Accidente de Baia Mare (Rumanía), 2000
El 30 de enero de 2000 se rompió un dique de contención en la fundición Aurul de Sasar (Rumanía), donde se tratan los residuos de la mina de oro de Baia Mare.
Se calcula que unos 100.000 m3 de barro y aguas residuales -con una concentración de 126 mg de cianuro por litro- se vertieron por los canales de desagüe al río Lapus, un afluente del Somes (Szamos), a través del cual alcanzaron el río Tisza y el curso superior del Danubio a su paso por Belgrado, desembocando finalmente en el mar Negro. Esta fuerte contaminación transfronteriza pudo tener graves repercusiones sobre la biodiversidad, los ecosistemas fluviales, el abastecimiento de agua potable y las condiciones socioeconómicas de la población local.
Rumanía, Hungría y la República Federativa de Yugoslavia tomaron y analizaron muestras. Las mediciones realizadas el 1 de febrero de 2000 en la localidad de Satu Mare, a orillas del Somes, revelaron que la concentración máxima de cianuros era de 7,8 mg por litro (en comparación con el límite máximo de 0,01 mg por litro que se aplica en las aguas superficiales). Una ola tóxica de 30 a 40 kilómetros de longitud aniquiló la flora y la fauna del curso central del río Tisza, cifrándose las pérdidas en cientos de miles de euros. Cuatro semanas después podía medirse la pluma de cianuro en el delta del Danubio, a 2.000 km del origen del vertido.
En largos tramos del sistema fluvial hasta la confluencia del Tisza con el Danubio se registraron graves efectos, típicos del cianuro: el fitoplancton y el zooplancton se extinguieron al paso de la pluma y los peces murieron en el acto o poco después. Las autoridades húngaras estimaron el total de peces muertos en más de mil toneladas, mientras que las pérdidas de este tipo comunicadas por las autoridades rumanas fueron muy pequeñas. Las autoridades de Yugoslavia comunicaron la aparición de grandes cantidades de peces muertos en la parte del río Tisza que discurre por el país.
En el Danubio no se registraron episodios importantes de este tipo. Poco después de pasar la pluma de cianuro, los microorganismos acuáticos se recuperaron con rapidez. Para saber qué efectos tendrá este accidente sobre la biodiversidad a largo plazo será necesario seguir realizando análisis. Los expertos en medio ambiente temen que se hayan puesto en peligro algunas especies raras y singulares, tanto de la flora como de la fauna, como las cinco águilas pescadoras que habitan en el Parque Nacional de Hortobagy, en Hungría.
El oportuno intercambio de información y las medidas preventivas adoptadas por las autoridades rumanas, húngaras y yugoslavas, incluido el cierre temporal de la presa del lago Tisza, mitigaron y redujeron los riesgos y efectos del vertido. El suministro de agua a las dos ciudades más grandes que se asientan en las márgenes del río Tisza -Szolnok (120.000 habitantes) y Szeged (206.000 habitantes)- quedó a salvo gracias a la ágil actuación de las autoridades locales.
Se pusieron fuentes alternativas de abastecimiento de agua a disposición de los pueblos cercanos al lugar del accidente, aunque presuntamente no se les informó del vertido con la suficiente rapidez. Gracias a los suministros alternativos y a los pozos profundos, la población del curso inferior no tuvo problemas con el agua potable. Por lo tanto, el riesgo sanitario inmediato del vertido en sí parece ser mínimo, aunque en el largo plazo podrían producirse problemas crónicos de salud debido a la contaminación por metales pesados.
El vertido tuvo lugar en una zona ya contaminada con metales pesados tras una larga historia de explotación minera y tratamiento de metales. En los puntos del curso superior afectados se registraban asimismo altas concentraciones de algunos metales pesados. Por consiguiente, el accidente se produjo en una región en la que existen instalaciones mal gestionadas y conservadas y estanques de flotación que contienen cianuros o metales pesados, muchos de los cuales registran pérdidas constantes.
Existe el riesgo de que tanto las aguas superficiales y subterráneas como el suelo sigan contaminándose como consecuencia de estas fugas constantes o de accidentes graves.
Se calcula que unos 100.000 m3 de barro y aguas residuales -con una concentración de 126 mg de cianuro por litro- se vertieron por los canales de desagüe al río Lapus, un afluente del Somes (Szamos), a través del cual alcanzaron el río Tisza y el curso superior del Danubio a su paso por Belgrado, desembocando finalmente en el mar Negro. Esta fuerte contaminación transfronteriza pudo tener graves repercusiones sobre la biodiversidad, los ecosistemas fluviales, el abastecimiento de agua potable y las condiciones socioeconómicas de la población local.
