lunes, 6 de junio de 2011

“Fukushima: un Chernóbil a cámara lenta ” Entrevista a Eduard Rodríguez Farré (I)


Salvador López Arnal.- ¿Qué pasó en el mes de marzo de 2011 en la central de Fukushima Daiichi?
El accidente de Fukushima fue una concatenación de catástrofes que llevó a la fusión parcial de los núcleos de los reactores y a la emisión de radioactividad en cantidades importantes. No tenemos todavía un mapa completo de la situación. Tardaremos en tenerlo.
¿Cuántos reactores quedaron afectados por el accidente?
Cuatro y, en los dos restantes, que estaban sin funcionar en el momento del accidente, la temperatura también subió peligrosamente. Los reactores, aunque estén parados, aunque no estén produciendo energía eléctrica, deben estar con todas las barras de moderación, de absorción de neutrones, en posición y con la refrigeración en marcha, para que se minimice el incremento de temperatura. Los otros cuatro, como decía, estaban funcionando aunque se desconectaron inmediatamente una vez se produjo el terremoto.



El terremoto, probablemente, destruyó los circuitos de refrigeración de los reactores.
Sí, parece que fue así. Debemos tener en cuenta que los circuitos de refrigeración son de grandes dimensiones. Para poder imaginar cuál es la necesidad de agua de una central de este tipo basta pensar en Ascó que tiene sólo dos reactores, no seis, aunque sean un poco mayores que los de Fukushima, y puede llegar a usar toda el caudal del Ebro. El agua que ha pasado por el reactor la dejan caer en cascada dentro de estas gigantescas chimeneas que podemos ver en las centrales para que se enfríe y pueda utilizarse de nuevo. En Ascó, en algunos momentos, no les basta con el agua del Ebro para refrigerar los dos reactores.
La central nuclear que sufrió el accidente está al lado del mar.
Sí, en el Pacífico.
¿Está bien ubicada en tu opinión?
No, esta es una de las cuestiones importantes que han irrumpido. Vayamos por partes. Tenemos el terremoto, el maremoto, que destruye una serie de elementos del sistema de refrigeración, las conducciones, la fontanería para entenderos. Toda central tiene, evidentemente, un sistema supletorio de bombear agua. La razón es obvia: es el punto más crítico del sistema. Siempre y en cualquier central este es el punto más crítico: si fallan los circuitos de refrigeración, hay que poner bombas auxiliares. Siempre, en principio, son redundantes y, por si falla la corriente eléctrica, las centrales tienen generadores diesel que producen corriente.
¿Qué pasó entonces?
Que quedó alterado todo el sistema de refrigeración, que se interrumpió la corriente que llegaba del exterior porque la misma central, al parar los reactores, no podía suministrar corriente. El primer sistema auxiliar es una toma de corriente exterior que también quedó cortada y el maremoto rompió los generadores.
Aquí, en este punto, se formuló alguna crítica.
Sí, se ha dicho que estos generadores tendrían que haber estado protegidos de un maremoto, en subterráneos o en búnkeres. Estaban en el exterior y quedaron rotos. De este modo falló totalmente la refrigeración. Señalemos también que la mayor parte de los reactores nucleares japoneses, no me atrevería a decir todos pero sí la gran mayoría, están al lado del mar con todos los problemas que tiene el agua marina.
¿Qué problemas son esos?
Los problemas de mayor corrosión de las tuberías, como ha pasado aquí, en Vandellós por ejemplo. Hay que realizar un mantenimiento distinto no sólo por la corrosión del agua marina sino porque se incrustan crustáceos, algas, que entran en las tuberías. Todo esto, de tanto en tanto, hay que limpiarlo para que circule bien el agua. Por qué se han construido las centrales al lado del mar, cabe preguntarse.
Eso mismo te pregunto. Además, en un país donde es un riesgo que se tendría que prever. No es nada inusual como sabemos la existencia de seísmos y maremotos.
Cuando se calculan los riesgos de un lugar donde hay una instalación que puede ser muy peligrosa, hay que tener en cuenta todas las posibilidades y no sólo en un corto período de tiempo. Los holandeses, que son los más avanzados en estas cuestiones, lo llaman el riesgo secular, el riesgo quincentenario, e intentan incluso calcular el riesgo milenario, pero este último es mucho más difícil. Pero de los últimos quinientos años hay documentos e historia en casi todos los países del mundo, a no ser que sean zonas muy remotas.
