El 2 de abril marca el 30º aniversario de la recuperación
militar de las Islas Malvinas en el Atlántico Sur por la Argentina durante el
régimen cívico-militar entonces en el poder. Una guerra relámpago que terminó
74 días más tarde, el 14 de junio, con la rendición de las fuerzas argentinas
ante la fuerza de tareas británica.
Aquello preparó el camino para lo que algunos años más tarde se
transformaría en el "Tratado de Versalles Argentino".
Treinta años después, escuchamos ecos de aquel conflicto en
las vulgares rencillas verborrágicas entre la presidente argentina Cristina
Kirchner y el premier británico David Cameron, con acusaciones mutuas de
explotación y derechos sobre el petróleo, "soberanía",
"descolonización" y "remilitarización de Atlántico
Sur". Como dijera en mi artículo en
RT Español de fecha 11 de febrero, "¡Risas inglesas sobre Islas
Malvinas!", todo esto no es más que "mucho ruido y pocas
nueces…".
La derrota
Porque el verdadero quid de la cuestión es que –igual que
con todas las naciones derrotadas en guerra por EE. UU., el Reino Unido y sus
aliados– Argentina también habría de sufrir su "Tratado de
Versalles", igual al que le fuera impuesto a la derrotada Alemana en 1919
tras la Primera Guerra
Mundial por esos mismos aliados victoriosos, ocasionándole horrendo sufrimiento
económico, financiero, social y político que aseguró que pocos años después
Adolfo Hitler y su movimiento nacionalsocialista recibiera masivo apoyo popular
del pueblo alemán. También aquí, el resto es historia…
Pero los Aliados han aprendido muchas lecciones desde
entonces. Al igual que con Alemania, Austria, Japón, Italia e Irak, a la Argentina también era
preciso castigarla, sin embargo en lugar de ocuparla militarmente, a la Argentina se la obligó a
tragar una píldora casi igual de amarga…
Se le impuso la "democracia" en su falsa variante
anglo-norteamericana, profusamente financiada por los Dueños del Poder Global y
sus sátrapas locales, y taladrada en los cerebros de cada argentino a través de
sus poderosos multimedios locales y globales.
Con la imposición de aquella "democracia" en
diciembre 1983, los sucesivos presidentes desde Raúl Alfonsín (el "Sr.
Hiperinflación 1989"), pasando por Carlos Menem (gerenciador local del
"Tratado de Versalles Argentino") y Fernando De la Rúa (el "Sr. Colapso
Financiero 2001"), hasta Néstor y Cristina Kirchner en los últimos nueve
años, todos le garantizaron a los Dueños del Poder Global tres cosas
fundamentales para ellos:
(1) Que la
Argentina siempre se mantendría de rodillas antes sus
victoriosos enemigos;
(2) Que la
Argentina jamás investigará el origen ilegítimo e ilegal de
su enorme Deuda Externa iniciada bajo el régimen ilegal cívico-militar, sino
que pagará y pagará década tras década, y
(3) Que la
Argentina desmantelaría, desintegraría y destruiría sus
fuerzas armadas tanto material como moralmente, de manera de transformar a
Argentina en un país total y absolutamente desarmado ante un mundo
terriblemente peligroso.
Todo ello, resultado del "Tratado de Versalles
Argentino".
Para empezar, el presidente Alfonsín hizo juzgar de manera
pública y bochornosa a miles de militares por violaciones de los derechos
humanos, una tarea necesaria sin dudas pero desnaturalizada a través de un
vasto, complejo y completo ejercicio de guerra psicológica que tuvo como
resultado que el pueblo argentino terminase odiando a sus instituciones
militares, en lugar de limitarse a expulsar a los criminales que se habían
infiltrado en sus filas. Ello tuvo el efecto de destruir a las Fuerzas Armadas
institucionalmente.
¿Puede imaginarse lo que ocurriría si EE. UU., Gran Bretaña,
Francia e Israel decidiesen juzgar pública y ampliamente a sus militares por
los genocidios perpetrados en África, Irak, Afganistán, Libia, Palestina,
Serbia y Panamá? No, no…. Eso solo le ocurre a los ejércitos vencidos:
alemanes, italianos, japoneses, árabes y argentinos. Y todo luego reforzado por
películas de historia-ficción hábilmente urdidas por las usinas de guerra
psicológica de Hollywood dedicadas a taladrar los cerebros de todo el mundo.
