“En Bolivia estamos muy preocupados por los posibles impactos que tendrán las represas brasileñas, especialmente de Jiraú”, dijo el viceministro de Relaciones Exteriores de Bolivia, Juan Carlos Alurralde, durante su participación en el seminario organizado por la Corporación Andina de Fomento, el Banco Mundial y el Grupo Gesel promovido por la Embajada de Brasil.
Según el Viceministro, las megarrepresas de Jiraú y San Antonio, -la primera a 84 kilómetros de la frontera con Bolivia y que entraría en funcionamiento en enero de 2013, y la segunda a 190 kilómetros del territorio boliviano y que operaría desde 2012- podrían provocar al menos seis grandes impactos en Bolivia, según los estudios y análisis preliminares.
Los posibles impactos identificados por Alurralde son los siguientes:
1. Inundación de bosques y áreas agrícolas, especialmente por la sedimentación del embalse desde la presa de la planta Jiraú. Estas inundaciones podrían provocar pérdidas de suelos, de recursos forestales y de biodiversidad, además de pérdidas de cosechas (goma y castaña), pérdida de infraesytuctura, migración de poblaciones (especialmente en la provincia Federico Román).
2. Disminución y/o extinción de especies acuáticas y afectación a ecosistemas (efecto “barrera” para los peces, especialmente surubí y bagres). Pérdidas económicas para las poblaciones del noroeste boliviano, daños en la base alimentaria de estas poblaciones. Este impacto sería muy sentido en Bolivia.
3. Inundaciones en las áreas de influencia de los proyectos hidroeléctricos que tendrían su impacto en la salud de la población boliviana de la Amazonía. Aumento de casos de enfermedades tropicales: malaria, dengue, leshmaniasis, fiebre hemorrágica y otras debido a la proliferación de mosquitos y otros vectores.
4. Otra gran preocupación nacional es que la represa de Jiraú podría provocar la inviabilidad técnica y económica de pequeños proyectos hidroeléctricos bolivianos, destinados a la generación de electricidad para consumo interno. La sedimentación que provocarían las represas aumentarían los riesgos de inundaciones. Como efecto de las represas brasileñas se produciría una posible sobreelevación de aguas del río Madera, en Vila Abuná, lo que reduciría el potencial de generación de energía hidroeléctrica en Bolivia.
5. Pérdida de vegetación, erosión de suelos.
6. Conflictos sociales, migración de las poblaciones indígenas y campesinas. Impactos sobre la biodiversidad acuática, caída en el empleo pesquero, daños a la economía pesquera y a la seguridad alimentaria. Deterioro en los ingresos y en la calidad de vida.
Según explicó el viceministro Alurralde, el gobierno del presidente Evo Morales ya habría hecho conocer todas estas preocupaciones al gobierno brasileño, en tres reuniones técnicas bilaterales, actualmente en proceso de continuidad. “Bolivia considera que el diálogo bilateral debe imprescindiblemente considerar estos impactos y previamente a la otorgación de licencias ambientales para esas represas”, agregó.
Dijo que la reciente experiencia ocurrida en el río Pilcomayo, que comparten Bolivia con Paraguay y Argentina, podría ser un ejemplo de lo que puede ocurrir cuando no hay coordinación entre los países. Así, según explicó Alurralde, las obras civiles ejecutadas en Paraguay, drenando parte del río Pilcomayo, en su propio territorio, afectó a la Argentina (muerte de miles de sábalos y peces) e impactó negativamente en Bolivia (pérdidas de alimentos, pérdidas económicas, bloqueo de caminos, protestas indígenas).
“Por ello es necesario trabajar conjuntamente estos temas”, agregó al destacar que la Empresa Nacional de Electricidad (ENDE) estaría ya concluyendo un “modelo de simulación” sobre los impactos socioambientales más específicos en Bolivia de las represas brasileñas.
Según el Viceministro, las megarrepresas de Jiraú y San Antonio, -la primera a 84 kilómetros de la frontera con Bolivia y que entraría en funcionamiento en enero de 2013, y la segunda a 190 kilómetros del territorio boliviano y que operaría desde 2012- podrían provocar al menos seis grandes impactos en Bolivia, según los estudios y análisis preliminares.
Los posibles impactos identificados por Alurralde son los siguientes:
1. Inundación de bosques y áreas agrícolas, especialmente por la sedimentación del embalse desde la presa de la planta Jiraú. Estas inundaciones podrían provocar pérdidas de suelos, de recursos forestales y de biodiversidad, además de pérdidas de cosechas (goma y castaña), pérdida de infraesytuctura, migración de poblaciones (especialmente en la provincia Federico Román).
2. Disminución y/o extinción de especies acuáticas y afectación a ecosistemas (efecto “barrera” para los peces, especialmente surubí y bagres). Pérdidas económicas para las poblaciones del noroeste boliviano, daños en la base alimentaria de estas poblaciones. Este impacto sería muy sentido en Bolivia.
3. Inundaciones en las áreas de influencia de los proyectos hidroeléctricos que tendrían su impacto en la salud de la población boliviana de la Amazonía. Aumento de casos de enfermedades tropicales: malaria, dengue, leshmaniasis, fiebre hemorrágica y otras debido a la proliferación de mosquitos y otros vectores.
4. Otra gran preocupación nacional es que la represa de Jiraú podría provocar la inviabilidad técnica y económica de pequeños proyectos hidroeléctricos bolivianos, destinados a la generación de electricidad para consumo interno. La sedimentación que provocarían las represas aumentarían los riesgos de inundaciones. Como efecto de las represas brasileñas se produciría una posible sobreelevación de aguas del río Madera, en Vila Abuná, lo que reduciría el potencial de generación de energía hidroeléctrica en Bolivia.
5. Pérdida de vegetación, erosión de suelos.
6. Conflictos sociales, migración de las poblaciones indígenas y campesinas. Impactos sobre la biodiversidad acuática, caída en el empleo pesquero, daños a la economía pesquera y a la seguridad alimentaria. Deterioro en los ingresos y en la calidad de vida.
Según explicó el viceministro Alurralde, el gobierno del presidente Evo Morales ya habría hecho conocer todas estas preocupaciones al gobierno brasileño, en tres reuniones técnicas bilaterales, actualmente en proceso de continuidad. “Bolivia considera que el diálogo bilateral debe imprescindiblemente considerar estos impactos y previamente a la otorgación de licencias ambientales para esas represas”, agregó.
Dijo que la reciente experiencia ocurrida en el río Pilcomayo, que comparten Bolivia con Paraguay y Argentina, podría ser un ejemplo de lo que puede ocurrir cuando no hay coordinación entre los países. Así, según explicó Alurralde, las obras civiles ejecutadas en Paraguay, drenando parte del río Pilcomayo, en su propio territorio, afectó a la Argentina (muerte de miles de sábalos y peces) e impactó negativamente en Bolivia (pérdidas de alimentos, pérdidas económicas, bloqueo de caminos, protestas indígenas).
“Por ello es necesario trabajar conjuntamente estos temas”, agregó al destacar que la Empresa Nacional de Electricidad (ENDE) estaría ya concluyendo un “modelo de simulación” sobre los impactos socioambientales más específicos en Bolivia de las represas brasileñas.
Fuente: http://www.omal.info/www/article.php3?id_article=4017
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