Y más en el caso de Japón.
Exacto. Japón tiene una historia de tsunamis y terremotos bien conocida. Está en la falla del Pacífico, en el Circuito de Fuego. La misma palabra “tsunami”, como es sabido, es de origen japonés.

Pero se dijo que fue el maremoto más importante en mucho tiempo.
Sí, pero me parece que ya en los años veinte o treinta del siglo pasado hubo un gran maremoto. La referencia al mayor maremoto o seísmo es de hace unos 140 años. Es lo que ha salido en la prensa: el mayor tsunami de estos 140 años. Hay registros de maremotos muy importantes y en la costa del Pacífico los ha habido. Todos recordamos lo que sucedió en Indonesia no hace muchos años. Fue de este estilo. Allí murieron 250 mil personas porque las infraestructuras en Sumatra son mínimas: zona selvática, muy pocas carreteras, etc.
Pero en Japón ha sido distinto.
Claro. Ha sido un desastre en un país altamente desarrollado, la tercera economía del mundo, hasta hace poco la segunda, con las infraestructuras más actuales y perfeccionadas. La pregunta que uno puede hacerse es la siguiente: por qué en un país en el que hay maremotos y en el que el riesgo secular y el riesgo de quinientos años está bien datado, donde ha habido maremotos con mortandades enormes, por qué, decía, se construye una central nuclear al lado del mar. En los días del accidente leí una nota de la Union of Concerned Scientists, la Unión de científicos concernidos, con análisis muy buenos, documentados, penetrantes. Ellos son gente de primer nivel. Este colectivo señalaba que la razón por la que se han construido en Japón tantas centrales cerca del mar es de orden básicamente económico.
Son así más rentables.
Exacto. Japón no tiene grandes ríos, el agua es más bien un bien escaso. Tengamos en cuenta además que, aparte de los maremotos y terremotos, Japón es un país relativamente pequeño en superficie. Japón no llega a los 400 mil km2.
Estamos hablando de una central que está en manos de una gran corporación japonesa privada
Sí, hablamos de TEPCO, su dueño y operador. Es una empresa japonesa de capital japonés. TEPCO, The Tokyo Electrical Power Company, es una de las grandes-grandes corporaciones, la tercera mayor empresa eléctrica del mundo. Es un gran, un enorme lobby y no hay que olvidar que, en Japón, las sociedades anónimas, aunque en las películas lo representen un poco exageradamente, tienen un gran poder. La influencia de las compañías en las decisiones del gobierno es inmensa.
Las informaciones que se dieron sobre el accidente y sobre la construcción de la central sugieren una cascada de dudas.
Efectivamente. La primera de estas dudas: en su documentación dicen que las centrales son resistentes y que han calculado todos los riesgos de los temblores de tierra. Después se sabe que han sido diseñadas para terremotos de 7,5 escala Richter.
Primera falsedad.
Segundo punto: tienen ya problemas, los han tenido, con terremotos que tienen una escala menor, 10 veces menor. Recordemos que la escala de Richter es logarítmica.
Lo cual te hace sospechar que incluso esa información que han dado es falsa o inexacta.
Puede serlo porque la aseveración que hicieron sobre cómo las diseñaron no parece ser cierta.
Tercer punto.
Que estén diseñadas a todo riesgo en una zona que está a nivel del mar, y en un lugar donde se sabe que hay maremotos, es posible técnicamente, es posible hacer unas instalaciones a prueba de un maremoto que tenga 10 y más metros de altura, pero, y esto es muy importante, con un coste increíble, en absoluto rentable económicamente. Es, digámoslo así, un imposible económico. Ninguna compañía, ninguna corporación privada, incluso con ayudas públicas, apostaría por ello. Increíble es pensar que vas a hacer una instalación estanca, resistente a terremotos, resistente a maremotos. Es una locura pensar eso.
La NISA (Nuclear and Industrial Safety Agency) es la agencia japonesa de seguridad, “nuestro”, con adecuadas y necesarias comillas, Consejo de Seguridad Nuclear. ¿Qué opinión te merece?
