viernes, 24 de febrero de 2012

Mahoma conspirador


Cientos de afganos protestan contra la quema del Corán. Foto: AFP

El presidente de Afganistán, Hamid Karzai, ha reclamado este miércoles que se juzgue y castigue a los militares estadounidenses que quemaron ejemplares del Corán, a quienes ha prometido un proceso justo y público. (Fuente: Reuters/EP)
Claro que eso está por ver, porque ya se van haciendo incontables las veces que a tropelías semejantes cometidas por tropas estadounidenses ocupantes puestas en evidencias, han seguido montadas piezas de disculpas con golpes de pecho y lágrimas de cocodrilos, y casi siempre una promesa de enjuiciamiento que nunca se ve ejecutar.   Después que pasa la ebullición de cada caso, todo vuelve a ser como antes, y esta vez como en las otras, no habrá que esperar tanto para que nuevas denuncias y protestas vuelvan a exponerse en la palestra pública.

Será así porque obedece a una enraizada mentalidad forjada en las filas militares del imperio de desprecio xenofóbico hacia la dignidad, la soberanía y la cultura de otras naciones, y si son musulmanas mucho más. La quema del sagrado Corán manifiesta el extremo del paroxismo, sobre el cual todavía las autoridades de la OTAN en Afganistán han pretendido que se interprete suavemente como apenas debido a “ignorancia y una deficiente comprensión”.

Según el responsable de semejante acto, escenificado en la base aérea de Bagram, y que ha levantado tres días de enardecidas protestas populares, se sospechaba que en los libros destruidos se transmitían instrucciones terroristas. Es el colmo que para justificar lo injustificables, hasta Mahoma, tanto siglos después, sea  virtualmente sindicado de conspirador activo.

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