Por Luigino Bracci - El Espacio de Lubrio.- Livia Acosta,
quien se desempeñaba como Cónsul General de Venezuela en Miami, ha sido acusada
de espionaje por el Departamento de Estado norteamericano, que le exigió
abandonar territorio estadounidense de inmediato. Supuestamente la funcionaria
actuó en “complot” con hackers iraníes para un “ciberataque” contra Estados
Unidos, y supuestamente también monitoreaba a cientos de miles de activistas
venezolanos que viven en Estados Unidos.
El año pasado, cables entre la embajada estadounidense en
Caracas y el Departamento de Estado revelaron que Gonzalo Fernández Tinoco,
Gerente General de Microsoft Venezuela en 2006, había enviado al Encargado de
Asuntos Económicos de la embajada memos internos de Pdvsa, preocupado por la
migración a tecnologías libres que se planeaba dentro de la industria, ello a
pesar de que todo memo de Pdvsa es considerado confidencial. Microsoft dio la
información a la embajada estadounidense para pedir ayuda con respecto a las
intenciones del Estado venezolano de migrar a software libre. La información
fue divulgada por Wikileaks, siendo publicada en Aporrea y en el diario
capitalino CiudadCCS. Microsoft no fue castigada de ninguna forma por su acto
de entrega de memos confidenciales a una embajada extranjera. Los convenios
millonarios que el Estado venezolano mantiene con ella continuaron adelante.
Hablemos de espionaje.
Casi todos los ministros, viceministros, directores
generales y personas con responsabilidades dentro del gobierno bolivariano usan
celulares Blackberry. Cuando un ministro usa su Blackberry para “enviarle un
PIN” a algún colega o subordinado, el mensaje viaja desde su teléfono móvil,
pasa por los cables submarinos de fibra óptica que comunican a Venezuela con
los Estados Unidos, continúa viajando por Internet a través del territorio
estadounidense hasta Canadá, a los computadores de la empresa canadiense RIM,
donde es almacenado hasta que el Blackberry del receptor se encuentre
disponible, emprendiendo el viaje de regreso. El mensaje supuestamente viaja
encriptado, pero es imposible para ninguno de nosotros verificar cómo se
almacena el mensaje en en los servidores de RIM, o si alguna agencia de
seguridad extranjera los intercepta y revisa durante todo ese viaje de ida y
vuelta por la Internet
estadounidense.
Todo lo dicho arriba también es válido si usas LiveProfile,
WhatsApp, GTalk, MSN Messenger, Twitter, Facebook o Identica, ya sea en un
iPhone, un Nokia, un Blackberry o un Android. Esto continuará ocurriendo hasta
que construyamos una red de mensajería instantánea, propia, venezolana y encriptada,
que pueda usarse en los dispositivos móviles de quienes trabajan para el
Estado.
Hablemos de espionaje.
En noviembre de 2011, el investigador Trevor Eckhart anunció
haber descubierto que la empresa estadounidense Carrier IQ, en complicidad con
numerosas operadoras de telefonía móvil, había colocado en millones de
celulares un software oculto que monitoreaba, guardaba y transmitía las
acciones de los usuarios, incluyendo todo lo que tecleaban en sus aparatos, los
mensajes de texto que enviaban, los sitios web que navegaban y mucha
información adicional. El software estaba implantado en celulares Android, iPhone,
Nokia y Blackberry. Las operadoras aseguran que la información se usaba para
“mejorar la experiencia” de sus usuarios. Si bien no se pudo comprobar que el
software espía de Carrier IQ esté presente en celulares venezolanos, tampoco se
puede asegurar que no hayan otros softwares similares.
Hablemos de espionaje.
En abril de 2011 el entonces presidente del CNTI, Carlos
Figueira, reconoció que sólo el 27% de las computadoras de escritorio del
Estado venezolano, y sólo el 60% de los servidores, han migrado a tecnologías
libres. Esto significa que decenas de miles de computadores de los entes
públicos venezolanos continúan usando software cerrado, como Microsoft Windows
y similares, del cual es imposible conocer si hay puertas traseras y mecanismos
de espionaje o monitorización instalados. Desde 2004 hay un decreto
presidencial para migrar a tecnologías libres, que tienen la particularidad de
ser totalmente abiertas, revisables y auditables.