La NISA ha estado manejada por TEPCO que es la propietaria de casi todas las centrales de Japón, también de la central que tuvo un accidente en 2007. Como en otras ocasiones, ha sido muy timorata y prácticamente ha estado a los dictados de TEPCO. Cuando se produjo el accidente de 2007 fue la inspección de la Agencia Internacional de Energía Atómica la que desveló que se estaban falsificando los datos, no la supervisión de NISA.
Se oyeron voces próximas a la corporación o al gobierno japonés que hablaron de una zona muy afectada de 20-30 km donde había que ir con mucho cuidado, se recomendó la evacuación, pero, se dijo también, que fuera de esa zona no había peligro o que era mucho menor. Pero, en cambio, la marina Norteamericana prohibió a los pocos días a sus barcos que se acercaran a 80 millas de la costa
Y a una distancia similar por tierra, aparte de recomendar la evacuación, como hicieron Alemania o China. China ha evacuado. Lo de China es increíble, cada vez más. Mira lo poco que se habló de su evacuación de Libia.
Varias veces has afirmado durante estas semanas que lo sucedido en Japón es un Chernóbil a cámara lenta. ¿Por qué?
En Chernóbil también fue por un mal diseño, como sostuvo el que fuera director soviético de Seguridad Nuclear. El diseño era malo. Era un reactor pensado para obtener plutonio, para armas. Están además los experimentos que hicieron. No sólo fue la culpa de los técnicos que estaban en el central en el momento en que ocurrió el accidente. Fue durante unos experimentos, durante unas pruebas de resistencia que hacían, cuando se les fue de las manos todo el sistema. También falló la refrigeración, se empezó a fundir el núcleo y explotó de golpe. Todo fue brusco. El sistema les falló en un momento determinado, empezó a subir la temperatura, se fundió el núcleo, hubo la nube y ya sabemos lo que pasó. Lo que sucedió en el accidente del que estamos hablando y lo que pasó en Chernóbil, mucho de lo que hemos visto, tiene el mismo guión, el mismo escenario, el mismo, la misma cosmovisión de fondo.
¿Puedes describirlo?
De entrada, se negó que hubiera un accidente importante. Se dijo que el accidente estaba controlado, que las dosis de radioactividad eran de 20 microsieverts o cantidades semejantes, que eran completamente inocuas, y también corrió la historia que era como hacerse una radiografía, que era totalmente inocuo. Fueron los suecos los primeros que dieron la alarma señalando que había llegado al Ártico una cantidad de radiactividad muy alta (por cierto, recuerdo que hubo que eliminar toda la cabaña de renos en el norte de Suecia y Finlandia). Después cambió la dirección del viento y empezó a detectarse de otros países. Asistimos también al asunto de los aviones y los helicópteros echando agua, después arrojando cemento y arcilla para bloquear aquello. En el caso de Chernobil, el accidente ocurrió en pocas horas. Las escenas siguientes son las que de nuevo hemos visto en el caso de Japón: negación, después se empezó afirmando que las cifras eran mayores, no se evacuó inicialmente a la gente, se le dijo que se quedaran en casa, luego se empezó a evacuar a gente, aunque aquí, en el caso de Chernobil, la población era mucho menor.
El accidente de Fukushima, también se ha comentado, quizás haya sido más parecido al de la Isla de las Tres Millas.
Sí, tal vez, pero en escala muchísimo mayor. Allí empezó una fusión lenta, empezó a aumentar la temperatura al no tener refrigeración, empezó a perderse agua. Si tú tienes una olla a presión sin válvula aquello acaba explotando. Tuvieron que dejar que saliese el gas, no tuvieron más remedio, que era gas radiactivo. Aunque ahora hayan dicho que es hidrógeno hay un montón de gas radiactivo porque se ha formado por una reacción química entre el agua y otros elementos, y este gas probablemente, salió al exterior, y la explosión rompió la contención. Es diferente en este caso de lo que ocurrió en Chernóbil. Aquí Fukushima también perdió ―y sigue perdiendo― agua y se formó una masa radiactiva muy grande que pudo explotar de forma mecánica por la temperatura o pudo permanecer allí. Es lo de la famosa película de “El síndrome de China”, la de Jane Fonda y Jack Lemmon.
