Las imágenes presentadas sobre el monitoreo solar semejan
una colisión de líquido naranja, como si fuera oleaje marítimo; se trata de
gases incandescentes que muestran una explosión solar, la más reciente,
registrada el pasado domingo, informó Alejandro Lara, investigador del
Instituto de Geofísica de la
UNAM.
Precisó que ocasionalmente afectan sistemas tecnológicos
como las comunicaciones y las líneas de transmisión de electricidad. Sin
embargo, por la configuración del campo magnético México no se encuentra tan
expuesto a estas perturbaciones por su cercanía al Ecuador, en contraste con
las zonas cercanas a los polos.
'Pueden desplazar satélites y, con ello, las antenas
receptoras no los encuentran, por lo que se dificultan las señales hasta que el
aparato es reposicionado. Cualquier servicio que utilice comunicación por dicha
vía, como telefonía, televisión de paga e incluso Internet, sufriría
interrupciones por algunos minutos', alertó.
Asimismo, el académico universitario señaló que la atmósfera
actúa como escudo ante la radiación que sale de las explosiones.
'Emiten demasiada radiación X, ultravioleta, hasta gama,
pero ésta se queda atrapada en la atmósfera alta; modifica la ionosfera, cambia
sus características y así ya no es tan fácil ni el egreso o ingreso de señales
electromagnéticas', dijo.
Indicó que el Instituto de Geofísica de la UNAM es la única institución
en el país que cuenta con radiotelescopios solares, que monitorean la actividad
del máximo astro.
Añadió que 'la actividad es cíclica. Cada 11 años presenta
un máximo de movimiento y en este momento llegamos a ese nivel. Esperamos que
vaya en aumento en ritmo e intensidad'.
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