Rumanía, Hungría y la República Federativa de Yugoslavia tomaron y analizaron muestras. Las mediciones realizadas el 1 de febrero de 2000 en la localidad de Satu Mare, a orillas del Somes, revelaron que la concentración máxima de cianuros era de 7,8 mg por litro (en comparación con el límite máximo de 0,01 mg por litro que se aplica en las aguas superficiales). Una ola tóxica de 30 a 40 kilómetros de longitud aniquiló la flora y la fauna del curso central del río Tisza, cifrándose las pérdidas en cientos de miles de euros. Cuatro semanas después podía medirse la pluma de cianuro en el delta del Danubio, a 2.000 km del origen del vertido.
En largos tramos del sistema fluvial hasta la confluencia del Tisza con el Danubio se registraron graves efectos, típicos del cianuro: el fitoplancton y el zooplancton se extinguieron al paso de la pluma y los peces murieron en el acto o poco después. Las autoridades húngaras estimaron el total de peces muertos en más de mil toneladas, mientras que las pérdidas de este tipo comunicadas por las autoridades rumanas fueron muy pequeñas. Las autoridades de Yugoslavia comunicaron la aparición de grandes cantidades de peces muertos en la parte del río Tisza que discurre por el país.
En el Danubio no se registraron episodios importantes de este tipo. Poco después de pasar la pluma de cianuro, los microorganismos acuáticos se recuperaron con rapidez. Para saber qué efectos tendrá este accidente sobre la biodiversidad a largo plazo será necesario seguir realizando análisis. Los expertos en medio ambiente temen que se hayan puesto en peligro algunas especies raras y singulares, tanto de la flora como de la fauna, como las cinco águilas pescadoras que habitan en el Parque Nacional de Hortobagy, en Hungría.
El oportuno intercambio de información y las medidas preventivas adoptadas por las autoridades rumanas, húngaras y yugoslavas, incluido el cierre temporal de la presa del lago Tisza, mitigaron y redujeron los riesgos y efectos del vertido. El suministro de agua a las dos ciudades más grandes que se asientan en las márgenes del río Tisza -Szolnok (120.000 habitantes) y Szeged (206.000 habitantes)- quedó a salvo gracias a la ágil actuación de las autoridades locales.
Se pusieron fuentes alternativas de abastecimiento de agua a disposición de los pueblos cercanos al lugar del accidente, aunque presuntamente no se les informó del vertido con la suficiente rapidez. Gracias a los suministros alternativos y a los pozos profundos, la población del curso inferior no tuvo problemas con el agua potable. Por lo tanto, el riesgo sanitario inmediato del vertido en sí parece ser mínimo, aunque en el largo plazo podrían producirse problemas crónicos de salud debido a la contaminación por metales pesados.
El vertido tuvo lugar en una zona ya contaminada con metales pesados tras una larga historia de explotación minera y tratamiento de metales. En los puntos del curso superior afectados se registraban asimismo altas concentraciones de algunos metales pesados. Por consiguiente, el accidente se produjo en una región en la que existen instalaciones mal gestionadas y conservadas y estanques de flotación que contienen cianuros o metales pesados, muchos de los cuales registran pérdidas constantes.
Existe el riesgo de que tanto las aguas superficiales y subterráneas como el suelo sigan contaminándose como consecuencia de estas fugas constantes o de accidentes graves.
Tras realizar una evaluación preliminar de las consecuencias del accidente de Baia Mare, se estudió la adopción de siete medidas:
- Crear un grupo operativo internacional presidido por la Comisión Europea.
- Prestar asistencia técnica inmediata a las autoridades húngaras y rumanas.
- Evaluar las necesidades de ayuda económica en función de los informes de daños y formular proyectos de restauración.
- Reforzar los servicios de protección civil de la Unión Europea.
- Ampliar a los países candidatos a la adhesión el estudio que está realizando la Comisión sobre los puntos negros de la industria minera.
- Revisar y posiblemente adaptar la legislación comunitaria vigente.
- Acelerar la legislación de la responsabilidad ambiental.
