lunes, 9 de enero de 2012

Tú también eres un constructor


Un viejo carpintero llegó a una granja pidiendo trabajo.
Al entrar encontró al dueño, solitario y ensimismado, sentado en el tronco de un árbol talado.
 Después de ofrecerle a éste sus servicios, el dueño le respondió:
 - Use esos troncos y construya algo entre mi granja y la granja vecina, que es de mi hermano. Estoy molesto con él y no quiero verlo más.
 El ebanista guardó silencio, y comenzó a trabajar con los leños. Eran burdos y espinosos. Los tomaba uno a uno, sujetándolos firmemente en la prensa, para después tallarlos con la mayor gentileza posible.
 Pasó el tiempo, y, con esmero y diligencia, las manos del hombre fueron convirtiendo los troncos en finas y suaves piezas.
 Un día, el hermano vecino llegó sin aviso a pedir disculpas:

 - Me sorprendiste, hermano, gracias por construir ese puente. En realidad, no debí haber permitido que nos alejáramos.
 El hermano pensó en el carpintero, se asomó a la ventana, y encontró que el hombre había ensamblado las finas piezas talladas formando un hermoso puente, el cual unía las dos fincas por encima de la zanja que las separaba. Se dijo a sí mismo:
 - No era lo que esperaba, pero es mejor de lo que quería.
 Y los dos hermanos y sus familias se reencontraron.


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