a lo largo de muchos años.
Las voces que claman por la dignidad humana y el respeto a la naturaleza en Río de Janeiro encuentran eco entre los indignados europeos y norteamericanos que salen a la calle para manifestarse contra los poderes que oprimen a los pueblos. Y de la misma forma que los poderes dominantes se oponen a escuchar las demandas se sus dominados en las calles del mundo, también las reuniones y documentos preparatorios de la conferencia de las Naciones Unidas, se oponen a considerar los derechos de la humanidad a la que esa institución debería servir. Una de las acusaciones más frecuentes entre observadores y activistas de Río+20 es que estados miembros del grupo más industrializado y las corporaciones que las comandan tratan de sabotear la pauta del encuentro, retirando de las cuestiones prioritarias como las que se refieren a los derechos humanos, para hacer prevalecer los privilegios de los mercados.
Así como el sistema financiero internacional viene secuestrando el poder local para controlar países como Grecia, Italia, Portugal e Irlanda (la bola da la vez a España) también en las articulaciones oficiales de Río+20, las corporaciones y el sistema financiero amplían su poder, eliminando conquistas expresadas en principios y convenciones internacionales para entregar el control de la naturaleza a las fuerzas del capital y de los mercados. Se corre el riesgo de que Río+20 venga a ser justamente el instrumento para institucionalizar mecanismos de control de la naturaleza y restringir el acceso de los pueblos a los bienes comunes. La propuesta que se está examinando oficialmente trata de privatizar la naturaleza y transformarla en la mayor empresa del mundo. Agua, aire, tierra, suelo, florestas, biodiversidad – todo tendrá un puesto impuesto por las corporaciones y sus mercados.
Enmascarando la insustentabilidad
Pero… no todo son flores en el camino de los señores del mundo. Es más fácil avanzar con la propia agenda cuando se trata de encuentros entre pares, con decisiones tomadas a puerta cerrada como en Davos, lejos de los focos de los medios y de la resistencia de los pueblos. Ocurre que no son apenas los ricos aplaudidores de los mercados y los poderosos jefes de las naciones más desarrolladas que participan de Río+20. Hay un significativo grupo de países en desarrollo que se obstinan en preservar convenciones y tratados ya acordados. No se sabe hasta qué punto conseguirán mantener sus posiciones ante el poder de presión de los países más desarrollados. Y están también los representantes de las organizaciones socio-ambientales que fueron invitados a participar de los preparatorios de la conferencia oficial. Son esos representantes los que están denunciando las maniobras de exclusión de puntos fundamentales de la agenda y la desconsideración por las sugerencias presentadas por las organizaciones de la sociedad civil. Incluso el acceso de esos representantes a las reuniones está siendo saboteado.
En documento encaminado al secretario general de Río +20 y a los estados miembros de las Naciones Unidas, un considerable grupo de organizaciones civiles se declaran alarmadas por la forma de cómo esa institución está siendo usada para atacar los mismos derechos que debe proteger, y cómo el concepto de economía verde está siendo usado para maquillar un modelo insostenible de desarrollo y presentarlo enmascarado como sostenible.
La verdad es que no adelanta simplemente implementando tecnologías con la finalidad de reducir las emisiones de carbono, pues eso está lejos de ser el principal factor de la degradación ambiental. Pero se está constituyendo en un feo expiatorio que ofrece buenas oportunidades de lucro. Mientras los dirigentes empresariales y políticos se concentran en el permiso para corromper lo ofrecido por los mercados, donde se compran créditos y en las oportunidades de crear nuevos mercados para tecnologías de bajo coste, quedan por resolver los reales problemas ambientales subsiguientes de un sistema de producción y consumo insostenible. Después de 20 años de realización de la ECO92 la primera conferencia de la ONU para el desarrollo sostenible realizado en Río de Janeiro, se alcanzaron apenas cuatro objetivos entre los 90 objetivos acordados en la época por los dirigentes del mundo para resolver la problemática ambiental. La situación general del ambiente planetario, simplemente va empeorando cada año.
Contaminación del aire, contaminación de los manantiales de agua dulce y de los océanos, deforestación, desertificación de los suelos, montañas de basura en la periferia de las ciudades, destino incierto de los residuos atómicos, radiación provocada por accidentes nucleares, contaminación provocada por armas químicas y uranio empobrecido, contaminación de cultivos se simientes transgénicas, especies amenazadas de extinción, colapso de las colmenas responsables de la polinización, extrativismo predatorio, inseguridad de alimento… La lista es larga y no para de crecer mientras la memoria de los dirigentes del mundo es cada vez más corta. No da para confiar en los gobiernos y en las corporaciones que los comandan.
Vida larga a los foros sociales, cúpulas de los pueblos, campamentos y asambleas de indignados de todo el mundo. Si alguna esperanza de un mundo mejor existe, es ahí en donde podrá ser compartida esa esperanza.
Fuente original: Carta Maior
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