El grupo operativo ("Task Force") "Baia Mare"
Este grupo operativo está dirigido por un representante nombrado por la Comisión Europea. Sus seis miembros son funcionarios de alto nivel de la propia Comisión y de organismos nacionales, regionales e internacionales de protección del medio ambiente. La secretaría está en Viena, en las instalaciones de la Comisión para la protección del Danubio.
La misión del grupo operativo consiste en determinar qué ocurrió, evaluar los daños y proponer medidas para reparar los perjuicios causados. Además propondrá la adopción de medidas encaminadas a mantener a la opinión pública perfectamente informada de la situación. Para evitar que ocurran accidentes similares en el futuro, identificará posibles puntos negros en la cuenca del Danubio y recomendará el modo de reducir los riesgos.
El grupo operativo celebró su primera reunión en marzo de 2000, en las oficinas de la Comisión Europea en Bruselas. En ella acordó:
Como parte de su mandato, el grupo operativo ha publicado un Inventario de establecimientos de alto riesgo de las industrias mineras, extractivas y de tratamiento de minerales que se asientan en la cuenca del río Tizsa.
El grupo operativo hará público su informe definitivo a finales del año 2000. La industria europea de extracción de metales se ha ofrecido a colaborar con el grupo operativo.
La misión del grupo operativo consiste en determinar qué ocurrió, evaluar los daños y proponer medidas para reparar los perjuicios causados. Además propondrá la adopción de medidas encaminadas a mantener a la opinión pública perfectamente informada de la situación. Para evitar que ocurran accidentes similares en el futuro, identificará posibles puntos negros en la cuenca del Danubio y recomendará el modo de reducir los riesgos.
El grupo operativo celebró su primera reunión en marzo de 2000, en las oficinas de la Comisión Europea en Bruselas. En ella acordó:
- Establecer lo que ocurrió y averiguar las causas del vertido con la mayor exactitud posible.
- Evaluar los daños y proponer medidas para reparar los perjuicios causados. Se decidirá lo que hay que hacer a largo plazo para restaurar el equilibrio ecológico en las zonas afectadas, sin entrar en ningún tipo de consideración sobre "compensaciones".
- Mantener a la opinión pública informada a través de un proceso de comunicación bidireccional, en colaboración con organizaciones no gubernamentales (ONG) consolidadas y reconocidas.
- Identificar otros "puntos negros" en las industrias mineras y extractivas.
- Presentar sugerencias para reducir posibles riesgos adicionales y, en su caso, establecer si (en opinión de sus miembros) el marco legislativo vigente es adecuado.
Como parte de su mandato, el grupo operativo ha publicado un Inventario de establecimientos de alto riesgo de las industrias mineras, extractivas y de tratamiento de minerales que se asientan en la cuenca del río Tizsa.
El grupo operativo hará público su informe definitivo a finales del año 2000. La industria europea de extracción de metales se ha ofrecido a colaborar con el grupo operativo.
El informe del PNUMA y la OCAH sobre el vertido de cianuro en Baia Mare (Rumanía)
A petición de los gobiernos de Hungría, Rumanía y la República Federativa de Yugoslavia (RFY), y tras mantener consultas con la Comisión Europea y la Oficina de Coordinación de Asuntos Humanitarios (OCAH) de Naciones Unidas, el Director Ejecutivo del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA) anunció el 18 de febrero de 2000 que se enviaría un equipo de expertos internacionales a la zona afectada para realizar un análisis científico de los daños ambientales causados por el vertido.
La misión fue iniciativa conjunta del PNUMA y la OCAH, y estuvo organizada por la Unidad Ambiental Conjunta de ambos organismos y dirigida por el Director de la Oficina Regional del PNUMA para Europa. Tenía el cometido de realizar una descripción científica independiente del vertido y de la situación y los acontecimientos que lo causaron, obtener y analizar información relacionada con dicho vertido y sus implicaciones para el medio ambiente, y recomendar la adopción de medidas de prevención y procedimientos de actuación en casos similares en el futuro.
La misión resultó ser un modelo útil para la cooperación entre organismos y la ejecución rápida de trabajos de evaluación pluridisciplinares. Por sus limitaciones de magnitud, alcance y tiempo, no pretendía realizar una descripción exhaustiva de la emergencia y de sus implicaciones, sino principalmente obtener datos ambientales para informar un proceso internacional de investigación y análisis llevado a cabo, entre otros, por el grupo operativo "Baia Mare".