Un nuevo "Versalles"
En realidad, este Versalles argentino tiene nombre propio:
"Tratado Anglo-Argentino de Promoción y Protección de Inversiones"
suscripto en Londres el 11 de diciembre de 1990, y promulgado por el Congreso
argentino el 4 de noviembre de 1992 (Ley No. 24.184). Así, se coronó una larga
serie de negociaciones entre Argentina y el Reino Unido que en febrero 1990
llevó a la suscripción de un acuerdo formal mediante el cual el entonces
presidente Carlos Menem y su ministro de relaciones exteriores –el notorio
miembro de la
Comision Trilateral y protegido de Rockefeller y Soros-
Domingo Cavallo, operarían como gerenciadores locales, promoviendo los
intereses británicos y norteamericanos en el país.
Ese acuerdo y tratado le darían al Reino Unido el control
sobre las fuerzas armadas argentinas, especialmente en la región de la
inmensamente rica Patagonia, donde ya existen vastas inversiones
estadounidenses, británicas e israelíes (Art. 5); nuestra economía se abriría y
desregularía en forma irrestricta (Art. 12) de manera que empresas estatales
pudieran ser vendidas y privatizadas a precio vil (petróleo, minería,
ferrocarriles, autopistas, líneas aéreas, electricidad, gas, agua, fondos de
pensiones, servicios postales, seguros, reaseguros, bancos… Su grito de guerra
de entonces parecía ser "¡Si se mueve, privatícenlo!"). Mientras tanto, a los "inversores"
extranjeros se les daba todo tipo de protección, derechos y asistencia.
Aquel Tratado con el Reino Unido fue rápidamente sucedido
por tratados similares suscritos con Estados Unidos (Ley 24.184), y luego
Francia, Alemania, España, Holanda, Dinamarca, Suecia, Canada, Australia…
Hitos clave
El presidente Menem resultó ser un arma muy efectiva en
manos del Reino Unido y Estados unidos, en contra de la Argentina. Su
canciller Guido Di Tella llegó a la vergonzosa bajeza de describir las
relaciones entre Argentina y Estados Unidos como "carnales". Es fácil
adivinar quién estaba arriba y quién debajo…
Algunos hitos clave que condujeron al "Versalles
Argentino":
· Agosto 1989:
Se sanciona la Ley
de Reforma del Estado No. 23.696 que prepara el camino para las privatizaciones
y desregulación, promoviendo el reciclaje de los altamente devaluados bonos de la Deuda Externa
argentina para que los mega-bancos globales los pudieran utilizar para adquirir
activos del Estado Nacional, tomándolos a su valor total nominal;
· Septiembre
1989: La Reina Isabel
II recibe en Londres en audiencia privada y secreta al entonces senador Eduardo
Menem (hermano de Carlos);
· Noviembre
1989: La Reina
abre las sesiones del Parlamento británico refiriéndose específicamente a las
reanudadas relaciones diplomáticas con la Argentina señalando que abrirían enormes
oportunidades comerciales para el comercio británico;
· Noviembre 1989: Lord Montgomery encabeza
una misión comercial británica a la Argentina para inventariar empresas públicas,
recursos energéticos, alimentarios, mineros y otros en la Argentina. ¡Regresó a
Londres con una gran sonrisa!
· 1991: Domingo
Cavallo, ahora ministro de Economía, planifica con el secretario del tesoro
estadounidense Nicholas Brady, el así llamado Plan Brady de canje de bonos de
Deuda Externa. Tan redituable resultó este proceso para banqueros y
corporaciones globales que cuando George Bush (padre) pierde las elecciones de
1992 y Brady se retiró del Gobierno, fundó una consultora en materia de deuda
pública latinoamericana asociándose a Daniel Marx, el subsecretario clave de
Cavallo en el proceso de canje de la Deuda Externa argentina.
Las lecciones de esta historia…
Resulta mucho mejor (y es más fácil) evitar la ocupación
militar de naciones derrotadas, imponiéndoles en su lugar la variante
anglo-norteamericana de la "democracia". Ello se logra financiando a los peores elementos
políticos locales – a los más traidores – catapultándolos a puestos clave:
presidentes, ministros, senadores, diputados, jueces, y gobernadores. Luego, todo lo que necesitan hacer es
asegurarse que hagan exactamente lo que los Dueños del Poder exigen que hagan.
A esto le llaman "democracia", y funciona
realmente bien…. ¡Para los Dueños del Poder Global, se entiende!
Ah, y también es importante asegurarse que los medios de
difusión locales y globales jamás le recuerden a la opinión pública:
(a) Que han sido derrotados;
(b) Que por más que a un "Tratado de Versalles" se
lo llame por cualquier otro nombre, siempre tendrá el mismo gusto amargo; y
(c) Que la "democracia" al estilo inglés y
norteamericano es un Caballo de Troya sumamente peligroso.
Adrian Salbuchi para RT Español
Adrian Salbuchi es analista político, autor, conferencista y
comentarista en radio y TV de Argentina.
www.asalbuchi.com.ar
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