domingo, 13 de mayo de 2012

Los resultados de la primera perforación científica en el permafrost (superficie congelada permanente) del Mar de Láptev confirman que la congelación submarina en el Ártico ya ha empezado a deshacerse.



Según alertan los científicos, el hecho puede conducir a un brusco aumento de la fusión de las emisiones de metano, a la intensificación del efecto invernadero y a cambios climáticos que podrían ser catastróficos.
En total seis centros científicos rusos y tres internacionales tomaron parte en el proyecto de la perforación en el Mar de Láptev, cuyo costo fue de casi un millón de dólares. Las operaciones se realizaron desde el buque de investigación Académico Lavréntiev y por primera vez se utilizó la tecnología de sondeo electromagnético. Además, los investigadores recurrieron a unos robots especiales destinados a estudiar el comportamiento de las burbujas de metano en el agua.
Descubrimiento catastrófico
Según informó el académico ruso Valentín Serguienko, por primera vez los investigadores descubrieron en una plataforma poco profunda de la Siberia Oriental unos surcos de muchos kilómetros que sueltan poderosas corrientes de metano. Mientras tanto, a una profundidad de 100 metros los científicos encontraron campos enteros de estas ‘fuentes’ de gas.


En zonas de alta actividad tectónica y sísmica, los científicos lograron identificar áreas concretas con altos niveles de emisiones de metano, que es 70 veces más nocivo para el medio ambiento que el CO2. El proceso de emisión se debe al deshielo de la perpetua congelación submarina, por debajo de la cual se guardan enormes volúmenes del gas.
Según destacó Serguienko, alrededor del 80% de la congelación submarina del Ártico, que contiene miles de gigatoneladas de hidratos de metano, se sitúan en la plataforma de Siberia Oriental. En caso de contacto de tan solo el 5% de estas reservas con la atmósfera el científico no excluye una catástrofe climática. Teniendo en cuenta que esta parte del territorio pertenece a una zona de alta actividad sísmica, el riesgo aumenta de una manera considerable.
La presente concentración de metano en la atmosfera encima del Ártico es tres veces más elevada que los niveles habituales para este periodo y la más grande de los últimos 400.000 años.

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