Hasta diciembre de 2011, Cantv continuaba vendiendo
computadores VIT con licencias de Windows originales, compradas a Microsoft. No
sólo permitimos que nos espíen, sino que les pagamos por ello y les damos las
gracias.
Hablemos de sabotaje.
El presidente Mahmud Ahmadineyad visita Venezuela y
Latinoamérica. Meses atrás, él tuvo que reconocer que la
Central Nuclear de Bushehr fue afectada en sus
operaciones por el virus Stuxnet, creado por los gobiernos estadounidense e
israelí, en aparente cooperación con la empresa Siemens, buscando sabotear los
sistemas computarizados SCADA hechos por esa empresa, que se encargan del
funcionamiento automatizado de la central nuclear. El virus se esparció gracias
a debilidades de Microsoft Windows.
Curiosamente, los sistemas SCADA en la industria eléctrica
venezolana también son marca Siemens, y el sabotaje en la industria eléctrica
fue un tema recurrente en 2010 y 2011. Siemens también fue acusada por Grecia
en 2011 de sobornar con millones de euros a funcionarios público para amañar
las licitaciones durante las Olimpiadas de 2004. Pdvsa se toma el asunto con
seriedad, construyendo a través del proyecto “Guardián del Alba” un SCADA
propio.
Hablemos de espionaje.
El censo en Venezuela en 2011 se realizó usando tecnologías
cerradas basadas en Windows y bases de datos Oracle, un software para
almacenamiento de datos totalmente cerrado, construido por una empresa que
nació hace tres décadas como un proyecto de la CIA , y que hoy trabaja cotidianamente con el
gobierno estadounidense. El sistema nacional de identificación basado en la
nueva cédula electrónica también iba a ser construido usando tecnologías
cerradas basadas en Oracle, si bien el equipo liderado por el director del
Saime, Dante Rivas, aparentemente está trabajando en implementar alternativas
de código abierto.
Hablemos de espionaje.
En los años sesenta los insurgentes venezolanos eran unos
verdugos en el anonimato y la evasión: hablaban en clave, se hacían señas
usando plantas, puertas, toques y chillidos; se telefoneaban evadiendo a la Digepol , tenían múltiples
identidades y sabían disfrazarse hasta con un coleto. Hoy sus nietos tienen
perfiles en Facebook donde suben sus fotos y las de sus padres y hermanos;
muestran sus vehículos, señalan dónde pasan sus vacaciones, geolocalizan sus
viviendas, identifican sus sitios de estudio y trabajo, etiquetan a sus
parejas, delatan a sus amigos, tuitean sus pensamientos y guglean sus
emociones. Dejan a los agentes de la
CIA sin empleo.
Hablemos de conformismo y facilismo.
El cinismo de quienes
nos espían se maximiza en muy alta definición, cuando nos acusan a nosotros de
ser los espías. Pero nosotros también tenemos la culpa cuando les ponemos a
ellos las cosas tan fáciles: Difícilmente veríamos a algún funcionario del
gobierno de Barack Obama usando un celular ensamblado en Venezuela: ellos saben
que nos estarían dando un poder inmenso. Ni tampoco usarían los servicios de
empresas o entes venezolanos, a menos que pudieran auditarlos completamente y
asegurarse hasta la más mínima duda de que no los estamos monitoreando.
Nosotros, en cambio, les ponemos todo en bandeja. Usamos sus productos, sus
servicios y su tecnología para decirles todo lo que planeamos hacer y cómo lo
estamos haciendo. Y hasta les pagamos por ello.
Apoyemos y defendamos a Livia, pero apoyemos también la
iniciativa de quienes luchan por tecnologías libres, propias y venezolanas.
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