La misión, que desarrolló su trabajo entre el 23 de febrero y el 6 de marzo de 2000, tomó y analizó muestras y mantuvo entrevistas con expertos locales y nacionales y conversaciones con las autoridades nacionales, las poblaciones afectadas y las ONG locales.
Con muy poca antelación al desplazamiento a las zonas afectadas, se seleccionaron expertos de siete países (Austria, República Checa, Finlandia, Alemania, Noruega, Suecia y Suiza) especializados en química, ecotoxicología, biología, tecnología de procesos e ingeniería de obras hidráulicas.
El equipo se reunió en la capital rumana, Bucarest, desde donde se desplazó al lugar en el que se rompió el dique, en la zona de Baia Mare. Después cruzó la frontera con Hungría y siguió el sistema fluvial hasta la frontera con Yugoslavia. Finalmente, tomó muestras a lo largo del curso del Danubio en este país. La misión se dividió en siete áreas principales de investigación:
La misión fue iniciativa conjunta del PNUMA y la OCAH, y estuvo organizada por la Unidad Ambiental Conjunta de ambos organismos y dirigida por el Director de la Oficina Regional del PNUMA para Europa. Tenía el cometido de realizar una descripción científica independiente del vertido y de la situación y los acontecimientos que lo causaron, obtener y analizar información relacionada con dicho vertido y sus implicaciones para el medio ambiente, y recomendar la adopción de medidas de prevención y procedimientos de actuación en casos similares en el futuro.
La misión resultó ser un modelo útil para la cooperación entre organismos y la ejecución rápida de trabajos de evaluación pluridisciplinares. Por sus limitaciones de magnitud, alcance y tiempo, no pretendía realizar una descripción exhaustiva de la emergencia y de sus implicaciones, sino principalmente obtener datos ambientales para informar un proceso internacional de investigación y análisis llevado a cabo, entre otros, por el grupo operativo "Baia Mare".
La misión, que desarrolló su trabajo entre el 23 de febrero y el 6 de marzo de 2000, tomó y analizó muestras y mantuvo entrevistas con expertos locales y nacionales y conversaciones con las autoridades nacionales, las poblaciones afectadas y las ONG locales.
Con muy poca antelación al desplazamiento a las zonas afectadas, se seleccionaron expertos de siete países (Austria, República Checa, Finlandia, Alemania, Noruega, Suecia y Suiza) especializados en química, ecotoxicología, biología, tecnología de procesos e ingeniería de obras hidráulicas.
El equipo se reunió en la capital rumana, Bucarest, desde donde se desplazó al lugar en el que se rompió el dique, en la zona de Baia Mare. Después cruzó la frontera con Hungría y siguió el sistema fluvial hasta la frontera con Yugoslavia. Finalmente, tomó muestras a lo largo del curso del Danubio en este país. La misión se dividió en siete áreas principales de investigación:
- Construcción y gestión de la presa, para comprender cómo ocurrió la rotura.
- Planificación de emergencias y sistemas de alerta rápida.
- Implicaciones para las comunidades que puedan verse afectadas por la contaminación de los pozos y las fuentes de abastecimiento público de agua potable.
- Calidad de las aguas superficiales, incluidos los efectos químicos, biológicos y ecotoxicológicos.
- Efectos sobre el suelo y los sedimentos, especialmente con relación a la liberación de metales pesados.
- Métodos de muestreo y análisis empleados por las distintas autoridades locales y nacionales, con el fin de detectar posibles discrepancias en la medición de la contaminación.
- Entrevistas y contactos con las autoridades locales, ONG y representantes de la población para valorar el contexto y las implicaciones del vertido en términos socioeconómicos.
El accidente de Baia Mare desde el punto de vista técnico: descripción del proyecto y conclusiones que cabe extraer
En este capítulo se describen la empresa y su proyecto. Sin prejuzgar los resultados del grupo operativo "Baia Mare", se señalan las razones más probables del vertido de cianuro y se exponen las conclusiones que cabe extraer del accidente.
Descripción de la empresa
La empresa que gestionaba la planta de tratamiento de los residuos mineros de Baia Mare (Rumanía) se llama Aurul S.A. Se trata de una sociedad anónima cuyos accionistas principales son la empresa australiana Esmeralda Exploration Limited (con un 50 %) y Remin (empresa estatal rumana, que posee el 44,8 %). Esmeralda es una pequeña empresa que sólo explota esta instalación de Baia Mare. Esta empresa pasó a administración judicial después del accidente.
