En las últimas dos décadas, los signos vitales de la Tierra han seguido
deteriorándose, desde la pérdida de selvas, sobrepesca, contaminación del aire
y del agua a un clima caótico y un aumento de las emisiones de gases de efecto
invernadero, según un informe de la
ONU.
El informe GEO-5 dijo que se han hecho avances
significativos en la eliminación de la producción y uso de químicos que
destruyen la capa de ozono, en la retirada del plomo del combustible, en el
creciente acceso a suministros de agua mejorados y a una mayor investigación
para reducir la contaminación en el medio marino.
Una reducción en los riesgos a la salud logrado mediante el
retiro gradual de combustibles basados en plomo tiene beneficios económicos
estimados en 2.450 millones de dólares al año, (unos 1.950 millones de euros) o
casi un cuatro por ciento del Producto Interior Bruto (PIB) global.
Se ha visto algo de avance en 40 metas, incluyendo la
expansión de áreas protegidas, como parques nacionales, mientras que se detectó
poco o nada de progreso en 24 objetivos, incluyendo el cambio climático, las
reservas de peces, la desertificación y la sequía.
Ocho metas mostraron mayor deterioro, incluyendo el estado
de las reservas mundiales de coral.
ESTADO DEL PLANETA
Bajo los modelos actuales, las emisiones de gases de efecto
invernadero podrían aumentar al doble en los próximos 50 años, lo que llevaría
a un incremento en la temperatura global de tres grados Celsius a fin de siglo.
Las pérdidas para la agricultura, el daño por eventos
climáticos extremos y el aumento de los costos de salud afectarán al PIB
global.
Para 2030, la región Asia-Pacífico contribuirá con alrededor
del 45 por ciento de las emisiones globales de dióxido de carbono vinculadas a
la energía, estimadas en un 60 por ciento para 2100 bajo un escenario en el que
las actividades de negocios se mantengan como en la actualidad.
China, India y Corea del Sur están promoviendo energía
renovable y eficiencia energética y acordaron metas voluntarias de emisiones,
en un giro positivo hacia energía más ecológica.
Alrededor de un 20 por ciento de las especies vertebradas
están bajo amenaza. El riesgo de extinción está aumentando más rápido para los
corales que para cualquier otro grupo de organismos vivientes.
Las reservas de peces han bajado hasta una tasa sin
precedentes en las últimas dos décadas. La pesca se cuadruplicó desde el inicio
de la década de 1950 hasta mediados de 1990 y se ha estabilizado o reducido
desde entonces.
Está previsto que más de 600 millones de personas carecerán
de acceso a agua potable segura en 2015, mientras que más de 2.500 millones
carecerán de acceso a servicios sanitarios básicos.
Desde el 2000, los suministros de agua subterránea se han
deteriorado más, mientras los retiros de agua global se han triplicado en los
últimos 50 años. El informe identificó a Asia occidental entre las regiones de
mayor preocupación por la escasez de agua y la eficiencia del uso del agua.
El número de zonas muertas costeras ha aumentado
dramáticamente en los últimos años. De las 169 zonas muertas costeras en todo
el mundo, sólo 13 se están recuperando.
La pérdida anual de selva cayó de 16 millones de hectáreas
en la década de 1990 a
alrededor de 13 millones de hectáreas entre el año 2000 y el 2010. Se trata de
un área equivalente al tamaño de Inglaterra.
Europa y Norteamérica están consumiendo los recursos del
planeta a niveles insostenibles.
El consumo también ha subido de forma vertiginosa en la
región Asia-Pacífico, que ha superado al resto del mundo para convertirse en el
mayor usuario de recursos naturales. Un informe separado de la ONU descubrió que el uso de
materiales de la región pasó de 17.400 millones de toneladas en 1992 a más de 37.000
millones de toneladas en el 2008.
RECOMENDACIONES
El informe dijo que existe la necesidad de establecer metas
medioambientales y de desarrollo claras y a largo plazo y mecanismos para
responsabilizar a actores de forma más enérgica en los acuerdos
internacionales.
También refleja la necesidad de más programas que coloquen
valor en ecosistemas y los servicios que entregan a las economías, como aire
fresco de selvas, líneas divisorias para ríos y protección de tormentas para
manglares.
Las naciones también deberían incorporar el valor de selvas,
ríos, deltas y otros ecosistemas en sus cuentas nacionales, colocando de ese
modo un precio sobre la naturaleza.
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