El ministerio de exteriores de Rusia considera
contraproducentes los llamamientos occidentales y de la oposición siria para
hacer valer un capítulo de la Carta de la ONU que abriría las puertas a una
injerencia militar contra el país.
En este sentido Rusia trata de enfocar la atención sobre el
plan de paz elaborado por Kofi Annan, el enviado especial de la ONU y de la
Liga para Siria. El plan, que impuso la deseada tregua del 12 de abril en
Siria, insta a las autoridades y a los opositores a involucrarse en un diálogo
político sobre el futuro del país.
Mientras tanto, la portavoz del Departamento de Estado,
Victoria Nuland, reconoció que EE. UU. “va a mantener la presión” sobre el
presidente sirio Bashar Al Assad mientras sigue apoyando el plan de Annan.
“Si él espera que se termine [la presión], la presión solo
aumentará y aumentará más, y él se irá. No podrá soportarlo”, dijo la portavoz
de estadounidense, reforzando con ello el enfoque unilateral de su país en
reación al conflicto en Siria, es decir, responsabilizando ante todo a las
autoridades de la violencia.
Sin embargo, otros miembros de la comunidad mundial,
incluida Rusia, siguen insistiendo en la necesidad de que ambas partes se
sienten a la mesa de negociaciones, y no pierden esperanza de que el plan de
paz se concrete, ni de que se cumplan los objetivos de la misión observadora de
la ONU destinada a supervisar el conflicto, que no acaba de sofocarse.
El diplomático ruso ha subrayado que, por de pronto, será
desplegado un grupo importante de observadores que aumentará el ya existente
hasta los 300 o más especialistas.
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