Descripción de la empresa
La empresa que gestionaba la planta de tratamiento de los residuos mineros de Baia Mare (Rumanía) se llama Aurul S.A. Se trata de una sociedad anónima cuyos accionistas principales son la empresa australiana Esmeralda Exploration Limited (con un 50 %) y Remin (empresa estatal rumana, que posee el 44,8 %). Esmeralda es una pequeña empresa que sólo explota esta instalación de Baia Mare. Esta empresa pasó a administración judicial después del accidente.
Descripción del proyecto
La producción de minerales que Remin llevaba a cabo anteriormente en la zona de Baia Mare había dejado tras de sí grandes cantidades de residuos con una baja concentración de oro y plata. Estos diques restringían el desarrollo urbano de la ciudad y eran causa de graves problemas ambientales. Los residuos se apilaban en el centro de la ciudad y contaminaban las aguas superficiales y subterráneas, además de provocar ventiscas de polvo, en especial durante el verano. Por lo tanto, se organizó un proceso de licitación internacional y se eligió un proyecto para limpiar estos establecimientos. El desarrollo de nuevas tecnologías de tratamiento determinó que el reproceso de estos residuos fuese técnica y económicamente viable.
El "Proyecto de retratamiento de los residuos de Baia Mare" se diseñó para procesar 2.500.000 toneladas anuales de residuos procedentes de las antiguas actividades mineras. Para poder aprovecharlos en el proceso de lixiviación de oro, los residuos se mojaban con chorros de agua, de modo que se formasen fangos que pudieran bombearse a un tanque de sedimentación. De ahí pasaban a un molino de bolas, principalmente para pulimentar las superficies y que la cianuración fuese más eficaz. Después, los finos fangos formados por mineral y agua pasaban al proceso de "carbono en pulpa" (CIP).
Los residuos del proceso CIP se bombeaban a la presa situada a unos siete kilómetros al sur de Baia Mare, en la zona de la aldea de Sasar. Antes de iniciar las operaciones, se construyó una nueva balsa de estériles de 96 hectáreas utilizando diques de tierra y un revestimiento plástico. La construcción comprendía un dique interior y otro exterior más bajo. Este último no estaba diseñado como dique de seguridad para contener un posible vertido, sino más bien para almacenar el lixiviado y el agua de lluvia que rebosan del dique interior.
Al iniciarse el proceso, las fracciones más gruesas de los residuos se emplearon para continuar la construcción de la presa. Con el fin de realizar la separación, se instalaron varios hidrociclones a lo largo del dique superior. La fracción más fina, junto con el agua utilizada, se vertía al estanque situado detrás de la presa. Una vez precipitados los fangos, el agua decantada se reciclaba en el proceso de lixiviación, con el fin de reducir al mínimo el uso de cianuro en el mismo.
En resumen, la balsa desempeñaba en algunos aspectos la misma función que un amontonamiento de residuos mineros o un vertedero: el almacenamiento de minerales triturados. Cuando la balsa de estériles alcanzaba su forma y volumen definitivos, el agua restante se eliminaba por bombeo o evaporación.
El "Proyecto de retratamiento de los residuos de Baia Mare" se diseñó para procesar 2.500.000 toneladas anuales de residuos procedentes de las antiguas actividades mineras. Para poder aprovecharlos en el proceso de lixiviación de oro, los residuos se mojaban con chorros de agua, de modo que se formasen fangos que pudieran bombearse a un tanque de sedimentación. De ahí pasaban a un molino de bolas, principalmente para pulimentar las superficies y que la cianuración fuese más eficaz. Después, los finos fangos formados por mineral y agua pasaban al proceso de "carbono en pulpa" (CIP).
Los residuos del proceso CIP se bombeaban a la presa situada a unos siete kilómetros al sur de Baia Mare, en la zona de la aldea de Sasar. Antes de iniciar las operaciones, se construyó una nueva balsa de estériles de 96 hectáreas utilizando diques de tierra y un revestimiento plástico. La construcción comprendía un dique interior y otro exterior más bajo. Este último no estaba diseñado como dique de seguridad para contener un posible vertido, sino más bien para almacenar el lixiviado y el agua de lluvia que rebosan del dique interior.