Entonces, sin dar pasos arriesgados en el aire, puede afirmarse que hubo fuga radiactiva desde el principio en la central accidentada.
Desde el lunes siguiente al accidente, el 14 marzo ya se detectó. Seguramente la hubo desde el principio. Me he olvidado añadir que en estos reactores, cuando hay que cambiar las barras gastadas, gastadas de uranio se entiende pero que contienen docenas de radioelementos, se ponen en unas piscinas, donde se guardan los residuos radiactivos, que no están blindadas sino que están dentro del recinto, en agua, que también hay que refrigerar y renovar completamente. Al fallar la refrigeración, falló también la de las piscinas en el momento en que se rompió la estructura del edificio.
Son las explosiones de las que hablabas antes.
Exacto. Estas piscinas quedaron al aire libre y ahí, seguro, hubo unas cantidades de radiactividad inmensas que se liberaron.
Incluyendo plutonio.
Incluyendo plutonio.
¿Y qué tipo de elementos más estaban ahí?
Ahí hay docenas de elementos. Hubo, y hay, alrededor una radiactividad inmensa que, para las personas que estaban trabajando allí, era un campo de radiación gamma la primera preocupación. Hay cobalto 60, iodo 131, hay una gran cantidad de elementos de vida corta, por eso están en las piscinas donde se desintegran en 15 días, en un mes, en dos meses, son los más rápidos, por eso los llevan al principio “a enfriar” dicen en jerga atómica, porque al cabo de pocos meses habrá disminuido la radiactividad al desintegrarse los radioelementos de vida corta, pero quedan los residuos de semividas más largas, como el plutonio, algunos de cuyos isótopos tienen miles de años de vida y otros radioelementos que tienen importancia biológica y que tienen vidas medias largas de alrededor de 30 años como en el caso del estroncio 90 o el cesio 137.
Dejémoslo así por hoy. Te pregunto ahora por el cuadro de la situación.
De acuerdo, hablamos de ello.

Nota de edición [SLA]: Una versión de esta entrevista se publicó en la revista El Viejo Topo, en mayo de 2011. La conversación que le sirvió de base se mantuvo una semana después del accidente de Fukushima, el 17 de marzo de 2011 El lector/a debería tener en cuenta esta datación. Una versión más actualizada, una aproximación al desastre de Fukushima con mayor distancia e información, se incluye en el libro de próxima aparición: ERF y SLA, LA CIENCIA EN EL ÁGORA. Seis conversaciones científico-políticas sobre almacenes temporales centralizados, bombillas de larga duración, la homeopatía, el SIDA y sus negadores, la vacunación y la hecatombe nuclear de Fukushima, El Viejo Topo, Barcelona (con prólogo de Joan Benach y Carles Muntaner, epílogo de Manuel Martínez Llaneza y nota final de Francisco Castejón).
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Miembro fundador en 1977 del Comité Antinuclear de Catalunya (CANC), Eduard Rodríguez Farré es médico especializado en toxicología y farmacología en Barcelona, en radiobiología en París y en neurobiología en Estocolmo. Ha dirigido durante muchos años el Departamento de Farmacología y Toxicología del CSIC en Barcelona. Como experto en toxicología ha asesorado al gobierno cubano en la epidemia de la neuropatía óptica, a la OMS en el síndrome del aceite tóxico y a la Unión Europea sobre la investigación en programas de salud pública y sobre la Encefalopatía Espongiforme Bovina. Actualmente es profesor de fisiología y farmacología del Instituto de Investigaciones Biomédicas de Barcelona (CSIC-IDIBAPS) y miembro del Comité Científico de la Unión Europea sobre nuevos riesgos para la salud. Socio fundador y ex presidente de la asociación Científicos por el Medio Ambiente (CiMA), Eduard Rodríguez Farré es coautor de Casi todo lo que usted desea saber sobre los efectos de la energía nuclear en la salud y el medio ambiente y de ¿Por qué Chernóbil no fue la última advertencia? Está preparando actualmente, La ciencia en el ágora. Seis conversaciones político-científicas.

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