Al iniciarse el proceso, las fracciones más gruesas de los residuos se emplearon para continuar la construcción de la presa. Con el fin de realizar la separación, se instalaron varios hidrociclones a lo largo del dique superior. La fracción más fina, junto con el agua utilizada, se vertía al estanque situado detrás de la presa. Una vez precipitados los fangos, el agua decantada se reciclaba en el proceso de lixiviación, con el fin de reducir al mínimo el uso de cianuro en el mismo.
En resumen, la balsa desempeñaba en algunos aspectos la misma función que un amontonamiento de residuos mineros o un vertedero: el almacenamiento de minerales triturados. Cuando la balsa de estériles alcanzaba su forma y volumen definitivos, el agua restante se eliminaba por bombeo o evaporación.
Circunstancias del vertido
Tras sufrir condiciones meteorológicas extremas (hielo y nieve en la balsa de estériles, precipitaciones de 36 litros por metro cuadrado), los residuos depositados en el dique interior se empaparon. Resultó así afectada la estabilidad del dique y se produjo un corrimiento local que se convirtió en una rotura de aproximadamente 23 metros. El agua así liberada llenó el espacio existente entre los dos diques y desbordó el dique exterior.
Conclusiones que cabe extraer del accidente
Hay que señalar que la cianuración es actualmente, tanto por razones ambientales como económicas, el método preferido para el tratamiento de minerales auríferos yes una práctica habitual en todo el mundo. El diseño y gestión de las balsas de residuos, ya correspondan a minas de oro o a otras industrias extractivas, depende en gran medida de las condiciones específicas de cada establecimiento, entre las que cabe citar el terreno y la mineralogía del lugar en el que se pretende construir el estanque, el tipo de residuos y las condiciones meteorológicas.
Aurul S.A. reciclaba el agua cianurada en un "circuito cerrado". La empresa optó por este sistema para ahorrarse el coste de los productos químicos de neutralización y reducir las compras de cianuro. A consecuencia de ello, esta balsa de estériles se encontraba en situación de riesgo, en tanto que siempre contenía altas concentraciones de cianuro Los expertos rumanos calcularon que se habían vertido al río unas 120 toneladas de cianuro.
Cuando se utilizan balsas para acumular los residuos derivados del tratamiento de los minerales auríferos con cianuro, una forma de neutralizar el cianuro puede ser añadir hipoclorito sódico al agua que contiene los residuos antes de hacerla pasar a la balsa. Después de una fase de sedimentación, el agua se vierte o se devuelve al proceso para volver a mezclarla con cianuro. La forma más obvia de evitar accidentes si aumenta en exceso el nivel del agua en el estanque es asegurarse de que la presa está bien diseñada y construida con material adecuado para soportar la carga que puede producirse. La instalación de un dique de contención adicional es otra medida que puede reducir el impacto ambiental de una rotura de la presa, y cuanto más peligroso sea el contenido del estanque -por ejemplo, si no se aplica ningún tratamiento para eliminar el cianuro-, mayores serán las consecuencias de un posible vertido, justificándose así la adopción de tales medidas.
Como capacidad de almacenamiento suplementaria para contener posibles vertidos, podrían construirse diques adicionales. Otra medida sería ampliar la extracción de agua del estanque para reducir el nivel en caso de un incremento repentino causado por una fuerte precipitación. Además, hay que tener mucho cuidado en la gestión y el continuo recrecimiento de la balsa de estériles, especialmente en lo que respecta al equilibrio entre el agua y las partículas sólidas en la presa y el efecto que sobre dicho equilibrio puede tener, por ejemplo, un fuerte aguacero. Ello implica mantener permanentemente controlado el tamaño de la "playa" (es decir, la parte que se extiende entre la parte superior del dique interior y la superficie del agua; véase la figura anterior), así como del "bordo libre" (es decir, la altura del muro de contención desde el nivel del agua hasta su parte superior; véase la figura anterior). Por otra parte, este accidente es también un recordatorio de que en el diseño y gestión de una balsa de estériles hay que tener en cuenta las peores condiciones meteorológicas previsibles, como una tormenta de agua o nieve, así como el efecto que tienen las temperaturas bajo cero sobre el estanque. Estas propuestas dan una idea de lo que podría hacerse en el transcurso del diseño y la gestión de las balsas de residuos de este tipo para minimizar los riesgos de accidentes.
Finalmente, el accidente puso de manifiesto una cuestión clave: la ineficacia de los procedimientos de autorización e inspección y su responsabilidad en la creación de las circunstancias que han permitido la construcción de presas con defectos de diseño. De acuerdo con el informe del PNUMA y la OCAH, antes de que pudieran iniciarse las operaciones en esta instalación fue necesario obtener veintidós permisos distintos relacionados con el medio ambiente y la salud pública, proceso que duró un total de siete años. En Rumanía subsiste el problema de que no hay una coordinación general eficaz entre los distintos organismos que participan en la concesión de permisos y de que no haya existido una entidad única dotada de facultades reguladoras y de supervisión técnica. Preocupa mucho la posibilidad de que otras instalaciones de muy diversos sectores industriales de los países candidatos a la adhesión hayan sido sometidas a un control inadecuado y sean peligrosas para el medio ambiente y la salud. Por consiguiente, será preciso estudiar la necesidad de mejorar los procedimientos de autorización y aumentar los recursos y capacidades de los organismos reguladores.
Aurul S.A. reciclaba el agua cianurada en un "circuito cerrado". La empresa optó por este sistema para ahorrarse el coste de los productos químicos de neutralización y reducir las compras de cianuro. A consecuencia de ello, esta balsa de estériles se encontraba en situación de riesgo, en tanto que siempre contenía altas concentraciones de cianuro Los expertos rumanos calcularon que se habían vertido al río unas 120 toneladas de cianuro.
Cuando se utilizan balsas para acumular los residuos derivados del tratamiento de los minerales auríferos con cianuro, una forma de neutralizar el cianuro puede ser añadir hipoclorito sódico al agua que contiene los residuos antes de hacerla pasar a la balsa. Después de una fase de sedimentación, el agua se vierte o se devuelve al proceso para volver a mezclarla con cianuro. La forma más obvia de evitar accidentes si aumenta en exceso el nivel del agua en el estanque es asegurarse de que la presa está bien diseñada y construida con material adecuado para soportar la carga que puede producirse. La instalación de un dique de contención adicional es otra medida que puede reducir el impacto ambiental de una rotura de la presa, y cuanto más peligroso sea el contenido del estanque -por ejemplo, si no se aplica ningún tratamiento para eliminar el cianuro-, mayores serán las consecuencias de un posible vertido, justificándose así la adopción de tales medidas.
Como capacidad de almacenamiento suplementaria para contener posibles vertidos, podrían construirse diques adicionales. Otra medida sería ampliar la extracción de agua del estanque para reducir el nivel en caso de un incremento repentino causado por una fuerte precipitación. Además, hay que tener mucho cuidado en la gestión y el continuo recrecimiento de la balsa de estériles, especialmente en lo que respecta al equilibrio entre el agua y las partículas sólidas en la presa y el efecto que sobre dicho equilibrio puede tener, por ejemplo, un fuerte aguacero. Ello implica mantener permanentemente controlado el tamaño de la "playa" (es decir, la parte que se extiende entre la parte superior del dique interior y la superficie del agua; véase la figura anterior), así como del "bordo libre" (es decir, la altura del muro de contención desde el nivel del agua hasta su parte superior; véase la figura anterior). Por otra parte, este accidente es también un recordatorio de que en el diseño y gestión de una balsa de estériles hay que tener en cuenta las peores condiciones meteorológicas previsibles, como una tormenta de agua o nieve, así como el efecto que tienen las temperaturas bajo cero sobre el estanque. Estas propuestas dan una idea de lo que podría hacerse en el transcurso del diseño y la gestión de las balsas de residuos de este tipo para minimizar los riesgos de accidentes.
Finalmente, el accidente puso de manifiesto una cuestión clave: la ineficacia de los procedimientos de autorización e inspección y su responsabilidad en la creación de las circunstancias que han permitido la construcción de presas con defectos de diseño. De acuerdo con el informe del PNUMA y la OCAH, antes de que pudieran iniciarse las operaciones en esta instalación fue necesario obtener veintidós permisos distintos relacionados con el medio ambiente y la salud pública, proceso que duró un total de siete años. En Rumanía subsiste el problema de que no hay una coordinación general eficaz entre los distintos organismos que participan en la concesión de permisos y de que no haya existido una entidad única dotada de facultades reguladoras y de supervisión técnica. Preocupa mucho la posibilidad de que otras instalaciones de muy diversos sectores industriales de los países candidatos a la adhesión hayan sido sometidas a un control inadecuado y sean peligrosas para el medio ambiente y la salud. Por consiguiente, será preciso estudiar la necesidad de mejorar los procedimientos de autorización y aumentar los recursos y capacidades de los organismos reguladores.
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